Capítulo 50

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Ihte dhara'em

Ni siquiera voy por la mitad de la subida llena de escalones y me niego a mirar hacia arriba. Ver la parejita allí esperándome no me da paz en absoluto.

― Jared va a lacerarme el mismo ―gruñe Arien y evito no pensar en su tono sincero con un rastro de miedo.

― Yo salí sola, yo regreso sola, así como baje cada puto escalón, así los subiré.

― ¿No te cansas?

― No, el anillo me da cierta fortaleza.

― Sí, pero...

No tengo todo el tiempo ―Jared aterriza delante de mí y antes que yo pueda decirle algo se eleva conmigo.

Jadeo cuando me suelta en la especie de una oficina moderna, ni siquiera sentí sus manos en mí, ¿por qué actúa así? Pareciera que no quiere tocarme, y eso solo le añade más misterio al hecho de que se tomó más de tres meses en buscarme.

Joder.

Hay una enorme mesa que contiene el mapamundi en gran escala, los continentes tienen relieve, y hay piezas pequeñas de qué sabe qué en un rincón de la mesa. Las paredes aún conservan el estilo de Belial, es como si Jared no quisiera decorarlo a su gusto, como si no quisiera encariñarse con el lugar.

Me giro hacia él con normalidad. No está cerca, pero tampoco lejos.

― ¿Por qué saliste de aquí? ―su pregunta carece de un tono molesto.

― Porque estaba aburrida y ya me conoces ―lo rodeo disimuladamente bloqueando todos mis sentimientos para que él no pueda saborear mis celos; los cuales no sé a qué saben, ni siquiera sé si tienen el mismo significado para Haziel, es decir, no sé si sean los mismos sabores o aromas. O como sea.

Me siento en la butaca cercana para mirarlo. Lleva la misma ropa, su cabello está un poco despeinado y de solo imaginarme que Breen ha podido tocar ese cabello... me sube el enojo. Desvío la mirada conteniendo las ganas de morderme el labio de rabia.

― Me cansé de esperarte y pensé que debería conocer el palacio que ahora mi querido amigo posee. La vista es espléndida desde allá abajo.

Sí, estoy enojada por su culpa y por culpa de Breenadiel.

― Mi querido amigo ―medita saboreando las palabras y no digo nada.

― Arien me dijo que usaste coacción para que yo hiriera a Luci ―susurro intentando cambiar el tema con rapidez.

― Sí, y no quiero hablar de eso ―Rodea el escritorio rectangular más cerca y toma asiento en su silla. Siempre poniendo distancia.

― Sabías que él iba a maltratarme.

― Mi sentimiento de traerte conmigo era más fuerte que la razón, te dije que no puedo controlar mis impulsos como quisiera.

Jugueteo con el anillo.

― Lloré días pensando que estabas en el Quinto Cielo ―comento como si nada―. Me hace feliz que no haya sido cierto, pero aun así me siento ofendida por tu falta de consideración en no avisarme.

― Lo siento, pero debía aprender muchas cosas antes de ir contigo.

Aprieto los dientes porque quiero decirle que me cae mal Breenadiel, pero pienso que no debería hacerlo.

― Arien dijo que tu ejercito estaba a mi disposición, me contó que hay un plan, y...

― Sabes que antes de que yo fuese príncipe de algo estaba a tus órdenes, Niamh ―eso ha sonado un poco irritado―. Lo sigo estando. Todos los que estaban contigo siguen en su puesto de lealtad.

Sangre de arcángelWhere stories live. Discover now