Capítulo 8 Armonía perfecta

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(Perspectiva de Barsen)

Me levanté al sentir un fuerte ruido fuera del viejo granero. Al abrir los ojos vi como los primeros rayos de sol se asomaban por una estrecha ventana, podría decir que eran sobre las 7 de la mañana.

Al mirar hacia mi pecho pude ver como Ceris estaba dormida abrazándome... Ella realmente se veía muy tierna durmiendo a mi costado. Sonreí y antes de despertarla le di un poco de espacio separándola de mí

— Ceris, despierta - La sacudí levemente y comenzó a abrir los ojos

Confundida, Ceris dijo - ¿Dónde estoy? ¿Barsen, eres tú?... ¡Barsen! - Dijo sorprendida

La miré y traté de explicarle lo de anoche, pero no me dejó hablar

— ¡AH! Ya recuerdo todo. Dios, nunca pensé que me quedaría dormida aquí - Se llevó las manos a la cabeza

— Deberíamos salir de aquí antes de que alguien nos encuentre y comiencen a difundir rumores desagradables nuestros -

Me levanté y extendí mi mano para ayudarla a levantarse.

— Gracias Barsen. Deberíamos salir con diferencia por si hay alguien -

— Sal tú primero y entra por los jardines delanteros. Por esta hora no debería de haber mucha gente - Dije bastante seguro.

Ceris me miró extrañada - Barsen, ¿acaso no sabes que día es hoy? Claramente, habrá servidumbre a estas horas -

Me sorprendí por no haber recordado que en no mucho vendrán a mi puerta, mi madre y todo el equipo de modistas

— ¡Dios! ¿¡Cómo no me pude haber acordado!? Entonces Ceris saldré yo antes, tengo más prisa -

Al acabar mi oración hice una reverencia y me fui lo más rápido posible. Para mi suerte nadie me vio salir de ese granero, pero cuanto más cerca estaba, más servidumbre encontraba y al verme, empezaban a susurrar, pero realmente eso no me importaba en el momento.

Llegué unos minutos más temprano que los modistas así que me dio tiempo para cambiarme y reflexionar sobre lo sucedido anoche.

Creo que Ceris no tiene ni idea de que escuché lo que me dijo mientras estaba "dormido". ¿A ella realmente le gusto? ¿Simplemente se refería a que quería mantener nuestra amistad?

Realmente había caído en un dilema con mis sentimientos. Me sorprendí al escuchar como tocaban y abrían la puerta.

— Su majestad, llegó la hora de prepararlo para la ceremonia - dijo Mikael, el jefe de los modistas.

— Mikael, ¿no se supone que mi madre tendría que estar aquí también? - Respondí con sorpresa

Justamente al mismo tiempo en que acabé la frase, mi madre abrió la puerta con una sonrisa enorme en la cara, se aproximó a mí y me tomó la cara.

— Hoy es el gran día hijo. Si tu padre siguiera vivo estaría muy orgulloso del hombre en el que te has convertido - Con ojos llorosos me besó la frente.

— Madre, le juro que seré de los mejores emperadores de nuestro gran imperio -

Mientras me iban arreglando, mi madre y yo fuimos repasando toda la ceremonia.

— Y recuerda, hijo, hoy te convertirás en emperador de Semeral. Es una gran responsabilidad y como dicen por ahí, "El poder conlleva una gran responsabilidad" - Dijo con una voz imponente.

— Lo sé, por eso estoy nervioso. No sé si voy a ser suficientemente bueno para serlo. —

— ¡Por supuesto! No conozco a nadie que lo pueda hacer mejor que tú. — Me animó mi madre

— ¡Tienes razón! Daré lo mejor de mí para que el reino siga adelante.

— Díselo, eso es lo que quería oír de mi hijo. — Me abrazó mi madre con fuertes sentimientos. — Bueno, creo que ya es hora de que vayamos yendo a la coronación.

— Sí - Respondí aliviado

Salimos del palacio y nos subimos a una carroza para ir a la coronación. La gente nos saludaba cuando nos veía haciendo pomposas reverencias.

Mientras la carroza avanzaba y la gente nos saludaba, yo no podía dejar de pensar en Ceris. ¿Qué estaría haciendo ahora?

No sabía la respuesta a eso, pero sí sabía una cosa: Que yo sentía algo, aunque en lo más profundo sabía que no sería correspondido. Pero pese a eso, querría estar con ella a todas horas.

Una vez llegamos a la catedral mi madre me agarró la mano cuando justamente un sirviente abrió la puerta del carruaje. Mi madre salió primero con la ayuda el sirviente ya mencionado y se dirige hacia adentro de la catedral, donde ya se encontraba todos los súbditos nobles del imperio y los extranjeros, los cuales eran allegados del imperio.

Bajé y me quedé deslumbrado por la belleza de la blanca catedral, la cual tenía unas bellas vidrieras de colores que con la luz del sol resplandecían como un arcoíris. Mientras la miraba el guarda de la puerta me llamo diciendo que ya era hora de hacer mi entrada.

Caminé hacia el altar donde me esperaba mi madre junto al padre el cual haría la misa por el imperio. Todo el mundo me miraba, pero eso no me intimidaba, pero no pude evitar buscar entre la primera fila a mi soporte, Ceris.

— Estás muy guapo - susurro sonriendo Ceris

Con una sonrisa le hice saber que estaba agradecido con su comentario, el cual me lleno de felicidad y confianza.

Después de más de 30 minutos de misa y rituales de coronación, por fin llego el momento en donde me proclamarían Emperador del Imperio de Semeral.

Todo el mundo se levantó y yo me arrodillé para que mi madre colocara la corona imperial en mi cabeza.

— Ante los ojos de Dios, proclamo a Barsen de Sorní como legítimo Emperador de Semeral y nos guiará con su luz a todo el pueblo de este grandioso imperio! -

Luego de estas últimas palabras, madre me colocó la corona suavemente y procedí a sentarme en el trono del emperador. Toda la gente presente juró ser leales bajo mi mandato.

Estaba feliz por finalmente suceder a mi ya fallecido padre tras 9 años de intenso esfuerzo y dedicación para cuando llegara el día el cual yo continuara el legado de mi familia.

Ceris me ayudo a mantener la compostura ay seguir todo el protocolo correctamente, porque tal vez físicamente no hozo nada, pero sabiendo que estaba justamente en la primera fila mirándome con una dulce y cálida sonrisa era suficiente para recordarme que ella siempre me ayudará en mis peores momentos.

El diamante del imperioWhere stories live. Discover now