- PRÓLOGO -

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-Él ha matado a una persona- insistió.

Las lágrimas resbalaban por mis mejillas.

-No- volví a negar

El hombre soltó un soplido y volvió a intentarlo.

-Señorita Adderson.

Se sentó en el enorme sillón de detrás del escritorio y sacó del cajón superior una bolsa de plástico con una pistola dentro.

-¿Es esta el arma que empleó...?

-¡No!

Me rasqué con ansiedad sobre la pierna, rozando mis dedos con la sangre aún fresca.

-¡Haga el favor! ¡No tenemos todo el día!

-Me gustaría ir a mi casa

-Me parece que eso no va a ser posible. Debe responder un par de preguntas y reposará en el calabozo de comisaría hasta que el juez diga lo contrario.

Miré mi ropa. Mi falda negra cubierta de sangre, la cual aún resbalaba por encima de mis desnudas rodillas hasta los tobillos. Mi camiseta de tirantes bañada en sangre. Tal vez las manchas nunca se irían.

Y no estaba pensando exactamente en la ropa.

-Creo que es suficiente- intervino mi abogado-. No se quedará en comisaría, agente, ella no ha sido la culpable. Ha sido el chico.

Me levanto en silencio y noto como mi cuerpo pesa. Pesa mucho.

-¡Vuelva aquí!- grita el agente, haciendo que el bigote que reposa plácidamente sobre su labio superior se tambalee.

-Déjela, ha sido un día largo.

Nada más llegar a casa, dejo caer la ropa al suelo y me meto bajo la ducha. El agua colorada baja por el desagüe haciendo un desagradable sonido.

Más o menos como el ruido que hacía la lluvia aquella noche de abril, durante la pelea.

La pelea. 

Todo comenzó con esa pelea.

Esa pelea.

Esa pelea en la que nunca imaginé encontrar al amor de mi vida.

𝘾𝙊𝙉𝘾𝙀𝘼𝙇𝙀𝘿 𝙇𝙊𝙑𝙀 | THE OUTSIDERS (D.W.)Onde histórias criam vida. Descubra agora