4. Lord y Ladys.

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Verena

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Verena.

Llegue como todos los días a la empresa, pero había algo en el ambiente que me decía que algo no estaba bien.

En la entrada de la empresa, había muchos reporteros por todos lados. Atentos a quienes pasaban al interior del gran edificio.

Decido entrar por la una de las puertas de servicio, que me comunica directamente a la recepción.

— ¿Qué sucede allá afuera? — le pregunto a Miriam, la joven recepcionista.

Quien amablemente toma mi credencial de la empresa y la escanea, para confirmar mi asistencia.

— Llegaron hace diez minutos, junto con el jefe. Así que no sé qué sucedió.

— La verdad esto es una molestia, tuve que caminar hasta la entrada de servicio y con estos zapatos es casi imposible no quebrarse — me quejo.

Miriam sonríe.

— La entiendo, por suerte nadie ve mis pies. Así que puedo entrar con tacones, pero en cuanto llego a mi lugar. Me pongo mis pantuflas.

Suelto una risita, por las ocurrencias de ella.

— Bien pensando — miro al ascensor —, creo que debo ir a trabajar.

— Que tengas lindo día — me saluda.

Le regalo una sonrisa, y le deseo lo mismo.

El recorrido en el ascensor se me hace largo, miro mi celular el cual lleva apagado desde que me desperté en casa de Ezra. No quería ver los mensajes de Jeremías y mucho menos de la perra de mi mejor amiga.

Decidí que los hablaría cuando me sintiera lista, y claramente no es hoy, ni mañana, ni mucho menos pasado.

Al no tener tantos amigos, no tengo quien quiera hablar conmigo. Así que mi celular apagado, no es algo que altere mi vida.

Llego a mi piso, paso por la oficina del vicepresidente y saludo a Cecilia su secretaria. Quien me devuelve el saludo, a diferencia mía. Cecilia lleva veinte años en la empresa y creo yo, jamás se acostó con su jefe.

Pensando en eso, las cosas con Ezra estaban bien. Ambos somos adultos, algo traumados por nuestras ex parejas. Pero consientes para saber que lo que sucedió, no iba a arruinar la relación jefe y secretaria.

Al llegar a mi escritorio dejo mi bolso, me dirijo hacia la oficina. Toco dos veces despacio, escucho un "pase" y entro.

— Buenos días, señor Ferrari — salude.

Ezra levanto la cabeza de su computadora.

— Buenos días señorita Williams, o debería decir Lady Williams — comento con seriedad.

Me quede helada mirándolo.

¿Cómo dijo?

¿Qué acaba de decir? ¿Lady?

¿Tenemos un trato?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora