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Hinata observa de reojo hacia el escritorio de su jefe, su teléfono personal resuena una vez más en medio del silencio de los dos. Lo ha oído al menos unas cinco veces anteriormente y puede suponer de quién se trata, por ende, lo ignora. Y él también lo hace.

Relame sus labios mientras envía el último correo de la tarde, por fin puede irse a casa y eso es un alivio. Apaga su laptop, y entonces una vez más el mismo timbre, la misma canción que ya le hace sentir un poco mareada. Hinata carraspea su garganta mientras tira la silla hacia atrás para ponerse de pie.

Naruto, en su sitio, parece estar ocupado en cualquier otra cosa que fuera contestar el móvil, o siquiera leer la cantidad de mensajes que le han llegado durante el día.

Hinata le da la espalda, terminando de poner en su lugar todas sus cosas. Trata de pasar por alto la misma pregunta que se le ha repetido en distintas ocasiones, trata de no pensar en ello, lo intenta, lo intenta y lo sigue intentando sin gran resultado porque ahí estaba otra vez.

¿Por qué ignora sus llamadas?

¿Por qué ignora sus mensajes?

¿Acaso TenTen tenía razón?

¿El matrimonio de Naruto y su mujer había fracasado?

¿Él no la amaba...? ¿Y ella a él?

—¿Ya te vas?

Hinata mira por sobre su hombro, ahí está él, de pie, apoyado sobre su escritorio de brazos cruzados. Quiere suspirar como una boba enamoradiza al ver una vez más lo guapo y atractivo que es, y también, la cantidad de sentimientos que tiene por él y como parecían crecer con cada mirada que le daba, con cada mirada que recibía de su parte.

—Sí —asiente, mirando hacia otro lado. — Ya es hora —murmura.

Naruto le echa un ojo al reloj en su muñeca, efectivamente ya era hora de irse a casa. Ni siquiera había notado que ya era tan tarde, no quería mirar el celular.

—Tienes razón —Naruto regresa hacia su silla, tomando su saco negro.

Hinata asiente sin responder mientras se acomoda el abrigo sobre el cuerpo. Sabe que tendrá que estar bajo el frío hasta que un taxi vacío pudiera llevarla a casa, y eso a veces era más tiempo del que quisiera.

Con todas sus pertenencias en mano, lista para ir a casa, Hinata voltea con intención de salir de la oficina cuánto antes. Era lo que necesitaba.

Pero ahí estaba él otra vez. Ahora mucho más cerca que antes. Mucho. Más. Cerca.

Siente los nervios atacar su cuerpo cuando él se acerca mucho más aún y acerca sus manos, con la intención de arreglar algunas partes de su abrigo. Hinata posa su mano en ese sitio, no quiere rechazar su tacto pero tampoco siente que sea correcto que la toque. No siente que sea correcto que estén así, a tan pocos centímetros de lejanía.

—¿Qué? —pregunta con una pequeña risa entre los labios.

—Nada —Hinata esquiva su mirada. — Yo puedo hacerlo, gracias.

—Sé que tú puedes —Naruto toma la mano de Hinata, alejándola. — Pero yo quiero hacerlo —responde con toda la naturalidad del mundo, mientras arregla el cuello del abrigo de Hinata, luego su cabello y finalmente abrocha el último botón. — ¿Ves? No era tan difícil.

—Aún así, no era necesario —Hinata busca una salida rápida, y esa era pasar por su lado, ir hacia la puerta y marcharse de una vez. Eso es lo que planea hacer, pero en cuánto pasa por el lado de Naruto él toma su brazo, deteniendo su andar. — ¿Qué?

—¿Qué ocurre? —pregunta, volteando hacia ella.

—Nada. ¿Por qué?

—Actúas extraño.

La Amante [NaruHina]Where stories live. Discover now