23, 𝙏𝙝𝙚 𝙃𝙤𝙩𝙚𝙡 𝙍𝙤𝙤𝙢

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⋆⭒˚。⋆ 𝘌𝘭 𝘤𝘶𝘢𝘳𝘵𝘰 𝘥𝘦 𝘏𝘰𝘵𝘦𝘭
📍 :: Barcelona, españa.
🗓️ :: 1 de junio, 2018.

Era una pésima idea.

¿Por qué se me había ocurrido?

Sí, sí era una mala idea, ¿no?

Era una mala idea haberla citado en mi hotel. ¿Qué pretendía que hicieramos? ¿Hablaríamos? Fuera lo que fuera, la idea era estúpida y comenzaba a generarme nervios.

Tal vez abriría la puerta, sus ojos se fijarían en los míos y probablemente así nos quedaríamos por unos segundos: congeladas y totalmente desorientadas. Tal vez me abrazaría con intensidad, me diría que cometió un error, la disculparía y todo estaría bien.

Tal vez sus ojos estarían hinchados, tal como los míos, tal vez se vería demacrada por la tristeza y mi ausencia, pero era una alternativa bastante egocéntrica y para ser honesta, poco probable.

Entonces, después de tanta especulación, tocaron mi puerta cuatro veces, tal y como se lo había pedido.

Abrí la puerta de manera temblorosa, ¿cómo más iba a estar?

Al abrir la puerta, sus ojos índigo me recibieron de manera triste. Casi igual a como lo había predicho. Era como un perro mojado que esperaba a mi puerta, tratando de convencerme de dejarla pasar.

—¿Puedo? —preguntó.

Asentí y me moví de la puerta para que entrara. Se detuvo en el centro de la habitación, miró a su alrededor unos segundos. Tragué grueso y la miré detenidamente, carajo, seguía igual de bonita.

Caminé hacia ella con urgencia —No digas nada.

Le tomé la parte de atrás del cuello con necesidad y pegué mi boca a la suya en un movimiento brusco. Sus manos se posaron en mis caderas y sus labios se movieron con rapidez.

Introduje mi lengua en su boca y le pegué mi rodilla al pelvis, causándole un gemido que rápidamente se vió ahogado por mis besos. La verdad era que necesitaba eso, la necesitaba a ella y ya me había esperado lo suficiente.

Mis manos se colaron bajo su falda negra y se apoyó en mi hombro, mordiéndolo ligeramente. Le sobé los muslos suavemente, dándole una idea de lo que se acercaba, aún presionándome contra ella.

La recargué en la cama y me arrodillé frente a ella, apreciando lo bien que se veía desde un ángulo bajo. Su pecho se movía de arriba a abajo rápidamente y tenía la mandíbula manchada de mi labial rosado y el suyo, escarlata.

Se limpió los labios —Mejor de lo que recordaba. —admitió de forma agitada.

Me até el pelo con una liga que antes estaba en mi muñeca —Está a punto de ponerse mejor.

Le separé las rodillas con cuidado y le alcé la falda hasta la cadera, escuchándola suspirar por lo bajo.

⋆⭒˚。⋆

Su lado de la cama se movió ligeramente, causando que yo abriera los ojos.

—¿Taylor? —dije somnolienta.

—Tranquila, vuelve a dormir. —Recogió su camisa del piso.

—¿A dónde vas?

—Tengo que volar a Chicago, Daisy.

—Carajo. —me levanté de la cama— Tengo que ir al ensayo general.

Se abotonó la camisa y me miró —Fue increíble.

—No puedo creer que viniste hasta España solo por mí.

—Por tí iría hasta Saturno.

Sonreí y me puse el pantalón —No quiero agobiarte con formalizaciones y eso... pero... ¿Podemos volver a vernos? —Mierda, Daisy. Tenías que abrir la boca.

Taylor lo pensó unos segundos y me miró —Estoy a una llamada de distancia, cariño. Cuando sea que me necesites.

Sonreí —Bien. Suerte esta noche.

—Igualmente. —me besó suavemente.

—Taylor. —dije antes de que ella saliera.

—¿Sí?

Le señalé la mejilla derecha, indicando que seguía manchada de mi labial —Oh. —rió y se lo limpió.

Ahora estaba yo en mi habitación de hotel completamente vacía. Con mi ropa regada por todos lados y mi cama oliendo a ella. No me disgustaba, pero no era precisamente lo que tenía en mente.

Teníamos que ser cuidadosas si íbamos a seguir haciéndolo. Eso era lo que ambas queríamos: algo que pudieramos hacer debes en cuando.

No esperaba que después de tantos meses de una relación formal nos convirtieramos en una de esas personas que se ven debes en cuando para una noche enteramente dedicada al placer, pero ella me había lastimado y, aunque quería vengarme, también quería tenerla cerca. La necesitaba con cada centímetro de mi piel.

Cada parte de mí la necesitaba.

Sus besos, sus caricias, la forma en la que decía mi nombre, su perfume, sus manos, su cuerpo, su voz, sus labios, sus ojos. Todo.

Era una mala idea.

No, una pésima.

¿Qué importaba? Solo sería un par de veces.


¿oh? 😨
-Nova.

new year's day, 𝘵𝘢𝘺𝘭𝘰𝘳 𝘴𝘸𝘪𝘧𝘵Where stories live. Discover now