La chica del momento

1K 116 19
                                    

Vicky se rehusó a marcharse del hospital.

Su madre se quedó con ella, sentada en el fondo de la sala de espera.

—Puedes ir a casa. Te puedo pedir un taxi si quieres —le dijo Vicky a su madre.

Su madre negó con mueca entristecida.

—En esa casa me amargo —le respondió la mujer con orgullo—. Me acuerdo de la dueña de casa desarreglada que era y me deprimo.

Vicky asintió y se levantó para conseguir un par de cafés.

Compró también unas galletas que compartieron sin dejar de hablar sobre lo ofensivo que les resultaba lo que el psicólogo había hecho con ellas.

Las había excluido de tan importante lista y las habían sacado a la calle irrespetándolas por entero.

Aburrida de esperar, Vicky navegó en su teléfono. Primero revisó sus redes sociales. Era una chica popular, codeándose con ricachones de su edad. Siempre tenía citas, invitaciones y una larga lista de amigos de la que solía alardear.

Cuando recordó la situación de Christopher y su hermana se metió al navegador y buscó el nombre del editor en jefe para leer las últimas noticias que lo relacionaran.

Encontró mucho material y se entretuvo leyendo por largo rato; leyó sobre su nuevo puesto, su desfile de asistentes y amantes, de su chasco en la fiesta de Wintour y su departamento incendiado, hasta que descubrió que los medios no conseguían dar con su paradero desde hacía unos cuantos días.

—Así que está desaparecido —pensó en voz alta. Su madre la miró con lio—. ¿Por qué se estará escondiendo? —se preguntó a sí misma y pensó en Lily con recelo.

Se levantó cuando tuvo una idea y se preparó para salir del hospital.

—¿A dónde vas? —preguntó su madre y se levantó también.

Vicky le pidió que se quedara allí.

—Solo haré una llamada —dijo maliciosa y se marchó.

Cuando estuvo en un lugar más privado, llamó a una agencia de paparazis y por cien dólares les entregó la ubicación de Christopher Rossi y una mentira que arruinaría muchas cosas.

Regresó al interior de la sala sintiéndose triunfante. Nadie la rechazaba, mucho menos la minimizaban al compararla con su hermana.

Esa era la parte que más le quemaba. Que la hubiesen rechazado por su hermana.

A la medianoche, la madre de las tres hermanas se cansó de esperar en una silla plástica tan dura y le dijo a Vicky que lo mejor era que se fueran a casa.

Vicky estaba caprichosa. Quería quedarse a ver el escándalo cuando los paparazis descubrieran a Christopher en el hospital, pero, cuando entendió que podría verse expuesta ante sus padres, decidió que lo mejor era disfrutar del drama desde lejos.

Se marcharon las dos en un taxi, mientras que Lily, su padre y Christopher continuaron con Romy, a la espera de obtener noticias beneficiosas sobre su salud.

Por la mañana, el psicólogo y el médico que había operado a Romy se unieron a ellos. Realizaban su ronda matutina y los atendieron para ofrecerles un poco de calma.

Además, Christopher estaba allí y su amigo no iba a pasarlo por alto.

—El estado de Romina es delicado, sobre todo su salud mental —informó el médico—. No podemos darle el alta esta semana, tendremos que mantenerla aquí, bajo cuidados y observación...

—Doctor, discúlpeme —lo interrumpió el señor Lopez—, pero no tenemos seguro. —Le miró complicado—. Podemos cuidarla en casa, yo serví en la Cruz Roja Americana y...

Suya por contratoWhere stories live. Discover now