Polos opuestos

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Dean

Una semana. Ya había pasado una semana completa desde la última vez que vi a Vladimir. Regresó a su país natal, pero se sentía como si hubiese desaparecido de la faz de la tierra. Tenía mucha incertidumbre con respecto a cómo sería mi vida a partir de ahora. Me sentía desorientado, sin rumbo y sin saber qué hacer desde que ese hombre llegó, puso todo patas arriba y se marchó como si nada hubiese pasado sin siquiera ensuciarse las manos. Estaba furioso y mi odio hacia él se incrementaba con cada día que pasaba, pero aún así, cada vez que pensaba en la gran distancia geográfica que había entre nosotros me sentía extraño e incómodo, todavía no podía encontrar un nombre para ese desagradable sentimiento.

Varias veces he pensado en pedirle su número telefónico a Celine, sabía que ella era la única que no me juzgaría por querer comunicarme con él. Los demás seguían haciendo todo lo posible por ayudarme a recuperar mi carrera, pero creo que todos sabíamos que eran esfuerzos vacíos. Robert era la persona más influyente que conocía y ni siquiera él pudo arreglar este embrollo. Aunque odiase admitirlo, el que creó todo esto era el único capaz de deshacerlo.

Me sequé el sudor de la frente con una mano y miré cómo Dominik lanzaba a Cameron a la piscina. Todos estaban disfrutando al máximo lo poco que quedaba del verano. Le sonreí a Celine al verla sentarse bajo la sombra en una de las mesas de té del jardín, ella me regresó la sonrisa antes de sumergirse en el libro que llevaba en sus manos. Me hacía feliz ver que tenía un poco más de color en el rostro, pero no quería ilusionarme o llenarme de esperanzas antes de tiempo. Dejé de mirarla cuando Valentin salió de la cocina y se acercó a ella siendo seguido por un pequeño gato gris.

Bajé la mirada a mi celular y entré por décima vez en el día al perfil de Instagram de Dominik. Busqué el nombre de Vladimir entre su lista de seguidores y seguidos esperando que apareciera mágicamente después de haber verificado unas doscientas veces que no existía. El ruso no salía en ninguna de las redes sociales de mis amigos así que creo que después de todo tendré que hablar con Celine...

Cerré Instagram al notar a Valentin acercándose a mí por primera vez desde que vine aquí. Solo habíamos cruzado unas cuantas palabras por cortesía, ya que era evidente que yo no era su persona favorita en el mundo, así como él tampoco era la mía.

—Disculpa, ya no tomo alcohol —le dije cuando me pasó lo que parecía ser una mimosa al llegar junto a mí, él sonrió un poco.

—Celine me dijo que te lo trajera. Esto es solo jugo de naranja —me explicó mirando ahora hacia donde estaba su esposa, la cual nos espiaba por encima del libro que fingía estar leyendo, tomé la copa de su mano mientras murmuraba un "gracias".

Disimulé mi sorpresa cuando él se sentó en la silla de playa que había a mi lado mientras miraba hacia la piscina. Admiré su reluciente cabello rubio, era muy obvio a quién Vladimir había sacado ese cabello tan abundante y lacio, al igual que esos ojos tan únicos. Valentin ahora me estaba observando, haciéndome tensar de inmediato. Sentí como cada fibra en mi cuerpo se ponía en alerta.

A pesar de compartir el mismo color amelado en los ojos, sus miradas eran muy distintas. Vladimir era frío, vacío, indiferente y malvado... Pero lo que notaba en su padre era algo mil veces peor, se veía que era despiadado y sin escrúpulos a un nivel que iba más allá de mi imaginación. Aunque ya estuviese retirado, eso no cambiaba el hecho de que era una leyenda viva en el mundo del que todavía era parte su hijo.

Valentin sonrió logrando que se le marcaran algunas líneas de expresión bajo los ojos. Me sentía como un libro abierto delante de él, como si pudiese leer mis pensamientos, él me miraba como si supiera todos los secretos del mundo, incluyendo los míos. Por un segundo sentí que me perdía en ese profundo e hipnotizante color miel...

Russian || MD 2Where stories live. Discover now