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♬ Margaret ⚊ Lana del Rey.
Cariño, si tu amor está en problemas Cuando lo sabes, lo sabes.
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" LO SIENTO. " Esa frase se repetía una y otra vez en la cabeza de Mel. Es todo lo que Jim podía decir últimamente. No era su culpa, pero eso no quitaba el dolor que implicaba la distancia.
En estos días Halpert no podía dormir ni comer correctamente, sabía que todo esto no iba bien. Estaban cerca de cumplir un mes sin verse. ¿Pero si esto era lo máximo que él podía dar? Y aún así no estaba dando frutos, no era suficiente.
Mel ya no se molestaba en dar entrevistas para las cámaras, no tenía los ánimos, no tenía sobre qué bromear. También, hace dos días que no respondía las llamadas de Jim, escuchar su voz la entristecía, solo poder escucharlo por un teléfono... era devastador. Ella se limitaba a únicamente responder los mensajes de texto.
¿Y si a él le daba igual no verla? ¿Quién deja pasar un mes sin ver a alguien que ama como si nada? ¿Qué se supone que eso significa?
Sin necesidad de decirlo explícitamente, ambos sabían que alguno tenía que sacar este tema y hablarlo. No podían seguir fingiendo que no ocurría nada. Alguna salida tenía que haber, incluso si eso significaba un fin.
Apareció una llamada de Jim entrante. Estaba tan desesperado por escuchar la voz de ella, que a diferencia de la rubia, a él lo consolaba escucharla. La mujer se armó de valor y atendió, tenía que enfrentar y aceptar que había un problema.
— ¿Mel? Dios. — El hombre suspiró al ver que contestó. — Necesito que me hagas un favor.
— ¿Qué? Jim, me gustaría tener una charla contigo. ¿Sabes cuánto tiempo pasó? ¿Estás consciente de ello? — Mel intentó mediar su tono de voz, después de todo, estaba en el trabajo.
— ¿De qué hablas? Melody, escuchame.
— No, contesta. ¿Sabes cuánto tiempo pasó, Jim? — Sonaba insegura y temerosa por la respuesta, pero quería oírla.
— Llevo la cuenta. Sé a dónde quieres llegar con esa pregunta pero necesito que me escuches. — Insistió.
— Estoy escuchando.
— Bien. — Hizo una pausa pequeña y volvió a hablar. — Baja del edificio, por favor.
— Espera, ¿Viniste hasta aquí solo para pedirme un favor? ¿Estás bromeando?
— No, Mel... estoy aquí para ti. El favor es que bajes ahora, está lloviendo y estoy empapado.
— Oh.
Carter se sintió un poco avergonzada de no haberlo entendido en primer lugar. Colgó el teléfono y avisó que volvería enseguida. Salió del edificio pero no encontraba a nadie a su alrededor. Hasta que a lo lejos logró notar a un hombre de hombros anchos con un abrigo azul oscuro que se podría confundir fácilmente con negro. Ella reconocía ese atuendo.
Mel pasó la calle casi corriendo, lo había extrañado tanto, una mezcla de felicidad e impotencia se apoderaba de su cuerpo. Un auto le tocó bocina por haber cruzado con tanto descuido, el sonido de la bocina hizo que Jim viera para su dirección.
Ella estaba parada enfrente de él finalmente, pensó que se abrazarían después de extrañarse tanto, pero el no dió indicios de querer ningún abrazo.
— Edificio equivocado. — Habló Mel con la respiración agitada, había salido sin paraguas por el apuro y ahora su cabello goteaba.
— Pero chica correcta. — Respondió Halpert soltando una risita nasal.
— Jim, sé de lo que tenemos que discutir, y lo único que tengo para decir es que no quiero terminar esto, dime que me quede. — Dijo casi en un tono de súplica la rubia, fue directa al punto, no podía cargar más con ese peso. — Si me lo pides, me quedaré.
— ¿De qué hablas? Mel, no te pediré que te quedes. La situación es complicada pero yo no lo soy.
— ¿No me pedirás que me quede? — Su voz se quebró.
— No, Mel... — Tragó saliva de manera nerviosa mientras metía una de sus manos en el bolsillo de su abrigo. — Mira, estas semanas que estuvimos tan lejos del otro me hicieron entender que no quiero jamás pasar un día más en mi vida de esa forma, es decir, sin ti.
— Todo seguirá igual, Stamford... Scranton. Seguiremos así, lejos, Jim. ¿A quién engañamos? — Pasó su mano por su rostro frustrada.
— No me estás escuchando. — Rió un poco, su voz también temblaba. — Mel, no quiero que te conviertas en una extraña con la que comparto recuerdos que vive a tres horas de mi, es todo lo opuesto, quiero que seas mi presente y futuro ¿De acuerdo? — El hombre hizo una pausa y de su bolsillo reveló un estuche de anillo. — Y realmente no importa si tengo que renunciar a una sucursal para lograr eso.
— ¿Jim? ¿Qué haces? — Por un segundo sentía que su alma dejaba su cuerpo. Retrocedió un poco cuando notó que Halpert comenzaba a arrodillarse.
— En lugar de pedirte te quedes, te pediré algo mucho más importante. — Quedó un segundo en silencio y reunió valentía. — Melody Carter, ¿Me harías el honor de casarte conmigo? — Abrió el estuche del anillo, era de una piedra hermosa y delicada, nada demasiado extravagante, pero preciosa. Él sonrió esperanzado, seguro de poder atravesar cualquier adversidad si escuchaba un "sí" de ella. La lluvia se agravó, el castaño entrecerró los ojos debido a las dispersas gotas que resbalaban y caían en su rostro, esperando una respuesta, la cuál no tardaba en llegar.
La rubia asintió con la cabeza levemente, pero el sonido de la lluvia era tan fuerte que el joven no estaba seguro de haber entendido bien su respuesta.
Entonces, Melody levantó la cabeza y miró al hombre frente suyo a los ojos. Con una sonrisa en los labios, asintió con firmeza y un suave "Sí" salió de ella. Halpert, aliviado, se levantó y la abrazó con fuerza, mientras la lluvia seguía cayendo sobre ellos, bañándolos de nuevas emociones.
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