Capítulo 15 La gota que rebasó el vaso

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Perspectiva Ceris

¿¿En qué momento me encontraba besándome con Barsen de nuevo???

Este chico quería llevarme a la locura: Primero me enfada, luego se disculpa, y por último esto!

Mi reacción fue apartarlo de mí con mis manos, estaba alterada y ese beso me había sacado de mi partida.

— Y-yo... t-tú... ¿Qué crees que haces? ¿Piensas que puedes hacer esto tantas veces como quieras? - Solté sin pensar.

— Em..., yo pensé que... Ya sabes... que te había gustado el de esta mañana y también, que tal vez sería buena idea darte otro - Me respondió tocándose la nuca y soltando una pequeña risa algo nerviosa — Además, no importa tanto, ¿no? Si igualmente voy a ser tu marido. Tengo todo el derecho a hacerlo si me da el gusto - sonrió juguetón

Me quedé sorprendida por sus palabras. ¿Tenía el derecho dé? Espero que lo haya dicho en broma, porque me niego a casarme con alguien así de idiota. Me tragué todas mis palabras para no armar un escándalo en medio del pasillo y solo le dediqué una media sonrisa.

— Que tenga un buen día Emperador De Sorní - Diciendo eso, avanzo a pasos rectos hacia mi alcoba.

¿Quién se pensaba que era? Okay, es el emperador, mi mejor amigo, mi prometido... bueno, sí, es alguien importante, pero eso no le daba ese derecho. Es decir, claro que me gustó el beso y besa genial, eso no cabe duda, pero, esto es muy repentino para mí, hace que mi cabeza enloquezca. Él es mi mejor amigo y besarlo... se me hace raro...

Después de dar cinco vueltas alrededor de mi alcoba, tumbarme y también dar más vueltas en mi cama pensando, decidí "intentar" (a medias) ignorar o evadir a ese tonto.

(...)

Cortos días de verano, los cuales se me escurrían entre los dedos, y cuando me quise dar cuenta faltaban 2 días para mi matrimonio... Por más que intenté ignorarlo fue imposible... Me hizo volver a sentir mariposas en el estómago... No podía evitarlo... a veces perfecto, a veces tan incoherente...

Empecé a escribir su nombre en mis cuadernos inconscientemente, cuando me daba cuenta me ponía roja de la vergüenza — Dios Barsen..., eres un idiota - decía en voz alta a solas. De repente me vino a la mente aquella vez que Ann me intentó convencer de que me gustaba Barsen... y quizá no se equivocaba tanto. Odiaba admitir que él siempre vivió y vive en mi mente.

Alguien golpeó la puerta de mi alcoba, eso hizo que saliera de mis propios pensamientos reinados únicamente por alguien... En un suspiro pesado, guardó muy bien mi cuaderno y me siento en mi cama para disimular que no estaba haciendo nada.

— Adelante - Justamente abrieron la puerta. Era... Ludmilla, mi cara cambió a estar seria a tener dolor de cabeza solo con verla. No sabía que osaba hacer ella aquí — ¿Ludmilla? ¿Qué sucede? - pregunté.

— Ah, perdóname Ceris, simplemente quería hablar contigo antes de la boda y antes de que digas nada, ya sé que faltan 2 días - Se rio. Procedió a sentarse en el borde de mi cama, justo detrás de mí, que estaba situada delante del espejo del joyero. La, mire de pies a cabeza estudiando que quería hacer o qué maldad venía a provocarme.

— ¿Sabes? Nunca pensé que otra chica pudiera casarse con Barsen - desvió la mirada a la derecha — Es más, pensé que sería yo quien se desposaría con él, pero claro, ya no cabe duda que no será así. - La miré incrédula, para luego mantener la mirada con ella. — No creas que me daré por vencida; si bien no pude hacer nada para detener el compromiso, no dudes que haré todo lo posible para que me haga su concubina - dijo mirándome a través del espejo y con una mueca maquiavélica.

Mirar a Ludmilla ya era un horror, pero que viniera a decirme este tipo de cosas... No lo toleraría, no conmigo. Me levanté de la cama y me dirigí hacia ella dando pasos lentos.

— Querida Ludmilla... Primero de todo, mide tus palabras, cielo, porque estás hablando con la prometida del Emperador. No te hagas la fácil, porque, seamos claras, ambas sabemos que a ti no te miran ni poniéndote maquillaje. - Me acerqué a ella posicionándome detrás. — Lo segundo y lo más importante... escucha muy atentamente y espero que se te quede grabado en lo que llamas cabeza. El Emperador Barsen, al que tanto dices amar, es solo mío. Así que ve buscándote a algún árbol que te ame, porque me encargaré que mi prometido solo tenga ojos para una, la cual soy y seré yo.

Me quedé a gusto después de esta charla, le dediqué una sonrisa, la misma que me había dedicado segundos antes y procedí a irme del cuarto.

Antes de salir por la puerta le dediqué unas últimas palabras — Ha sido un placer haber tenido una charla tan agradable contigo querida Ludmilla. Espero que recapacites tus futuras acciones antes de tomar cualquier medida contra mí. Dicho esto, que tenga un buen día. -

Dios, finalmente le dejé las cosas claras a esa insolente. Claro porque no tenía suficiente entorpeciendo mi relación con Barsen e intentando estropear los preparativos con su falsa inocencia, no, tenía que venir a decirme eso. En que momento su pequeño cerebro pensó que podía intimidarme de esa manera? Estúpida...

Caminé dirigiéndome al jardín a tomar un poco de aire fresco, cuando de casualidad tropecé con Ann, la cual se veía muy ¿feliz?

El diamante del imperioWhere stories live. Discover now