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Nota: La presión que siento de repente es muy grande. Adnito que inicié esto solo quería que pelearan como perros y gatos, pero conforme iba editando y leyendolos, me han abierto los ojos. Gracias <3. Espero haber logrado que el tema no sea tratado tan a la ligera (aunque sea un poquito). He editado un poquito aquí y allá el capítulo y el próximo, que ya de por sí eran más extensos que los anteriores. 

Advertencia: Algunos sucesos del canon están cambiados para encajar en la historia, pero están explicados.

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Por supuesto que tendría pesadillas.

Mierda.

Draco volvía a tener 17 años. Estaba en Malfoy Manor, con sus padres, la marca en su brazo le recordaba el sacrificio que estaba haciendo. No podía permitirse pensar en Harry. No era seguro, la mansión no solo estaba atestada de Mortífagos, sino de su tía Bellatrix y el mismo Voldemort que amaban inmiscuirse en la mente de la gente, especialmente en la suya. Decir que vivía aterrado era una simple versión de lo que realmente vivió. Por suerte, había logrado mantener a Harry seguro en un rincón, y con ello, la seguridad de sus padres.

Draco sabía que no tener noticias de Harry era la prueba de que estaba vivo, dando pelea, buscando la forma de derrotar a Voldemort. No aminoraba el terror, pero lo mantenía con esperanzas. Hasta que un grupo de carroñeros trajeron a tres personas alegando que una de ellas era Harry Potter a la mansión.

Draco a duras penas logró mantener la compostura y sus emociones bajo control. Saltaba a la vista que aquellos eran Hermione Granger y Ronald Weasley pese a que dieron otros nombres. Y era obvio que el tercero era Harry pese a la cara desfigurada con algún hechizo. Su tía Bellatrix lo alentaba para confirmar su identidad. Mantener el control en ese momento fue de las cosas más difíciles de su vida.

—No puedo estar seguro —logró decir. Harry estaba bien, tenía que sacarlo de allí, pero ¿cómo?

La escena cambió y escuchó varios coros de voces mientras las imágenes formaban el lugar de su siguiente pesadilla:

—Es un desastre.

Soy un desastre.

—Un perdedor, ni los suyos lo quieren. He escuchado decir a uno de los Carrows que los Malfoy no son nada.

Soy perdedor, un traidor.

—No puedo creer que Malfoy pueda estar en las clases y la profesora McGonagall no haga nada.

—Estaba obsesionado con Potter, eso no era amor. Y mira, lo dejó por irse con los mortífagos.

Estoy obsesionado con Potter, pero ¿sabes qué? no lo dejé, eso creen todos. Y no, no estoy obsesionado con Potter. Sí es amor,

—No lo sé, Harry. Sé que te gusta, pero yo no confío en él. Ginny y Neville dicen que no actúa.

Harry, tus amigos no confían en mí, no importa, sólo... ¿Tú confías en mí? Eso es todo lo que me importa.

Draco volvía a estar en Hogwarts, en la sala de menesteres. Las cosas habían salido mal, estaba seguro que el armario no funcionaba, por lo que se sorprendió cuando lo hizo. La sonrisa en el rostro de Vincent le dijo que había sido él. Ahora el colegio estaba atestado de Mortífagos. Y porque sus amigos iban tras Harry, él se mantuvo con ellos, hasta que Harry y sus amigos se presentaron en la sala de menesteres y Vincent lo acorraló cuando lo vio solo.

—Vincent, baja esa varita. No seas estupido —intentó que su voz no dejara entrever la súplica. Su amigo estaba encantado con la idea de lanzar todo maleficio que aprendió de sus padres y los demás mortífagos. Incluso a él, porque apenas si creía que estaba de su lado y no del de Harry. Draco estaba aterrado con la idea de que le lanzara alguno a Harry y no pudiera hacer nada. Greg no ayudaba, solo esperaba alguna orden—. Vincent...—su amigo no estaba escuchándolo—. ¡Alto! —gritó entonces—. El señor Tenebroso lo quiere vivo —no supo cómo logró pronunciar aquel título sin asco.

Divorciados [Harco]Where stories live. Discover now