capítulo 3

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Minho observaba desde su Jeep Wrangler negro al subdirector Seo salir del porche de la adorable casita del pequeño Hyunjin. Seguramente el joven policía había reaccionado tal y como él le había dicho a su superior.

Escucharía cada palabra con atención, haría algunas preguntas, no se dejaría llevar por el pánico y aceptaría a ciegas la misión, aun sabiendo de los riesgos que conllevaba, porque no medía nunca donde estaba el peligro. Por eso era tan buen policía; y por ese mismo motivo sería un excelente agente.

Ese hecho de no valorar los riesgos le hacía su compañero perfecto para el desenlace del caso Amos y Mazmorras. Necesitaba un partenaire digno de su arrojo, que pudiera competir con él de tú a tú para llamar la atención de la Reina y los Villanos. Y sabía que Hyunjin llamaba la atención tanto como su hermano, pero de un modo adorablemente diferente.

Durante doce meses había llevado el caso con la máxima disciplina. A él no le fue tan difícil asumir el rol como lo había sido para sus mejores amigos, Clint y Mark, porque él, Minho, ya jugaba en la liga del DS desde hacía años, y lo hacía por gusto. Lo había hecho desde que descubrió que el sexo convencional le aburría.

Era un agente del FBI, por supuesto, pero sus gustos sexuales, nada que tuviera que explicar públicamente, eran especiales. Sus aficiones no eran ni mejores ni peores que las de la mayoría de la gente, simplemente, distintas.

Para él, la dominación, el bondage, el sado y la sumisión eran un juego para practicar entre parejas. Un juego de consentimiento mutuo en el que se trabajaban la disciplina, el desafío, el atrevimiento, los límites de cada uno y, ante todo, la confianza.

Por eso, saber que le habían elegido para dirigir el caso no le pareció tan escandaloso como al bueno de Mark. Dudaba que los del FBI supieran que él era practicante y que en sus ratos libres, para desconectar y desestresarse, le gustaba jugar fuerte.

Mark y Clint se sorprendieron muchísimo cuando él les explicó que era un Amo. Pero por otra parte, eso les sirvió para relajarse y darse cuenta de que, si su amigo practicaba el BDSM y era una persona normal y corriente, no debían temer esos ejercicios. No quería decir que estabas desequilibrado, ni traumatizado, ni loco... Esos estigmas debían erradicarse de la conciencia popular. Para él, el BDSM no era una desviación, era un modo de sentir y experimentar.

No obstante, el problema era que el caso en el que trabajaban estaba relacionado con la trata de blancas, y tenía como trasfondo el universo de los dómines y los sumisos. Un mundo que él no iba a permitir que unos sádicos de mierda mancharan.

Amos y Mazmorras se había convertido en una misión personal que se había cobrado la vida de Clint, un hombre leal y maravilloso, un grandísimo amigo. Y también se había llevado a Mark, el mejor amigo que nunca había tenido. Por eso, confiaba en que Mark siguiera vivo, porque perderlo supondría su destrucción.

Apretó el volante con los dedos y frunció los labios en una fina línea.

Se echaba encima de sus hombros la muerte del agente Clint y el secuestro del hermano de Hyunjin. No debería hacerlo, porque la gente era imprevisible y no se podía controlar todo; pero él se atormentaba muchas veces por lo que no pudo hacer y debería haber hecho. ¿Qué había pasado esa noche para que asesinaran a Clint? ¿Por qué?

Minho había estado en otro local de Nueva York, con una esclava del rol, y no una cualquiera. Se trataba de Claudia, una mistress, un ama reconocida en el roleo, la cual adoraba jugar con él. Claudia era valorada en el mundo rol con el rango de acróbata, como la protagonista Diana de Dragones y Mazmorras.

No era la primera vez que jugaban juntos. Pero Minho lo hacía porque sabía que Claudia tenía, de forma indirecta, posible acceso a los participantes del torneo.

𝑳𝒂 𝑫𝒐𝒎𝒂 / MinjinWhere stories live. Discover now