Cinco minutos... o menos

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En el taxi, Lily miró la hora en su teléfono y descubrió que tenía un mensaje proveniente de Christopher:

"Tuve que regresar a Craze. Nos vemos aquí".

Se imaginó que las cosas estaban tensas y rápido decidió que debía marchar cuanto antes.

Le dijo a su padre que lo acompañaría hasta la casa, pero que no se bajaría a interactuar con su madre o hermana por falta de tiempo. Iba atrasada al trabajo y no quería defraudar a Christopher, tampoco ponerlo en aprietos.

Su padre pudo entenderla sin problemas y cuando el taxi se detuvo frente a su casa, solo su padre se bajó y ella usó el mismo taxi para viajar hasta el edificio de Revues.

Por suerte, fue un viaje rápido.

Se bajó corriendo y se montó en el elevador dispuesta a pisar Craze después de muchos días extraños.

No quería fallarle a Christopher, no cuando él solo había sabido apoyarla.

Caminó por el pasillo luminoso con firmeza, directo hasta la oficina de Rossi, pero las miradas intensas la frenaron en su marcha segura.

La recepcionista la vio y no vaciló en correr a saludarla.

—¡Hola, Lily! —expresó feliz y sostuvo su mano con una embelesada sonrisa—. Soy July y sé que empezamos con el pie equivocado, pero... ¡wow! —exclamó emocionada—. Eres la nueva It girl y te amo.

Lily alcanzó a sonreírle, un tanto perpleja por su efusivo recibimiento.

—Basta —regañó Marlene y dio grandes zancadas hacia ella.

Lily se tensó al verla después de tanto tiempo. Aun recordaba sus encuentros pasados y, claro, humillantes. Intentó no doblegarse ante ese cuerpo perfecto, la ropa estirada y las arrugas también.

Marlene puso mueca de asco y la miró de pies a cabeza con poco convencimiento. Aunque se vestía de seda, para ella seguía siendo la misma mona.

—Trae a mi oficina las columnas de este número. Estamos retrasados y es por tu culpa —le dijo firme y se dio la media vuelta para desaparecer por el final del pasillo.

Lily se quedó mirándola perpleja. Hubiera querido responderle firme, pero no quería meter en problemas a Christopher e intuía que, esa mujer era un problema con falda.

Calma, Lily miró a July y con suavidad le preguntó:

—¿Dónde puedo encontrar al señor Rossi?

July sonrió y se enganchó de su brazo como si fueran grandes amigas y la llevó hasta la sala de reuniones.

Le abrió las puertas dobles con amabilidad y la invitó a pasar, aun cuando Lily no sabía qué estaba ocurriendo.

Cuando Christopher la vio se puso de pie por la sorpresa. Le era costumbre mirar a las mujeres de arriba abajo para comprobar la mercancía y con ella no pudo contenerse.

No había podido dejar de pensar en ella ni un solo segundo y verla vistiendo una falda corta solo empeoró lo que empezaba a sentir por ella.

Era fuerte y que se vistiera tan tentadora solo lo hacía agonizar por el deseo de tocarla.

Tras la falda reconoció su chaleco sin mangas y frunció los labios para aguantarse una sonrisita. Se veía adorable, pero podía apostar que más adorable se veía desnuda y en su cama.

—Receso. Dos minutos —dijo Chris para poder charlar con ella en privado.

Todos los concurrentes a la reunieron asintieron y se quedaron mirando a Lily con curiosidad. Todo el mundo estaba hablando de ella. Tenerla allí, en su oficina, era mejor aún.

Suya por contratoWhere stories live. Discover now