Capítulo 14 Hermoso desenlace

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No podía ser más incómodo estar en un carruaje con tu futura esposa enfadada contigo. No sabía ni decir que es lo que siento ahora mismo. No sé pedir disculpas sin sentir orgullo, pero, por el bien de nuestra relación debería de hacerlo lo antes posible.

Ella estaba observando la luna a través de la ventana, ignorando mis miradas y mostrando desinterés en mantener una conversación conmigo

— Yo... Ceris, perdóname, yo nunca... — Ceris me cortó el habla.

— Suficiente. Sé que lo dices para que te haga caso y ya. No aceptaré tus disculpas vacías - Fríamente me respondió, mientras que ni siquiera a la cara me quería mirar.

— Pero Ceris. Yo no te estoy mintiendo. Al menos déjame acabar - Le dije con un tono dulce tomando su mano.

— ¿Sabes lo mal que me ha sentado lo que has hecho ahí dentro? Ni te has dignado a buscarme al mismo instante, te has tenido que esperar hasta ahora y ni menciono el escándalo tras tu petición. ¿No crees que ya es suficiente? - Me dijo mirándome finalmente a los ojos enfurecida.

— Mi diamante, todavía no he dicho nada para que me sonsaques esas cosas, es más, entiendo tu enfado y mis errores, pero por favor, déjame explicarte, ¿sí? - Mi cualidad más destacable es mantener la calma en situaciones explosivas y más si es con ella.

Parece que al oírme decir esas palabras se relajo un poco. Al menos me queda el consuelo de que confía en mí para ofrecerle una digna solución.

Seguidamente, le expliqué cómo quedó la situación dentro del auditorio y diciendo todos mis errores y lo mucho que me lamentaba sobre mi comportamiento tan infantil y mi falta de empatía hacia su persona.

— Ceris. — continué, mirándola a la cara y cogiendo sus manos.

— Siento mucho esta estupidez que he hecho, y me disculpo por adelantado por las que seguro voy a cometer en un futuro. Aun así, siento de corazón haberte dejado de lado en el palco, la próxima vez me limitaré a callar, escuchar y observar lo bonita que estás deleitándote con la música. -

Vi como poco a poco mis palabras la ruborizaban haciendo que se tapara la cara y volviera a ver por la ventana, dejándome con una sonrisa tonta en la cara.

Poco antes de llegar al palacio, me miró a la cara sonriendo y dijo — Eres un tonto, Barsen. -

En el mismo instante de acabar la frase el carruaje se detuvo.

Le sonreí de vuelta y al ver que abrían la puerta bajé para ayudar caballerosamente a mi hermosa prometida.

— Con lo muy caballeroso que eres y siempre haciéndome enfadar, Barsen. ¿No debería de avergonzarte? - Vi como sonrió pícaramente

— Querida, ni se imagina lo bella que se ve enojada - dije siguiendo el juego

Todo había vuelto a ser perfecto. Estaba satisfecho, hasta que mi horrible memoria me la volvió a jugar

— ¡BARSEN! - chilló la reina de mi desgracia.

Me había olvidado de Ludmila y su tediosa voz. Por su culpa Ceris se había enfadado conmigo. Sin pensarlo mucho, le puse los pies sobre la tierra

— Ludmila, podrías dejar de ser tan ruidosa de vez en cuando? - Vi como se le caía la cara al suelo tras escuchar mis palabras. — Es más, ¿sabes dejarnos un rato a solas? Es más, siempre generas malentendidos con tu tan vulgar presencia -


Vi cómo su rostro se tornaba de un color rojo tomate cambiando su expresión a una menos amigable.

— Yo... Es que... - Intentaba decir cualquier excusa mientras retorcía el pañuelo de su mano.

— Suficiente - Dije marchándome con Ceris tomada de la cintura.

Me dirigí con ella hacia mi sala privada para poder hablar tranquilamente, ya que era lo que necesitaba en aquel momento.

— Barsen... - Ceris me detuvo a medio camino — Gracias por detenerla... Me parece bastante desagradable que siempre nos interrumpa.

Al mirarla para escucharla me sonrojé, no me había dado cuenta de lo reluciente que era mi prometida, estábamos a una distancia no tan cercana, pero desde mi posición podía oler su dulce fragancia a rosas frescas.

— Con qué rosas, Ceris - Al oírlo Ceris tomo un poco de distancia de mí con un par de pasos largos atrás.

— ¿Acaso no sabes que es mi fragancia favorita, Barsen? -

— Creí recordar que era el olor de los tulipanes, pero igualmente, las rosas siempre te han favorecido más. -

Ceris se detuvo para reírse, mientras yo quedaba embelesado con su bella sonrisa

— Gran detalle el tuyo, por acordarte de algo que dije cuando tenía 15 años. Eres muy tierno -

No podía contenerme más, ella me miraba con su tan hermosa risa y mi deseo de probar su boca una vez más ardía en mi pecho.

— Yo... Ceris - Acaricié su suave rostro — Sabes lo mucho que he estado pensando en lo de esta mañana? -

— ¿E-esta mañana? - Se podía sentir los nervios en su pregunta.

La tomé por la cintura nuevamente para acercarla aún más a mí

— En la bonita figura que te hace ver ese vestido y ... - Pause para poder estrecharla contra mi pecho.

— Y... — Dijo Ceris con la voz quebradiza por la tensión del momento.

— Y en el sabor de tus labios - procediendo a tocar sus labios rosados

Ella intentó apartarse un poco, pero fracasó y estreché aún más su cintura, haciendo que sus manos tocaran mi pecho

— Barsen esto no está bien... — Acerque su cara con mi dedo y sin dejarla acabar de hablar la bese.

El diamante del imperioWhere stories live. Discover now