Segundo mes

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Sin ningún tipo de disimulo, miraban asqueados el almuerzo de Ranpo.

—¿Eso es comestible?

—¡Por supuesto, Yosano!

Un sándwich de donas. Su contenido era: dos hamburguesas, queso derretido, ketchup y mayonesa.

Ciertamente, Ranpo no podía resistirse ante tal combinación, y se chupó hasta la punta de sus dedos cuando terminó.

—¿Quieres más? No me sorprendería...

—¡No le hables así a tu superior! Puedo hacer que te despidan. ¡Controla tu lengua!

Atsushi hizo una reverencia a modo de disculpas. Y para compensarlo, se ofreció a hacer otro sándwich de donas, para Ranpo.

—No entiendo cómo esta delicia no es provocativa para ustedes, anormales.

Nadie dijo nada.

Existía una razón por la cual todos callaron. Algunos se tuvieron que morder la lengua para no responder ante tal ofensa por parte de Ranpo.

—Últimamente estás muy a la defensiva y buscando pelear o hacer enojar a alguien, Ranpo. Tranquilízate un poco.

El presidente lo había llamado a su oficina. Ranpo al escuchar aquello, se enojó.

¡Mentira!

—El otro día, Kyouka se tropezó y tú te reíste. En vez de disculparte, le diste una charla de porque era tan obvio que se iba a caer, y que estuviste esperando largo rato a que pasara por allí para que luego se cayera.

Bueno... eso no es nada. Y solo fue una vez.

—Retaste a Kunikida por llegar tres minutos tarde. Y no tomaste en cuenta que él es muy responsable y aplicado en esas cosas siempre, si se equivoca una vez solo demuestra su humanidad.

Bueeno, pero nunca sobrepasé los límites.

—Llamaste a los Tanizaki norteños y les diste una lista de chicos y chicas que están a su potencial.

—No le veo lo malo.

—¡Les diste apodos a todos los criminales de todos los casos que te dí estas últimas semanas!

Cada vez que los llamaba por sus apodos me volteaban a ver. Era obvio que les quedaba bien, ellos lo sabían, a tal punto de identificarse y no decirme nada al respecto.

—Pero es una falta de respeto, Ranpo.

—¡Son criminales! Ellos faltaron el respeto primero a la sociedad.

—¿Y los de la agencia? ¿Ellos también son criminales para que los vayas insultando o regañando a cada rato?

Ranpo se calló. Repasó cada uno de los momentos que el presidente le había recordado en esa charla, y se dió cuenta que tenía razón. Pero, lo peor fue que aquello no era nada, comparado con todo lo que le hizo pasar a Poe.

Y una avalancha de recuerdos lo invadió:

Primer recuerdo:

Luego de una noche de pasión con su pareja, Ranpo se estaba despertado. Había estado babeando mientras dormía y se dió cuenta al ver su almohada mojada. Una vergüenza inimaginable lo invadió. ¿Poe se habrá dado cuenta de ese pequeño detalle asqueroso?

Buenos días, ¿dormiste bien? A juzgar por tu cara, no me cabe duda de que sí.

¡No cabía duda de que si se dio cuenta del detalle asqueroso!

—¡Tonto!, ¡Yo puedo babear todo lo que yo quiera, déjame en paz!

¿Qué estás-

—¡Idiota!, ¡idiota!, ¡idiota!

La cara de Ranpo era un tomate.

Poe lo procesó unos diez segundos, y no pudo hacer más que salir de la habitación, en ropa interior, porque su novio lo había echado fuera.

Segundo recuerdo:

El agua recorría cada parte del cuerpo de Ranpo. Estaba bañándose.

Agarró el jabón y comenzó a pasarlo por todo su cuerpo. No llegaba a la espalda.
Poe siempre lo ayudaba a bañarse, y nunca salía de la ducha sin haber lavado cada rincón. Pero, esta vez Poe no estaba, por trabajo. Decidió hacerlo solo, y dejarlo pasar.

Pronto, se presentó otro problema. El shampoo estaba fuera de su alcance, muy alto. También lo dejó pasar.

Listo, ya se había aseado. Solo falta secarse.

¿Y la toalla?

Abrió la puerta del baño, sintió el frío al hacerlo. Poe se encargaba de traerle la toalla. ¿Realmente no puede hacer nada sin él?

Se enojó. Claramente, estaba muy enojado.

Pasó por los pasillos buscando la toalla, mojando el piso y todo lo que tocaba. Para cuándo Poe llegó a casa, la encontró hecha un desorden total.

¡Vaya sorpresa al encontrarse a Ranpo, con el pelo mojado y una cara de querer matarlo, sentado en el sillón de la sala, esperándolo!

Tercer recuerdo:

La bella pareja acababa de terminar de comer la cena. Estaban llenos y felices, pasando el rato leyendo libros al lado de la chimenea.

Ranpo le quitó el libro a Poe, y lo dejó a un lado, junto al libro que él estaba leyendo hace un buen rato.

—Me aburrí. Hagamos algo juntos.

—Eso hacíamos.

—¡Algo que se necesite de movimiento y emociones fuertes!

Poe sintió su cara arder.

—¡No, no! Sexo otro día. Quiero... no lo sé, ¡quiero hacer algo!

—Mm... ¿ajedrez?

—Podría ser... pero no.

—¿Hamilton?

—No.

—¿Comer helado?

—¡Sí! Pero además de eso... ¡hacer algo divertido!

—¿Cartas?

—Juegos de mesa no. Juegos no.

—No lo sé, Ranpo. Si tú no lo sabes, menos yo.

Ranpo lo miró a los ojos, unos quince segundos después se encontraba llorando.

—¡Me detestas!, ¡me odias!, ¡Si no quieres hacer nada conmigo solo dilo!

Poe demostró afecto y comprensión al verlo tan indefenso y triste. Pero eso solo lograba que Ranpo se pusiera peor.

En la actualidad. Ranpo pidió consejos de como disculparse. Y terminó olvidando todo al oscurecer.

Continuará...

Bebé - RanpoeWhere stories live. Discover now