Aprendamos juntos.

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Aunque el abdomen del líder de An Ding aun dolía por el golpe que le hizo acabar de rodillas, sus ojos se centraban en el rostro de Mobei Jun, quien como siempre se veía tranquilo aun cuando su postura era tensa.

La situación era tan irreal, resultaba gracioso como como un día tan bueno podría terminar así... y a pesar de todo, Shang Qinghua suspiro con calma mientras se enderezaba, intentando ignorar la ironía de que realmente el demonio frente a él era todo lo que imaginaba que debía ser un hombre formidable: cabello de un color tan blanco que podría fundirse con nieve, ojos azules como hielo y un rostro que no mostraba lo que sentía, perfecto, si tan solo no fuera tan cruel... aunque quizás lo merecía, después de todo, el secuestro que traumatizo a Mobei Jun y el pasado oscuro de Shen Jiu habían sido escritos por él, quizás el convivir con quienes daño profundamente era solo su karma.

Shang Qinghua se sacudió el peso invisible de encima y aparto esos pensamientos antes de sonreír como siempre, una suave tensión en su cuerpo al ver como el demonio se acercaba, pero al final no podía resistirse del todo, a pesar de que odiaba ser golpeado, el verlo siempre le despertaba un extraño sentimiento de felicidad.

Oh, dulce tortura, que tipo de locura le había invadido si no podía odiar a su verdugo.

—Mi rey, ¿tiene alguna misión para mí?— preguntó con voz tranquila, a pesar del dolor, incluso permitiendo a su mirada demorarse un poco más de lo debido en los ojos azules, y es que aun después de años tras su transmigración le resultaba extraño el saber cuál sería su último capítulo, el saber cuándo y cómo moriría le daba una sensación de miedo y paz tan extraña que podría volverse loco sin las dos personas que le mantenían sujetos a la realidad.

¿En verdad seria Mobei Jun quien lo mataría al final?...

No, si podía evitarlo, en verdad no quería morir y menos a manos de quien creo con tanto amor.

—Shen Qingqiu— respondió el demonio, sacando al cultivador de su ensimismamiento.

— ¿Necesita hablar con Shen Qingqiu?— preguntó, siguiéndolo con calma.

—Saliste hoy con él— eso sonó a una afirmación más que a una pregunta, pero aun así Shang Qinghua opto por asentir.

—Si, al pueblo vecino por unas semillas...

—Ya veo...

Al final, era verdad, el amor te volvía tonto y caprichoso.

O al menos ese era el pensamiento del líder del pico de los eruditos mientras regresaba a la cabaña del otro, con un puchero enfurruñado en los labios, su plan original era llevarse esas semillas con la esperanza de tener una excusa para regresar después o que este le visitara al día siguiente, pero al final la curiosidad por probar esas chucherías juntos le hizo volver sobre sus pasos, quizás a pesar de la hora podría convencer al ratoncito de preparar uno de esos extraños tés que traía del otro lado del rio.

Quizás, aunque Shen Jiu no lo sabía, el universo se regocijo en como los pensamientos felices solo habían preparado su corazón para sentir más dolor cuando abrió la puerta para encontrar una habitación completamente helada y a Shang Qinghua tendido en el suelo con el demonio al cual servían viéndolo con curiosidad.

Los pies de Shen Jiu se quedaron fijos por unos segundos en el marco antes de que su cerebro volviera a conectarse y le recordara la importancia de cerrar la puerta tras él, las semillas siendo olvidadas mientras se acercaba al cuerpo inconsciente, los pasos ligeramente temblorosos, sin terminar de comprender.

No habían fallado ninguna misión, no habían realizado un trabajo menos que excelente, el chico frente a él era incluso tan eficiente como para administrar el papeleo de la secta y los caprichos ocasionales de Mobei Jun, ¿Entonces, que había pasado?

Be my queen / IceJiuPlaneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora