Espacio en blanco

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Dean

Toqué mi cuello y mi frente en distintas zonas y me alegró sentir que todavía estaba ardiendo. Me había enfermado. Según el doctor que me vino a ver esta mañana, había captado algún tipo de infección en la travesía desde Miami hasta aquí. Esta era la primera vez que me sentía feliz por estar enfermo, ya que ha sido la excusa perfecta para no salir de la habitación durante horas, pero sobre todo, para no ver a Vladimir.

Todavía no lograba asimilar que ayer me había pedido matrimonio. De todas las cosas que imaginé que querría de mí, el casarnos no era una de ellas. ¿Por qué quiere eso? Me lo he estado preguntando desde que me lo propuso, y lo hubiese sabido de no haber huido lejos de él en ese momento. Me cubrí la cara con las manos recordando cómo me había marchado bajo su intensa mirada. Él no trató de detenerme, cosa que agradecí bastante. Necesitaba pensar.

Es cierto que no intentó detenerme, pero...

Aparté las manos de mis mejillas calientes y miré las tres delicadas y pequeñas cajas negras que estaban sobre la mesa de té. Me levanté de la cama arrastrando las sábanas conmigo y caminé hacia allá sintiendo todo el cuerpo adolorido. Solté un suspiro y tomé la más grande de todas.

Era obvio que Vladimir seguía esperando una respuesta.

El collar de diamantes que estaba viendo en este momento era una buena señal para intuir que deseaba escuchar un "acepto" de mi parte. Cerré la caja y la dejé en su posición original, en las otras dos había un reloj y un brazalete, a simple vista podía afirmar que todo eso costó una fortuna. ¿Cómo es que Vladimir había pasado de arruinar mi vida a querer casarse conmigo?

Ni siquiera todos los diamantes del mundo me harían olvidar las cosas que me ha hecho y por supuesto, no me cegarían de ver que tenía intenciones oscuras y turbias detrás de su propuesta. Él no parece el tipo de hombre que pediría algo así a la ligera. Algo estaba sucediendo...

Pero una de las cosas que más me ha inquietado en las últimas horas, era no poder negar que sentí más emoción y sorpresa dentro de mí con su propuesta que con la de David hace meses. Vladimir me había dejado completamente desarmado y descolocado con solo pronunciar cinco palabras.

Miré hacia la puerta cuando se abrió, solté un suspiro de alivio al ver que era Roger. Él frunció el ceño al verme.

—Deberías estar descansando —dijo señalando la cama, hacia la cual caminé al sentirme un poco mareado por la fiebre. —Todos están preocupados por ti —agregó arrastrando uno de los pequeños sillones cerca de la cama, me crucé de brazos al ver que mantenía su distancia de mí con temor de enfermarse también, como si tuviese covid o algo peor.

—¿Todos? —pregunté en un susurro mirando ahora lo soleado que estaba el día, por lo que la nieve parecía brillar bajo los cálidos rayos.

—¿Quieres saber si Vladimir también lo está? —desvié la mirada molesta hacia Roger, él se encogió de hombros y me observó con detenimiento. —¿Todavía no me piensas decir qué fue lo que pasó? —preguntó algo molesto. Me cubrí por completo con las sábanas solo dejando una pequeña abertura para mi nariz. No sé por qué me daba algo de vergüenza decirle sobre la propuesta del ruso. Sabía que él estaría en contra... O al menos eso me gustaba creer.

—No pasó nada... —murmuré descubriendo mi cuerpo al sentir que me comenzaba a asar debajo de las sábanas, él arqueó una ceja.

—Ajá. Y mágicamente después de hablar contigo Vladimir retiró el perfecto trato que nos ofreció —soltó con un poco de resentimiento que pronto se transformó en sospecha. —Sin contar que ahora está cortejándote... —abrí la boca para replicar pero él estaba viendo los regalos sobre la mesa, me quedé callado.

Russian || MD 2Where stories live. Discover now