Capítulo 13 Desamor melódico

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Una vez comenzado el concierto, Ludmila no paraba de reír por cada comentario que Barsen soltaba por su boca. Su risa era demasiado molesta y más si quería concentrarme en escuchar la música. Entendía que Barsen no quisiera prestarle mucha atención, al fin y al cabo a él no le apasionaba la música tanto como a mí, pero trataba de ser silencioso; aunque ella me cansaba.

— No entiendo cuál era su intención a venir, señorita Ludmila, ya que por lo que veo, le importa lo más mínimo que las personas aquí presentes quieran escuchar en paz esta maravillosa música. — dije lo más tranquila y serena posible.

Barsen, el cual estaba situado entre medio de ambas, me miro con molestia y dijo.

— Ceris, no recordaba que fueras tan amargada. Simplemente, estamos tratando de pasárnoslo bien en este aburrido concierto. Venga, no pongas esa cara, te ves más linda cuando sonríes. —

Sus comentarios me llenaban de tanta impotencia que no pude evitar ser grosera.

— Barsen Marcus Sorní de Semeral, ¿cómo puedes comportarte así en un lugar público? Intenta ser más maduro, y si no te interesa puedes retirarte de la sala, porque aunque no lo parezca, estoy intentando prestar atención y vuestra charla de adolescentes enamorados no me lo permite correctamente. Así que os pido por favor que os mantengáis en silencio. —

No pude evitar soltar toda mi rabia e incapacidad contra el par. Nunca vi a Barsen tan irritable. Me miraron sobresaltados y algo temerosos, pero, para él meramente fue un chiste, sonrió maliciosamente y volteó para reírse con ella.

— Vamos Diamante, si tanto te molesta a ti, porque recordemos que estás en minoría, ¿por qué no te vas? -

No pude evitar sentir algo de tristeza al oír sus tan insufribles palabras. Lo miré con tanta arrogancia que lo único que pude hacer era cumplir su deseo, levantarme e irme de aquel lugar llamando a un guarda para que me escoltara a otro lugar lejos de donde estaban ellos dos.

Mientras era escoltada hacia la zona posterior, me crucé con un viejo amigo, el conde Henry, hacía mucho que no lo veía, pero si lo pude distinguir porque no había cambiado nada. Él era moreno, de tez blanca y de ojos color verde miel, era un poco más alto que yo, ya que tan solo era menor por 2 años.

Me hizo una reverencia — Su majestad, hacía mucho que no la veía íntimamente. ¿Qué la trae por aquí? -

— Igualmente Henry. Debido a una riña que tuve con su majestad, mi prometido, decidí abandonar la parte superior e ir a buscar un asiento vacío para disfrutar el concierto a gusto - le respondí sin pelos en la lengua.

— Qué infortunio. Bueno, yo le puedo ofrecer un asiento junto al mío, ya que, para mi desdicha, mi acompañante no pudo asistir en último momento. —

Era muy agradable tal y como lo recordaba, justo lo que necesitaba. Acepté su propuesta y nos dirigimos hacia al centro del área inferior.

Ya sentados le agradecí el tan afable gesto — Muchísimas gracias, te has vuelto mi salvador en estos momentos. —

En silencio comentamos las canciones que iban tocando los tan habilidosos músicos. Él era mi compañía perfecta. Estaba tan cómoda que olvidé que Barsen estaba por encima de nosotros.

(Perspectiva Barsen)

Soy un estúpido por haberla hecho irse de aquí... Realmente no era mi intención, pero igualmente siento que tenía razón. Nosotros simplemente la estábamos pasando bien, pero ella siempre es tan impulsiva...

Sentí como Ludmila puso su mano sobre la mía — Venga Barsi, no le des más vueltas al asunto. Si se fue es porque no entiende nuestro sentido del humor, je, je, je. Recuerda 3 son multitud -

Vi como sonreía maliciosamente mientras decía el comentario sobre Ceris. Y antes de que pudiera contradecir su humilde opinión, vi desde como justo debajo estaba ella junto a... ¿El marqués Henry? Parece que estaban disfrutando juntos, como se suponía que ella debía de hacer a mi lado... No la entiendo.

— Barsen, ¿qué ocurre?, ¿acaso no estás disfrutando a mi lado? -

Sin querer mis caras delataron a Ludmila mis sentimientos.

— Ah, no te preocupes, no eres tú... — Intenté mostrarme con indiferencia

Mientras el tiempo pasaba no dejaba de mirar hacia donde ella estaba sentada. Me molestaba como la miraba Henry, ese simple marqués, y también como ella le sonreía por cualquier cosa que dijeran sobre seguramente el dichoso espectáculo. Si tan solo pudiera entender del tema no estaría sufriendo por amor.

De repente se paró la música y el director de la orquesta volteo hacia el público. ... De golpe recordé mi petición: que tocaran la canción favorita de Ceris.

— De parte de nuestro querido emperador, Toreador de BIZET, para su prometida, la gran duquesa de Persalis. —

Me levanté para saludar a los oyentes y vi como Ceris me miró con cara de sorpresa. Le sonreí para que entendiera que ella me importaba, incluso cuando nos peleábamos. Pero, debido a mi error cometido, todo el mundo susurraban, ya que en donde tendría que estar la futura emperatriz estaba Ludmila. Sin quererlo había hecho que la gente inventara rumores falsos los cuales perjudicaban mi figura y la de Ceris y todo por una estúpida pelea. Al sentarme no pude evitar sentirme como un estúpido, aislándome de todo y pensando en todo lo que había hecho mal el día de hoy.

A mí realmente me gustaba mucho Ceris: su cálida sonrisa, su gran empatía, su sentido del humor, su cabello dorado... amaba cada parte de ella, pero solo hacía alejarla de mí con mis actos insensatos.

— Oye, hace unos 5 minutos que acabó el concierto, ¿vienes ya? - ¿Quién hablaba eran mis pensamientos o Mi Diamante?

Volteé mi mirada hacia ella, mientras me miraba parada seriamente y con frialdad. ¿Tanto tiempo había pasado sumergido en mis pensamientos?

— Ah, yo..., sí, ahora iba a salir. Uh..., gracias por esperarme - La miré algo avergonzado rascándome la nuca. No me salían las palabras, verla así me hacía quedarme completamente mudo.

— No era por esperarte, quería marcharme ya, pero como verás sin ti no puedo hacerlo - Finalizó sus frías palabras y se marchó.

Me levanté con un sabor amargo en la boca y caminé hacia la salida olvidando que Ludmila estaba también conmigo.

— Date prisa, tengo asuntos importantes que atender, Ludmila - Sentí su mirada penetrándome en la cara de forma atónita por mi cambio de humor de hace un momento. 

El diamante del imperioWhere stories live. Discover now