Capítulo 12

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Las cosas marchan bien

Atenea Morelli

Los días transcurren con normalidad, la evolución de Domenico ha sido impresionante, lo mejor de todo es que puede caminar y no quedó en estado vegetal como era de esperarse. Por esa parte me siento feliz, fueron muchos días los que permanecí tensa pensando que podría ocurrir lo peor.

Artemisa ha intentado jodernos, pero he sido más astuta que ella y le he cambiado las cartas a mi favor, he vendido varias propiedades de las suyas, las cuales están a mi nombre, por lo que he escuchado trae consigo todo el tiempo un humor de perros, pero su temor hacia mí represalias por el atentado contra Domenico la ha obligado a tranquilizarse.

Cada día que pasa las cosas entre Adriano y Connie se formalizan más y más, nunca me ha inspirado confianza; sin embargo, trato de llevar la fiesta en paz por mi mejor amigo. Apolonia vendrá en unos días para conocer a Connie, según Adriano, si las cosas marchan bien piensa comprometerse con ella, es por eso que quiere que su hija esté presente en un momento especial como ese.

Sé que cuando a penas comenzaba a salir con ella le dije que se diera una oportunidad, lo hice pensando que ella sería la correcta para él, pero ahora que la conozco siento que es todo lo opuesto, es como si lo hubiera envuelto, él no es la misma persona, ha cambiado en todos los aspectos.

Domenico está viendo la televisión desde la comodidad de su habitación, el doctor pidió que se mantuviera en reposo hasta que sus heridas se curen, lleva pocos días en casa, hace poco salió del hospital. Le pedí que se quedara conmigo porque tendría mejores atenciones, tengo más personal que puede estar al pendiente de sus cuidados y todo lo que se le ofrezca.

― ¿Ya trajeron tu almuerzo?― voltea a verme, sonríe al darse cuenta de que soy yo.

Me preocupo por su alimentación, debe compensar todas las vitaminas que ha perdido en las últimas semanas.

― Sí, enfermera Morelli, he comido hasta postre.

Sonrío ante el apodo que me ha puesto, me acerco a la enorme cama y tomo asiento a su lado. Su torso permanece descubierto, mientras que sus piernas están cubiertas de un pantalón de seda.

― Deseo que tengas en mi casa la mejor hospitalidad, así como la tuve yo en la tuya.

― Pensé que te habías ido hacia el almacén.― detiene la película que se produce en la enorme televisión que tenemos en frente.

― Hoy quise tomarme el día libre, el viaje de Apolonia me tiene estresada y quiero organizar su habitación para cuando esté aquí.

Desde que supe que Adriano piensa comprometerse con esa mujer mis nervios se han puesto de punta, más bien la situación me tiene así. Quisiera equivocarme y que realmente ella valga la pena, pero ciertas actitudes suyas me confirman todo lo contrario.

― Imagino lo tensa que te tiene toda esta situación, ¿No es así?

― ¿Por qué debe casarse tan precipitado? ¿Por qué no asegurarse bien antes de cometer semejante locura?

Paso las manos por mi cabeza, a veces pienso que le tengo miedo al matrimonio por la situación traumática que viví hace años, pero partiendo de mi experiencia es que aseguro que lo que piensa hacer es un error.

― Adriano no es un niño, ya tiene la experiencia en estos temas.― toma mi mano.― La quiere y desea casarse, no hace falta que lo piensen tanto, cuando se ama una persona y se está seguro del sentimiento, las cosas solo fluyen.

Sed de venganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora