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Potter se ha quedado para despedir a sus hijos, y mientras una pelea entre ellos está a punto de explotar, Albus llega con noticias. 

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Draco se quitó la túnica, se sacudió los zapatos, aflojó el cuello y suspiró. Ya no quedaba nadie en Malfoy Manor. Lily y Vincent se habían marchado al lugar donde saldría su traslador controlado, pues era un viaje internacional, por lo que pasaban por la regulación del Ministerio de Magia.

James y los mellizos también se habían ido a sus hogares. James tenía su propio departamento en London Muggle. Albus vivía en un piso en el Callejón Diagon y Scorpius estaba asentado en una pequeña casa en terrenos Malfoy en Wiltshire.

—Todo ha terminado —dijo con alivio evidente a Potter, a su espalda, ya que se había quedado para despedir a la reciente pareja y a sus hijos. Draco esperaba que se fuera pronto. Escucho a Potter gruñir a lo que acababa de decir. Esa no era la reacción que esperaba, él quería escuchar un "sí, yo también me voy" y un plop que anunciaba su aparición lejos de Malfoy Manor. Cuando volvió la vista, supo que de la boca de Potter estaba por salir una crítica.

—Y estoy seguro de que te alegras —rió—. ¡Por favor, Malfoy! Estoy seguro que lo que menos querías era que la fiesta de tu hija terminara. Has dejado claro que la estabas pasando bien con Matt y que querías hacer voyeurismo en cualquier minuto.

¿Qué carajos? ¿Cómo se atrevía?

—¿¡Yo!? —¡Oh! Potter tenía esta habilidad, sacar lo peor de él en momentos en los que segundos atrás solo quería descansar—. Eres tú quien dejó claro que quería follarse a la amiga de Luna en medio de la pista. Tú eres quien quería que la fiesta no terminará, pero tengo la solución —Draco se levantó bruscamente y se dirigió a la cocina. Volvió un minuto después con unas botellas de cerveza de manteca y un par de vasos—. ¿No te importa que bebamos cerveza de manteca en unos vasos de refresco? Podemos seguir de fiesta, aunque si quieres follar, puedes llamar a Luna y pedirle la dirección de su amiga, al menos que ya la tengas, claro.

Antes de que Potter tuviera tiempo de empezar a gritar alguna respuesta estúpida, una llamarada los hizo saltar y miraron en dirección a la chimenea donde flotaba el rostro de su hijo Albus.

—¿Papá? ¿Padre? —Dijo ceño fruncido su hijo. Draco y Potter se miraron.

—¡Albus! ¿Qué sucede? —dijo Draco, abandonando su vaso de cerveza de manteca.

Potter alzó los brazos.

—Ya me iba. —A su respuesta, Albus suspiró y sacudió la cabeza antes de decir:

—Eso no importa, tal vez esté bien que estén los dos juntos.

Draco intercambió una mirada con Potter otra vez. Algo no estaba bien.

—Hijo, me estás asustando —Potter se puso alerta, acercándose a la chimenea donde flotaba el rostro de su hijo. Albus miró algo detrás suyo antes de aclararse la garganta:

—Es que... Vincent está aquí.

—¿Vincent? —preguntó Potter.

—Sí, está en mi piso, en mi casa, ya saben.

—No, eso es imposible —Replicó Draco, acercándose para ver mejor el rostro de su hijo—. Ellos fueron al sitio donde un traslador del Ministerio los enviará a Washington para su luna de miel —pero el rostro de su hijo le hizo ver que no era así y palideció bruscamente—. ¡Oh, Merlín! —susurró—. ¿Hubo un accidente? ¿Lily está...?

—¡No! —se apresuró a decir Albus—. Lily está estupendamente. No le ha ocurrido nada, y tampoco a Vincent.

—¿Entonces por qué...? —Draco no podía entender entonces qué hacía Vincent en el piso de Albus.

Divorciados [Harco]Where stories live. Discover now