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Recostada sobre el marco de la ventana, Hinata observa tranquilamente los copos de nieve caer.

Piensa en lo mucho que le gustaría estar ahí para siempre, permanecer lejos de la sociedad, en el silencio, repitiendo una y otra vez ese mismo patrón sin problema alguno. La noche anterior fue maravillosa, y realmente no existían las palabras para describirla en su totalidad. Se entregó a él una y otra vez, las horas se hicieron agua entre sus dedos y finalmente, sin siquiera notarlo ya había amanecido.

Hinata se había recostado contra su pecho con la intención de dormir, pero sólo logró descansar sus ojos unos momentos. Para cuándo volvió en sí, Naruto dormía muy tranquilamente abrazado a ella. Sintió su respiración calmada por minutos enteros, observó su rostro muy de cerca, casi como nunca podía hacerlo.

Detalló en él cada una de sus fracciones, le acarició con cuidado, amor y cariño. Era primera vez en mucho tiempo que Hinata se daba el tiempo de apreciarlo así, de esa manera tan mágica y al mismo tiempo tan íntima.

Permaneció entre sus brazos quién sabe cuánto tiempo, disfrutando de su calor, velando su sueño. Prefería no dormir y grabar esa imagen en su mente para toda la vida, porque sentía que así debía ser.

Y finalmente, tras depositar un beso suave contra su frente, procuró no despertarlo al levantarse lenta y suavemente de la cama. Buscó entre el desorden de ropa que había en el suelo su propia ropa interior y algo con lo que poder cubrir su cuerpo aún completamente desnudo.

Hinata deja la habitación caminando de puntillas, pasándose la camiseta negra de Naruto por la cabeza camina hasta la sala dónde el calor abrazador de la chimenea le da la bienvenida. Se da el tiempo de mirar más allá, detallando cada uno de los espacios a su alrededor, la madera que le parece sencillamente preciosa, el fuego destellando frente a sus ojos, la sala. Todo le parecía sencillamente maravilloso.

¿Sería acaso demasiado pedir poder volver una vez más?

Ella, Naruto... los dos solos viviendo su amor libremente. Era eso lo que quería y deseaba con todas sus fuerzas, el simple hecho de poder vivir y disfrutar al lado del hombre que ama, que amará por siempre porque ella lo sabe mejor que nadie. No existe, ni existió jamás otro en su vida que no fuera él. ¿Por qué? Ni siquiera Hinata lo sabía, incluso si tuvo momentos para poder rehacer su vida y buscar nuevos horizontes, no lo hizo. ¿Se arrepentía? No.

No podía arrepentirse, pero tampoco quería pensar mucho más allá.

La realidad para ambos estaba a solo unas horas de lejanía, porque al otro día debían volver al pesado mundo laboral.

Suspira fuertemente una vez más, no era válido arruinar un día así con pensamientos que sólo terminarían por jugarle en contra, pero lamentablemente para Hinata, sobre pensar las cosas era uno de sus malos hábitos.

Esconde su cabeza entre sus brazos tras otro suspiro mucho más cargado.

—¿Por qué suspiras tanto?

Pasos suaves pero notorios llaman su atención. Hinata no tarda en levantar la cabeza y voltear detrás de ella, de dónde provenía la voz de Naruto. Estaba lista para decirle que no suspiraba por nada en particular, pero sus palabras parecen simplemente derretirse desde dentro de su boca.

De pie en medio de la sala, vestido sólo con su ropa interior negra, con el cabello rubio alborotado y con su piel acanelada brillando para ella, se encuentra Naruto. Hinata no duda en recorrerlo de arriba abajo sin disimulo alguno, también en un acto inconsciente. Siente sus mejillas un tanto acaloradas por la imagen que tiene en frente, lo cuál le parece bastante tonto y ridículo teniendo en cuenta que no era la primera vez que lo veía de esa manera. Además, habían pasado la noche juntos. ¿Por qué todavía seguida embelesada cada vez que lo veía?

La Amante [NaruHina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora