Capítulo 8

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Otro hombre

Saúl Di Marco

La realidad es que mi humor ha sido una mierda todos estos días, después de la maldita cena para decidir quién sería el rey y la reina anual en la mafia, todo ha cambiado. No es para menos, ver a Atenea fue maravilloso, deseaba verla, hace dos años no sabía nada de ella, más bien no se dejaba ver de mí, quien asistía por ella a las reuniones era Domenico.

Pero cuando la vi con Domenico pude confirmar que realmente su compromiso era verdadero, ver como lo besó provocó que mi sangre ardiera, nadie debería tocarla, solo yo, es mía, lo fue desde el primer día en que le hice el amor, porque para mí nunca follamos, cuando vi lo perfecta que era supe que no podía cogérmela como una más, ella era diferente y el trato debía ser igual.

Sin embargo, lo que más me molestó fue ver la manera tan abrupta en la que me negó el hecho de darle una explicación de los hechos, sé que está dolida por todo lo sucedido, no es para menos y sé que soy el culpable, por preferir mi bienestar antes que el de ella, pero si me escuchara sé que entendería mi postura.

Veo la ciudad desde la altura de mi departamento, las luces se ven hermosas cuando cae la noche, un vaso de whisky a la roca es lo único que me acompaña, la presencia de Lorenzo no cuenta, este tuvo una discusión con su esposa y lleva dos noches durmiendo aquí.

― No hace falta ser adivino para saber que el motivo de ese vaso de whisky tiene nombre y es Atenea.― sale abotonando su camisa, por el olor a perfume que tiene indica que acaba de tomar un baño.

Ruedo los ojos, veo como se coloca a mi lado y toma mi vaso para darle un trago.

― Me conoces y sabes que verla con ese idiota iba a ponerme de esta forma.

El solo hecho de recordar como la llamó en mi presencia y ver como ella no hizo nada me vuelve loco, me vuelve loco pensar que la toca y ella disfruta de sus caricias.

― Deberías comenzar a olvidarla, han pasado dos años, dos años en los que ninguno de los dos ha tomado la iniciativa de nada.― deja mi vaso nuevamente en donde estaba.― Ella hasta se comprometió, lo que quiere decir que ya no le importas.

― Ese compromiso es una mentira, apuesto lo que sea que él no la ha tocado en una cama.― paso las manos por mi cabello alborotándolo a su paso.― Supongo que todo esto es una alianza para destruir a Artemisa.

― Si Atenea sentía una pizca de ganas por arreglar lo que sea que hayan tenido, al ver tu alianza con Artemisa dudo mucho que siga deseando hacerlo, es más ahora formas a ser parte oficial del listado de sus enemigos.

― Sabes que mi alianza con Artemisa es totalmente falsa, estoy de su lado para joderla poco a poco y hoy pudiste darte cuenta en la casa de la costa.

― No lo hice, estuve hablando con Alessandro, el idiota robó mi atención.― ríe con sorna, Lorenzo nunca ha soportado a Alessandro.

― Yo fui quien le permitió el acceso a Atenea ¿O de qué otra forma crees que hubiera entrado?

Parte de mis hombres trabajan en el anillo de seguridad, Artemisa está tan urgida porque me la coja, que ha permitido desde el primer instante que me acerqué a ella que hiciera lo que quisiera en su organización, ella es la definición de que piensa con el coño antes de pensar con la cabeza.

― Buena jugada, amigo, esa no me la esperaba.― palmea mi espalda.― Lo que si debo admitir es que tu medusa es una fiera, no le teme ni al mismo diablo, digno de admirar.

― Cambiando de tema ¿Cuándo arreglarás las cosas con Alessia?― su rostro cambia, ya no ríe, ahora me mira con seriedad.

― Tengo pensado sorprenderla esta noche, extraño su cercanía, al igual que la de mi hijo.

― Ve y búscala, no pierdas más el tiempo.

― Claro, estás loco porque me vaya de aquí.

Ambos reímos, en el fondo quiero que se vaya, no porque me moleste su compañía, al contrario, deseo que se vaya para que arregle sus diferencias con su esposa.

― Solo quiero verte bien en familia.― tomo mi vaso y le doy un trago, uno largo para terminar con la bebida.

― Nos vemos luego, pero si todo sale bien y no regreso voy a llamarte.

Guiña un ojo antes de perderse, escucho como cierra la puerta, camino hacia la cocina para servirme hielo y prepararme otro whisky, esta vez lo quiero con hielo, para alivianar el trago. El sonido del timbre evita que siga en lo que estaba, Lorenzo tiene unas llaves, no puedo creer que las haya olvidado.

Me acerco sin ver por el ojo mágico, abro la puerta y me doy la vuelta para volver a la cocina.

― No puedo creer que hayas olvidado las llaves, eso ya es una costumbre tuya Lorenzo.

― Cuando tenga las llaves de tu departamento, prometo entrar sin tocar el timbre.― la voz de Kate me hace dar la vuelta enseguida.

Cierra la puerta detrás de ella, camina con su bolso en manos y lo deja sobre el sofá.

― ¿Qué haces aquí?― mi pregunta sale sin ninguna emoción.

― He venido a hablar contigo sobre algo importante.

― ¿Es sobre nuestro divorcio?― me adentro a la cocina.

― No, es sobre otra cosa.

― Entonces no es importante, puedes irte por donde mismo viniste, en esta casa no eres bienvenida.

― ¿Por qué le permitiste el acceso a Atenea en la casa de Artemisa? ¿Crees que no me di cuenta de que todo eso fue movimiento tuyo? De otra manera no hubiera podido entrar.

― No deberías subestimar las habilidades de Atenea, pudo demostrarte en dos ocasiones de lo que es capaz.

Termino de servirme hielo en mi vaso, me acerco a la barra y tomo una botella de whisky.

― Te sigue gustando ¿No es así?

―¡¿Qué pretendes?! Porque por más que intento entender tus actitudes, simplemente no lo logro.― tomo la botella y sirvo el delicioso líquido en mi vaso ya con hielo.

― Quiero que volvamos a estar como antes, lo necesito.― su mirada suplicante, lo único que demuestra es lo urgida que está por obtener mi perdón.

― ¿Sabes por qué lo necesitas?― salgo de la cocina pasando por su lado.― El remordimiento te está matando y necesitas mi perdón para poder sentirte mejor, pero eso nunca va a suceder, aunque te perdone, seguiré sintiendo el mismo asco hasta el día en que muera.

― Acepto mi error, pero eso no te da derecho a ser tan cruel conmigo.

― Mejor lárgate de mi casa, porque hablar sobre lo mismo contigo me tiene harto.

― Algún día vendrás a mí y cuando ese día llegue será tarde.― toma su bolso para marcharse.

― Llevo diez años viviendo sin ti, sacate de la cabeza la idea de que me vuelvo loco por ti.― la tomo del brazo sin lastimarla y camino hacia la puerta.― Ese hombre que se desvivía por ti, ya no existe, tú lo mataste, ahora carga con esa muerte en tu conciencia y deja de joderme la vida.

La termino de sacar de mi departamento y le cierro la puerta en la cara, no me importa lo que sienta, no merece compasión, a ella lo único que le interesa es jugar con los dos, le divierte, le excita el hecho de saber que puede tenernos en la palma de sus manos, lo bueno de esto es que Massimo ya no se deja manipular por la belleza de Kate, poco a poco la ha sacado de su vida y hoy en día Kate está más sola que nunca.




Sed de venganzaWhere stories live. Discover now