VIII - El Páramo de Roinn Pobail - Parte I

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2 años antes


                El ruido de los cascos a través del pedregal resonaba en el viento. Una caravana de al menos trescientas personas se dibujaba sobre las colinas de aquellas tierras. Kol y Ronko iban a la cabeza en una carreta de extraña apariencia, con las imponentes montañas de Roinn Pobail, alzándose por encima del horizonte, coronadas con nubes de oro en una visión que, ante sus ojos, se transformaba en un espectáculo lleno de misticismo. Era la primera vez que los fieles abandonaban la ciudad para atravesar el páramo.

                 —Anímate, que todo pasa por alguna razón y tarde o temprano, todo lo malo también pasa. —dijo Kol, mientras guardaba un trozo de pan duro en su antiguo morral de cuero.

                —No se debe cruzar por estas tierras. —respondió Ronko con voz firme pero calmada.

                —Es cierto que el páramo no es lugar para caravanas ni para alguna otra cosa, sin embargo, después de tantos contratiempos, por fin tenemos un lugar donde podemos profesar nuestra fe sin preocupaciones. Las familias de todo el mundo nos necesitan. ¿No crees que pequeño es el riesgo, si tomamos en cuenta la gran bendición?

                —Cruzar el páramo no es un "pequeño riesgo".

                —Lo es si tú estás con nosotros, gran Ronko Roinnasy —dijo Kol mientras señalaba la cabeza de un cóndor colosal amarrada al lomo de uno de los dos caballos que empujaban la carreta.

                —No lo hice yo solo.

                —Cierto, ¡más a mi favor!

                —Debimos quedarnos, Hazel no estaba en la ciudad, debimos luchar.

                 —Esa habría sido una campaña peligrosa y estéril. Tu eres fuerte. Y es cierto que el joven Egger tiene un talento poco común para el combate. Lo cual es una sorpresa, si consideramos el cargo que ocupa. Pero cuando la señorita Hazel regresara de la capital y viera lo que habíamos hecho, ni siquiera entre los dos habrían podido tocarle un solo cabello. ¿Recuerdas el gran lago que vimos desde el camino alto? Se dice que se formó gracias a la caída de una gran roca que vino del cielo hace algunos años, pero la verdad, y lo sé porque fui testigo, es que fue Hazel. Aún no sabes qué tan grande es su poder.

               —¡Y ella, no sabe qué tan grande es el poder de Gera! —respondió Ronko, con voz áspera.

               —¡Llegará el día en que lo sabrá amigo mio! y no solo ella, sino todas las naciones. Mientras tanto, continuemos el camino hacia el altar. ¿No te gustaría visitar más seguido a la gente de tu aldea?

                Ronko no respondió. Kol lo acompañó en su silencio. Poco después, sacó unos guantes de lana de cordero que se colocó con parsimonia. Los vientos del norte comenzaron a sentirse hasta en los huesos. Algunos frotaban sus manos, otros cruzaban los brazos a la altura del pecho para meterlas debajo de su ropa y los más avispados sacaban de sus morrales pequeñas botellas de akarden, licor de Kamut, traído para cuando comenzara a sentirse el hormigueo en la punta de los dedos y para cuando hubiese terminado la ceremonia.

                 —Paciencia mi buen amigo, —continuó Kol—. verás cómo las cosas vuelven al lugar que les corresponde.

                —No tengo paciencia. —replicó Ronko de inmediato.

                Kol sonrió y comenzó a entonar un cántico. Miró hacia atrás, dentro de la carroza, primero a Egger, un chico de tez blanca y de brazos fuertes que dormía en el regazo de una jovencita de piel clara y de cabello oscuro a la que luego dirigió la mirada, Teru.

CICLOS ARCANOS - En los Templos del Caos - Libro 1Donde viven las historias. Descúbrelo ahora