Corre

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Roger

Después de deshacer el apretado nudo de mi corbata, esbocé una sonrisa hacia Daniela cuando, por cuarta vez en los últimos veinte minutos, llenó mi copa con champaña. ¿Acaso su plan era embriagarme? Porque necesitaría más que una botella para eso. La pelirroja me dedicó una mirada seductora antes de unirse a Conrad, quien bailaba animadamente en el centro de la habitación. Aunque la fiesta seguía abajo, me había retirado tan pronto como anunciaron la repentina partida de Vladimir y Dean.

Había inquietud en mi mente. No recordaba haber visto a Dean despidiéndose de nadie, ni siquiera de sus padres, y no estaba tan borracho como para haberlo olvidado. Me resultaba muy extraño, pero la preocupación se disipó un poco al recordar cómo se miraban los recién casados. Quizás no se soporten el uno al otro, pero sé que definitivamente en esa isla se quitarán las ganas que se traen, aunque el infierno se desate cuando regresen a la realidad.

Mientras me sentaba en la cama, mis ojos se perdieron en los oscuros ventanales. En toda la noche, no había intercambiado ni una sola palabra con Nikolai. Aunque no pude evitar notar que, casi mágicamente, su acompañante había desaparecido. Él tampoco intentó hablar conmigo, así que no debería ni siquiera estar pensando en él o preocupándome; mañana, todo esto será solo un mal recuerdo.

—¿En qué tanto piensas? —me tomó por sorpresa la repentina cercanía de Daniela al preguntar eso con un tono suave, mirándome con curiosidad.

—No es en qué, sino en quién... —fulminé a Conrad con la mirada cuando dijo aquello maliciosamente. Daniela se sorprendió, aunque noté algo de decepción en sus ojos. El pelinegro, por otro lado, sonrió, consciente de la incomodidad que había sembrado en la habitación.

Sabía lo que buscaba la pelirroja cuando me siguió a mi habitación, forzando una absurda conversación sobre mi estilo de cabello; sin embargo, ella no contaba con que Conrad estaría en el ascensor y con muchas ganas de hablar, como siempre. De alguna manera, terminamos en una especie de mini fiesta privada. Pero, ¿qué habría pasado si el pelinegro no hubiese aparecido? ¿Habría rechazado cualquier insinuación de Daniela? La sola idea de tener sexo con alguien más me provocaba una inusual sensación de rechazo.

—Ese "quien" ya no existe —sentencié, mirándola fijamente. Ella se sonrojó bastante, mientras que Conrad resopló, cruzando los brazos con evidente desacuerdo.

—Creo que ya es hora de que me vaya —murmuró él, leyendo el ambiente. No dije nada y me mantuve observando a la mujer que se sentó a mi lado. Daniela era muy llamativa; su cabello largo, lacio y pelirrojo resaltaba sus grandes y expresivos ojos verdes, al igual que sus carnosos labios, ahora pintados de carmín. Aunque era de baja estatura, su trasero, sus senos, y todo su cuerpo en general, estaban muy bien proporcionados. Hoy llevaba un largo vestido negro brillante que abrazaba generosamente sus curvas, acentuando aún más su figura seductora. Era el tipo de mujer que me haría voltear una segunda vez si pasara a mi lado...

O al menos eso era antes de haber conocido a ese altanero ruso.

No sentía ningún tipo de excitación al ver a Daniela. Aún así, en cuanto Conrad cerró la puerta, dejé la copa a un lado y la besé. Ella me respondió de inmediato. No siento nada. Moví mis labios con demanda mientras bajaba las manos a su cintura. No siento nada. Podía sentir el calor de su rostro mientras su lengua bailaba con la mía. No siento nada. Busqué el cierre de su vestido y lo bajé lentamente. No siento nada. Abrí los ojos al acariciar su espalda desnuda. No siento nada. Observé su pecho descubierto, mis ojos fueron desde sus pezones rosados hasta el tatuaje con forma de As de espadas entre sus senos. No siento nada. Agarré uno de sus pechos y lo masajeé mientras mi boca iba al otro, succionando y mordiendo suavemente su pezón, provocándole espasmos de placer a su menudo cuerpo. No siento nada. Ella terminó por bajar completamente su vestido, quedando solo en unas pequeñas bragas rojas que combinaban bastante con el sonrojo en su rostro. Y aun viendo a esta hermosa mujer, casi desnuda por completo frente a mí, no sentí nada.

Russian || MD 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora