Capitulo 13

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Había sido un milagro que Miriam me permitiera salir a una fiesta, aunque claro ella pensaba que estudiaríamos, aun así, me quede sin palabras de que lo permitiera sin haber hablado hasta con los ancestros de Thiago, ni haberlos entrevistado para saber qué tipo de personas eran.

Claro que a lo único a lo que daba el visto bueno es que fuesen igual de fanáticos a dios y a la religión en general. Dudaba seriamente que Thiago fuese una de esas personas, por eso estaba cien por ciento segura, que Miriam diría que no, por ello que permití que Thiago la llamara, así el mismo escucharía el rotundo no.

Así que decir que me sorprendió cuando Thiago salió del aseo y mencionó que la respuesta había sido afirmativa, era poco, sinceramente no me lo esperaba y mucho menos esperaba que permitiese que me quedara a dormir en casa de Thiago.

No tenía idea de que le habría dicho el idiota para convencerla de tal hazaña, porque si, que Miriam me permitiera tener una vida social fuera de las personas con las que ella quería que me relacionara, solo podía significar dos cosas.

La primera era que Thiago tenía un nato don de persuasión, o mi madre se había ganado la lotería y estaba de un excelente humor.

Sea la razón que sea, siempre encontraba la forma de cobrarse cuando me permitía cualquier cosa, aun así, la idea de pasar prácticamente todo un fin de semana fuera de casa me tranquilizaba e inquietaba a partes iguales.

No sabía que esperar de pasar más de una noche en casa de Thiago, con su familia e invadiendo su privacidad, pero si lograba fastidiarlo ya era un consuelo.

~

Las siguientes horas de clase habían sido aburridas, tal vez el hecho de que un idiota engreído no hubiese entrado a la última clase, -la cual compartíamos- había influido un poco.

Me dirigía a la pista de hielo o como Thiago la había llamado "Rink" a mí me sonaba mejor pista de hielo.

No sabía que Thiago fuese el típico chico que estuviese en un equipo, pero supongo que su aspecto y personalidad encajaban, probablemente usaba el hockey a modo de flirteo con las chicas.

Llegue a la pista, la cual se encontraba vacía, mire el reloj en mi muñeca y me percate de que había llegado diez minutos antes, y para sorpresa de nadie, ni una sola alma pisaba aquel lugar y ahora tenía que esperar a que llegasen y suplicar que no se demoraran demasiado.

La maldición de las personas puntales.

Mientras esperaba, abrí el libro que llevaba conmigo, era nuevo y me tenía en un gran suspenso por lo que pasaría con los personajes de este.

Me sumergí tanto en el libro que no me había percatado de la irritable presencia a mi lado, hasta que me arrebato el libro de entre las manos.

—Vaya, cambiaste de amores orgullosos a amores enfermizos. —farfulló mientras ojeaba el libro.

—Que mierda sabes. —espete estirando mi brazo para que me devolviera mi libro, cosa que, claramente no hizo.

—Había olvidado que eras una prejuiciosa. —me dio un toquecito en la nariz lo cual me irrito, volví a extender mi brazo para tomar mi libro, y esta vez me permitió tomarlo. —Cuidado o pensare también, que eres como la señorita Annie.

Me quede en mi lugar procesando sus palabras y el solo me miraba con esa estúpida sonrisa arrogante.

—¿Lo has leído?

—Tienes que dejar de sorprenderte pequeña. —murmuró cerca de mi rostro, ni siquiera había notado en qué momento se había acercado, y de pronto el aire a nuestro alrededor se tornó denso y me respiración se agito casi a la par de los desenfrenados latidos de mi corazón.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora