21. ¿Qué carajos sabes del amor?

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21. ¿Qué carajos sabes del amor?


Ezra

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Ezra.

Luca caminaba de una punta de la habitación a la otra. Sus nervios estaban por acabar con los míos.

— ¿Podrías sentarte? — pregunte exasperado. — Me tienes cansado Luca.

— Perdón hermanito, pero por si no te diste cuenta. Estoy a minutos de decirle a mi hermana que debe ir a rehabilitación. Además de decirle que su marido no va a estar aquí, porque la abandonó — comenta con cinismo.

Pongo los ojos en blanco. Me tiene cansado su mal humor.

— Lo sé, estoy viviendo la misma situación que vos. — lo miro con seriedad. — Estamos igual hermano, así que cambia ese mal humor.

— ¿Verena ya se fue? — pregunta de pronto. Sé que es un inútil intento de cambio de tema.

— Si, le dije que se fuera. Porque no sabía cómo iba a reaccionar Dafne si la veía.

— En eso tienes razón. Ayer la ataco sin motivo alguno.

Asentí estando de acuerdo. La puerta se abrió de golpe.

Dafne entro a la habitación, sujetando la mano de nuestra madre, seguida por nuestro padre. Mamá tiene los ojos rojos e hinchados, por llorar. Dafne parecía una muerta viviente pálida y ojerosa. Papá se veía igual que siempre, cara seria sin ningún atisbo de emoción. Cuando era niño solía pensar que era un robot, de lo inexpresivo que era.

— ¿Esto es alguna clase de intervención? — pregunta ella mirándonos confundida.

— Puedes verlo de esa forma. — le responde Luca, mirándola con cautela.

Ella bufo molesta, soltó la mano de nuestra madre. Para caminar hacia donde yo me encontraba, tomo asiento en un sofá individual a mi izquierda.

Papá y mamá hicieron lo mismo en un sus respectivos lugares. El único que continuaba parado era Luca, que no dejaba de morderse la uña del dedo gordo.

Dafne paseo su mirada por la sala, entrecerrando los ojos. Como si buscara algo o mejor dicho a alguien. Me tense, pensando que iba a preguntar por su marido.

— ¿La princesita se fue?

No era la pregunta que esperaba.

— Verena, se fue hace un rato. — dije restándole importancia. No quería la usara para zafarse de la conversación.

— Bien, porque ella no es nada mío. Y no quiero que este molestándome, encima tiene cara de que me va a juzgar. No la quiero cerca — expresa irritada.

La miro pasmado, pero no digo nada. No es una batalla que quiera luchar, hay cosas más importantes.

— Bien, no estamos acá para hablar de ella. — habla con seriedad mi padre. — Dafne, tenemos que hablar de lo que estás haciendo.

¿Tenemos un trato?Where stories live. Discover now