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Pestañe varias veces intentando acostumbrarme a la fuerte luz que tenía sobre mi. Cuando pude mantener los ojos abiertos, baje la mirada viendo mis brazos atados a la silla donde estaba sentada y comencé a preocuparme, porque no me acordaba de absolutamente nada y no estaba segura de dónde estaba. Intenté soltarme, pero solo lograba cortarme la piel de los brazos.
Mi corazón comenzó a acelerarse e intente obligarme a recordar algo, pero lo último que mi cabeza tenía era una escena de brian con vanya, jugando en el jardín.
Ellos abrazados. No podía recordar otra cosa y eso me preocupaba el doble, porque no sabia si ellos estaban bien o si también estaban en peligro, no estaba segura de nada.
Luego de unos minutos eternos donde solo pude torturarme a misma en busca de recordar algo, la puerta se abrió dejando ver a thomas.
¿Como me encontró? ¿Qué estaba pasando?
—Bienvenida de nuevo, cariño.—Me sonrió ampliamente antes de buscar una silla y sentarse adelante mío. Iba a enloquecer sino me decía lo que estaba pasando.—Lo se, no recuerdas nada.. lo entiendo y te lo voy a explicar.—Murmuro al sentarse.
Me mantuve callada.
—Mira corazón.. después de tanto tiempo conociéndote y conociendo a tu hermano, puedo decir que algo de aprecio te tengo.—Murmuro suavemente antes de prenderse un cigarro.—Entonces solo te diré que por la plata y la información baila el mono, cariño. No debiste abrir esa boca tan linda que tienes.—Me sonrió con ironía y entendí una gran parte.
—Wow..
—Lo se, corazón, lo se.—Murmuro sacando el humo.—Te permito llorar si lo necesitas, grita si quieres, puedes hacerlo. Nadie va a escucharte aquí y eso está bien.
Solo lo observe con los ojos cristalizados, pero no le iba a permitir verme de esa forma. Me sonrió ligeramente mientras asentía levemente sabiendo que no iba a hacer nada al respecto.
—¿Mi hija esta bien?
Asentío.—Si, él solo te entrego a ti. No tengo idea dónde están todos los demás, si te soy sincero.. tampoco me importan, solo te necesito a ti.
—Esta bien.—Suspire.—Solo hazlo, ¿Qué estas esperando?—Pregunte mirándolo fijamente.
Él fingió pensarlo.—Solo me gusta verte así. Indefensa.
—Pudrete.
Él río.—Y yo que pensaba ser bueno contigo. Haré que te lo hagan sin anestesia y de la forma más dolorosa posible, por ser una perra conmigo.
—Encantada, cariño. Seguiré siendo una perra contigo hasta el día en el cual me muera.—Murmure seriamente sin dejar de verlo a los ojos.
—Si, lo se, corazón.
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Me dejó sola durante horas hasta que dos hombres con el rostro cubierto aparecieron y sin decir nada, me llevaron a otro cuarto a empujones bruscos. Me sentaron en una silla como las que usan los dentistas, ataron mi brazo a un costado y también amarraron mis pies. Me inmovilizaron al completo.
—Que linda te ves.—Murmuro con una gran sonrisa, dando un pequeño aplauso antes de acercarse hasta donde yo estaba. Me miro y se encargo de quitarme el cabello de mi rostro.
—Si, siempre.
Él asintió.—Te va a doler, pero me dolerá más a mi, hermosa. Te lo puedo asegurar.—Murmuro seriamente y por la puerta entraron dos médicos totalmente cubiertos también. Los mire siguiendo sus movimientos en silencio, no quería perder el brazo.
—Será rápido.—Dijo uno de ellos.
—Si, probablemente no lo sea.. pero piensa que lo será.—Intervino thomas con ironía.—Y puedes pensar, que cuando esa memoria esté en mis manos todo habrá acabado entre nosotros para siempre.
—Ya lo veremos, thomas.
—Te estaré viendo, corazón. No hagas renegar a los médicos, por favor. Se una buena chica.
