El pequeño Atsushi.

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«Que horror, ¿Cómo es que Mori-san me obligó a esto?»

-Bueno duerme donde quieras incluso en el piso está bien.

-Que demonios estás diciendo? Así recibes a un invitado?

-¡Tu no eres mi invitado! No eres más que una plaga en mi casa.

Aún era extraño para Chuuya, y... ¿Que era está casa? Esta tan descuidada los trastes están sucios los muebles con polvo ni siquiera tenía buena iluminación, realmente era una pocilga ese intento de casa. Además ese tipo de cabellos castaños con vendajes en el cuerpo era un asco la peor persona, lo trataba tan mal. Bueno tampoco buscaba un buen trato pero... Y para empeorar todo es un estupido alfa.

-Chuuya déjame hacerte una pregunta- Dazai se acercó con pasos largos hacía el nombrado. -¿Llevas está gargantilla para cuidarte de los alfas?- señaló la gargantilla que el más bajo tenía sobre su cuello.

Se dice que los omegas usan collares especiales para cuidar su cuello de los alfas que quieren unirse a un omega. Aunque la gargantilla es diferente a ese tipo de collares.

-No es eso, es solo que me gustan las-

-Como sea no me importa- Dazai interrumpió encogiéndose de brazos y dejando al otro con el entrecejo fruncido.

-¡No vuelvas a jugar conmigo, eres tan pesado juro que te mataré si vuelves a hacer esto!- el pelirrojo tenía una expresión de rabia en su rostro hablando con Dazai con la voz muy alta.

-Pero cálmate enano- el más alto en serio quería morir llamando enano a Chuuya.
-Tu crees que me caes bien? Yo también quisiera hacerte desaparecer.

Chuuya tenía la piel de gallina con cada palabra que decía el alfa, ojalá se callara la maldita boca de una vez y de no ser por la herida por la que únicamente puede caminar, esté definitivamente golpearía al estupido castaño.

-¡Haaaa!- Chuuya soltó un grito de enojo, su costumbre. -En serio-

-¿Ya llegaste?

Eso era una voz muy suave ¿que era lo que Chuuya escuchó? Cuando giro su cabeza hacía donde se escuchó esa voz tan pequeña sus ojos se encontraron con los de un pequeño niño de cabello blanco, con ropas descuidadas, aunque la ropa no parecía rota o vieja, estaba muy sucia.

«Que demonios hace un niñito aquí?»

-Si, estoy en casa Atsushi- A diferencia de el tono que Dazai usaba con Chuuya ahora sonaba más tranquilo y suave.

-Pero... quién es el?- El pequeño señaló a lo lejos a Chuuya quien se encontraba recargado en uno de los sillones de ahí.

-¡Oh!- respondió el castaño con emoción por lo siguiente que iba a salir. -El te cuidará a partir de hoy por un tiempo- Dijo casi celebrando.

-¡¿Que carajo estás diciendo?!- La cara de sorpresa de Chuuya sin duda era una de las mejores reacciones durante su día, pero que escucho? En todo caso es a el al que deberían cuidar por esa estúpida herida.

-Si. Como lo escuchaste, de alguna manera tienes que pagarme tu hospedaje aquí, nada es grátis en esta vida. Además...- La distancia entre ellos fue acortada por el mismo Dazai quedando frente a frente y el castaño acercándose a su oído y posando su mano sobre la marcada cintura de Chuuya. -Lo tienes que hacer- El tono de su voz se volvió hostil ante los oídos de Chuuya.
La mano de Dazai se movió un poco más arriba tocando la herida del más bajo con sus dedos índice y medio, presionando un poco.

-¡M-mmh!- El quejido era muy leve pero se podía escuchar como dolía ese lugar.
-¡Quítate imbecil!- empujó al más alto con ambas manos.

-¿Estan coqueteando?- Pregunto el niño con una cara de no entender nada.

Me acostumbré a tu ser humano. Where stories live. Discover now