Capítulo 47

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Baalseth II

Las dos caídas que siempre me ayudan a vestir están esperándome en mi habitación. La rubia de cabello largo y lacio se llama Daena, y la rubia cabello corto y rizado Fleur. Yo prefiero llamarlas: "Rubia corta" y "Rubia larga". Son unas odiosas, hablan solo para destilar fastidio por mi presencia. Si pudiese extinguirlas lo haría.

― No es necesario tanta exageración ―farfullo con ganas de echarme en la cama a dormir. En realidad, no quiero ir a hurgar en ese horrible bosque, jungla, selva, o lo que sea. Lo odio.

― No es exageración, y quédate quieta ―refunfuñan.

Me meto en unos pantalones oscuros, ellas se las arreglan para ponerme algo parecido a un chaleco antibalas después de una camiseta oscura. No entiendo por qué son tan toscas.

― Impide impactos de Adhamanti ―murmura Rubia corta.

― Mmm... ―gruño―, ¿es netamente necesaria la casaca?

― Sí, es necesaria.

No es nada fea, es hermosa, pero no quiero llamar la atención. Parezco alguien de mucha importancia y eso no es bueno cuando estás rodeada de enemigos. Luci casi siempre usa fracs y casacas, y por lo que veo también quiere implantarme su moda. La cual no es nada fea.

La casaca tiene detalles en oro, se me ajusta bien, casi ni siento el chaleco antibalas al fondo. Y lo mejor de todos, puedo moverme fácilmente, no es nada rígido. Me ponen las botas con herrajes de oro y solo miro la escena. Es ridículo que no me dejen ni siquiera ponerme unas jodidas botas. ¿Luci piensa que soy una minusválida acaso?

Me hacen una cola alta, pero luego desisten y terminan trenzando mi cabello de una manera en la cual todo queda recogido dejando solo unos pocos mechones cortos que caen a ambos lados de mi rostro.

― Tiene cuatro minutos para llegar a la sala principal ―es lo único que me dice la Rubia larga y me marcho sin decirles nada más.

Camino con afán ignorando al sinfín de caídos que están en formados uno al lado del otro por todo el pasillo. Se ven geniales, no me cansaré de decirlo, pero creo que no hay necesidad.

Esto me pasa por no leer los documentos antes de firmarlo. Juro que pensé que todo estaba bien, veía como las letras aparecían a medida que yo hablaba de mis condiciones, ¿qué iba a pensar que él incluiría un matrimonio? Jamás.

Es un perro.

Llego jadeando a la sala principal justo cuando Luci entra por la entrada más pomposa del salón, va vestido de negro, todo, hasta los botones, y para completar la vestimenta, lleva una capa azabache. Su cabello oscuro se mueve con cada paso, ya que lo lleva suelto, cae justo a sus hombros. Va acompañado de varios caídos que lo flanquean a una distancia prudente, pero me llama la atención lo que él lleva en su mano, algo con tiras y hebillas. Parece el estuche para un arma larga.

― Muy bien ―dice echándole una mirada a mi atuendo.

― Quería pedirte la posibilidad de llevar algún arma.

― Posibilidad denegada ―se acerca a mí y yo resoplo con exasperación.

― Odio estar indefensa.

― No estarás indefensa, de eso puedes estar segura.

― Sí, pero...

― Cualquier caído o no caído que intente si quiera tocarte un pelo se puede considerar un suicidio, y los ángeles no se suicidan, Niamh ―él me toma del brazo dejándome perpleja, pues ha llegado a mí en menos de un segundo.

Sangre de arcángelTempat cerita menjadi hidup. Temukan sekarang