Capítulo 6

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Capítulo 6

Lea

En cuanto entramos, rápidamente solté su brazo y me alejé dos pasos de Cassian. "Es por el ambiente," me dije, intentando convencerme que justo ahora, mi corazón no había latido por él.

Traté de que no se me notara en la cara el nerviosismo y la incomodidad, cosa en la que fallé inútilmente. Notaba cómo la sonrisa en mis labios temblaba y era algo tensa. Si lo sentía yo, era imposible que los demás no fueran a notarlo. Aunque como eran amables, probablemente no dirían nada.

Centré mi atención en la apariencia del salón en el que estábamos; totalmente decorada tanto con lucecitas como con otros objetos los cuales desconocía su nombre. Noté que además de eso, todo tenía un aspecto acogedor y levemente lujoso. Sin embargo el toque rústico le daba una apariencia misteriosa. Era distinto a la casa del río y aún así, con toques similares. Ambas parecían invitar a la gente con los brazos abiertos para que se sumergieran en su interior sin pensarlo dos veces.

Mis ojos viajaron por cada zona, cada mueble, cada ventana, cada libro; hasta detenerse en un arco redondo que parecía llevar al pasillo y ese conectaba con otro lugar. Escuchaba voces provenientes de allí también.

La casa era fabulosa, no había duda. Si recordaba bien, Azriel dijo que Cassian y su pareja Nesta, vivían aquí. No me extrañaba, yo hubiera amado vivir en una casa así.

Un tintineo suave llamó mi atención, notando que en la mesa pequeña delante de mí apareció repentinamente una taza de porcelana humeante llena de té. Decir que me sorprendí fue poco. Giré mi cabeza a todos lados por si alguien la había dejado sin darme cuenta pero no había nadie cerca, ni siquiera Cassian estaba en ningún lugar de esta habitación. Estiré mis dedos y con delicadeza agarré la taza caliente y acerqué esta a mi nariz. La menta asaltó cada rincón de mi nariz.

Con cuidado de no quemarme, le dí un pequeño sorbo al líquido caliente. La sensación bajó por mi garganta, templando mi cuerpo. Estaba deliciosa así que seguí bebiendo hasta no dejar ni una gota. Después volví a dejarla en la mesita.

—Parece que a la casa le gustas.— Dijo una voz femenina repentinamente. Casi salté del susto, cosa que la hizo reír. Miré a la dueña de dicha voz.

Una hembra rubia y de despampanante belleza estaba delante mío, sonriéndome con sus labios llenos y pintados de carmín. Llevaba un vestido de gasa rojo, con mangas largas. Su escote era abierto por la zona de las clavículas e iba cerrándose a medida que bajaba hasta terminar en una fina línea en el inicio del abdomen. En la cintura tenía una especie de cinturón del mismo color rojo que se ceñía a sus curvas y las resaltaba, por no mencionar la abertura del vestido en su pierna derecha a la altura del muslo.

Era...deslumbrante. Casi parecía una diosa.

Rápidamente quité de mi rostro la expresión embobada que probablemente se me había quedado y le sonreí nerviosa. La conocí en la casa del río pero en ese entonces no había podido presentarme ni saludarla debidamente.

—Eres Morrigan, ¿cierto? Es un placer conocerte, yo soy Lea.— Le dí mi mano y ella la estrechó con firmeza.

—Sí, he escuchado bastante de ti. Tenía ganas de poder hablar contigo sin nadie por el medio. Hasta ahora, o estabas inconsciente o el baboso de Cassian no se apartaba de tu lado.— No pude contener la risa al escuchar su apodo para Cassian. Ella sonrió más. —Puede sonar un poco extraño pero si necesitas una amiga, llámame. Será un placer hablar contigo.— Tal vez lo dijo para ser amable, o como cortesía, sin embargo me hizo feliz escucharla.

—Muchas gracias Morrigan, lo tendré en cuenta.— Asintió con la cabeza.

—Anda ven, no te quedes ahí quieta. Quítate esa capa y ven a la mesa, vamos a cenar.— No me permitió rechistar, antes de darme cuenta ya me había desprendido de la capa, quedando expuesta en el vestido. —Así mejor, con lo guapa que estás sería una pena ocultarte. Vamos.—

Una corte de Estrellas y LiriosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora