Cacería

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Dean

Me llevé un puñado de almendras a la boca mientras observaba las fotos que Daniela me estaba mostrando en su celular. Ya tenía todo listo para cortarme el cabello; sin embargo, el único inconveniente era que ella no estaba dispuesta a hacerme el corte que yo tenía en mente. Quería probar algo diferente, pensaba en un estilo casi rapado a los lados y con la parte superior no tan larga. A mi parecer, luciría genial, pero Daniela empalideció al ver la imagen de referencia que le había mostrado hace unos minutos.

—Sigo creyendo que la mejor opción es la que te mostré —le dije mientras apartaba la mirada hacia los espejos que decoraban cada pared de este salón en el tercer piso. Lo único que tenía este lugar, además de los espejos, era un sofisticado sistema de música, lo cual despertaba mi curiosidad, ya que, según Mila, la música estaba prohibida aquí. —¿Sabes qué es este lugar? —pregunté, desviando la mirada hacia el amplio ventanal frente a nosotros que ofrecía una vista al jardín delantero de la casa.

—No tengo idea, quizás fue un salón de baile —contestó Daniela, metiéndose en mi campo visual. La observé cruzarse de brazos y mirarme detenidamente. —¿Qué tal si solo lo cortamos un poco? —propuso mientras sus ojos se posaban en mi cabello. Suspiré resignadamente. Sabía que discutir con ella sería entablar una guerra sin fin.

—Está bien, tú ganas —me rendí, tomando mi celular y conectándolo al sistema de música.

—Gracias —respondió la pelirroja, alzando las manos al cielo. Aparté las almendras mientras ella me rociaba agua en el cabello con la ayuda de un atomizador. Su expresión cambió por completo cuando comenzó a sonar Paradise de Coldplay. Lucía atónita. —¿Nadie te lo dijo? Aquí...

—Sí, sí, ya sé, no se escucha música... —repetí las palabras de Mila con despreocupación. Ella se encogió de hombros, aparentemente resignada, y siguió en lo suyo. Si este lugar realmente solía ser un salón de baile, probablemente está insonorizado, así que solo nosotros estábamos escuchando la música. Además, Vladimir no me había dicho nada aquella vez en la cocina.

Me quedé absorto leyendo algunos comentarios en mis fotos mientras ambos tarareábamos. Mis ojos se desviaron hacia el ventanal cuando un movimiento afuera captó mi atención. Vladimir había llegado. Observé su auto aproximándose a la casa, y sentí cómo la tensión se apoderaba de mí. No hemos intercambiado palabras en todo el día, ya que cuando desperté, él ya se había marchado. Me había pasado la mañana entera pensando en mis memorias olvidadas. Sabía que él no me contaría qué fue lo que sucedió entre nosotros. Su cortante "Buenas noches" después de que le dije que recordaba nuestro primer encuentro indicaba que estaba decepcionado y quizás algo molesto conmigo.

Dejé de atormentarme por el pasado al ver a una pelinegra salir de su auto y caminar con él hacia acá. Fruncí el ceño al verlo riéndose mientras ella iba agarrada de su brazo. La desconocida era una mujer alta, con un cabello negro, largo y brillante. Su tez era pálida, y llevaba unos lentes de sol rojos, casi tan intensos como el color que lucía en los labios. Era considerablemente más alta que Ivanka y definitivamente mucho más que yo. Los perdí de vista en cuanto entraron a la casa. ¿Quién era? ¿El reemplazo de Ivanka?

Me relamí los labios y mantuve la mirada fija en las montañas nevadas más allá, esforzándome por ignorar la ligera punzada de celos que surgía en mi interior. Debería estar agradecido de haber visto eso, quizás así mi tonto corazón deje ya de fantasear con ese hombre. Solo debo pensar en lo estúpido que me sentiría ahora mismo si ayer hubiésemos tenido sexo sobre esa mesa en aquel restaurante... ya de por sí, me siento bastante ingenuo por haberle seguido el beso...

Esto era de esperarse. Sabía que solo era cuestión de tiempo para que llegara la sustituta de Ivanka... aún así, creí que después de las cosas que ocurrieron ayer... creí que él cambiaría...

Russian || MD 2Where stories live. Discover now