Capitulo 35

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Un fuerte ruido me hizo sobresaltarme y mi corazón se aceleró. Thiago también despertó y pude ver como se frotaba el rostro pues aún seguía adormilado.

Aquel sonido provenía de abajo y pronto comenzaron los gritos, Miriam y Robert habían llegado, pero por supuesto que mantenían una riña entre ellos.

Me sente en la cama y agudice el oído solo para escuchar que Miriam parecía más alterada de lo habitual, sonaba furiosa y lo que podia seguirle. Eso solo podia significar una cosa, sería una de esas veces en las que las cosas se saldrían de control ó mejor dicho Miriam haría todo un revuelo.

Miré a Thiago avergonzada porque tuviese que presenciar tal cosa y lo descubrí ya despierto completamente y también escuchaba atentamente. Joder ¿acaso Miriam había olvidado que el pasaría la noche aquí? probablemente si, pues normalmente se contenía cuando había otras personas, eso o ahora le importaba una mierda si Thiago se enteraba de lo maniática que era.

Los gritos fueron escalando progresivamente y los insultos de Miriam no se hicieron esperar. Me sentía ansiosa y asustada de que Miriam llegara más lejos. Las lágrimas amenazaron con salir y comencé a enterrar mis uñas en mis manos, ya no tenia las vendas, pero igual habían cicatrices que aun no sanaban por completo y comenzaron a sangrar de nuevo.

En este punto Thiago se dio cuenta y me rodeo abrazándome y sujetando mis manos para que me detuviera.

Odiaba esto, odiaba a Miriam, odiaba a Robert, siempre tuve que presenciar esto y era horrible. Ver como tus padres se golpean entre si siendo una niña. Aún recuerdo la primera vez que tuve que presenciarlo.

Tenía seis años y Miriam y Robert discutían por lo mismo de siempre, el dinero, no era la primera vez, normalmente solo se gritaban hasta no poder más e inclusive eso me asustaba, pero esa noche Miriam simplemente perdió la cabeza y comenzó a lanzar puñetazos a diestra y siniestra. Aún hoy en día esas imágenes me persigen, Robert tendido en el suelo inconsciente, sangre, cosas rotas, vidrios...

—Hey tranquila pequeña. —Me susurró en el odio.

Ni siquiera me había dado cuenta de que estaba ensimismada en mis recuerdos.

—Lo... lo siento...

—No tienes que disculparte por nada. —Me abrazó con más fuerza.

Estuvieron gritándose por un buen rato en el que al menos Thiago había logrado que dejara de lloriquear, estaba sobre su pecho y el a su vez se recargaba en la cabecera de la cama. El intentó distraerme o hacer que dejara de prestar atención a lo que sucedía, pero no podia.

Cada vez que pasaba intentaba no pensar en ello, pero no podia, tenía que saber que no escalaran a más, tenía que asegurarme que Miriam no hiciera ninguna estupidez, yo tenía que estar al pendiente, aunque significara no dormir toda la noche y aun si ellos se detuviesen (lo cual era muy, pero muy raro) no podia volver a conciliar el sueño, pues en cualquier momento podrían pelear de nuevo.

 No sé cuánto tiempo permanecimos así hasta que un sonido sonoro se escuchó, miré a Thiago alarmada y tuve la intención de salir a ver lo que ocurría, pero me detuvo sosteniéndome por la cintura.

—Pero ¿qué haces? 

—Tú no tienes que lidiar con esto pequeña.

—No puedo quedarme aquí de brazos cruzados. —Intente huir de su agarre, pero no me lo permitió. —Que no estoy de humor para discutir contigo, suéltame ya Thiago.

—No es tu responsabilidad, no permitiré que te hagan más daño.

Suspiré frustrada y me removí entre sus brazos, pero no me soltó así que me rendí y me recosté sobre el mientras me acariciaba el rostro, eliminando las lágrimas. Los gritos seguían, pero por lo menos ya no se escucharon golpes.

Lazos de SangreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora