Capítulo 12, parte dos

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Aparcaron el Jeep frente a una boutique corsetería del Distrito del Jardín. Una preciosa boutique de alto nivel. Hyunjin se recolocó sus gafas a modo de diadema, y echó un vistazo a la boutique.

—House of Lounge —repitió en voz alta, leyendo el letrero de presentación. Estaba tan acalorado… Y la culpa la tenía el sádico que iba a su lado.

Cuando Hyunjin y Minho entraron al local, una mujer de pelo rojo y flequillo a lo cabaré, les recibió con una auténtica sonrisa de bienvenida.

—Minmin —exclamó la mujer—. Mon amour…

Hyunjin no pudo hacer otra cosa que sonreír. No había nada lascivo en sus palabras, ni tampoco en su pose. Le recibió con cariño y le dio un beso en la mejilla. Hyunjin nunca había estado ahí. La boutique tenía las paredes negras y naranjas, de estilo Art Nouveau. Había una lámpara de araña que colgaba entre varios ojos de buey. A Hyunjin le llamó la atención el sillón de leopardo ubicado al lado de una mesita de cristal, llena de revistas de diseño y en la que reposaba una botella de licor antiguo.

—Hola,  Sophie—la saludó Minho.

—¿Qué me tgraes aquí? Quelle belle fille! —exclamó admirando a Hyunjin—. Egues como un gatito, pgecioso! —lo tomó del rostro y revisó sus facciones—. Y miga qué cologrrr en las mejillas…

—Sí, gracias. —Sonrió un poco incómodo por la situación, por no poder decirle: «señora, tengo la cara como un tomate porque resulta que llevo unas braguitas vibradoras que su adorado Minmin me ha obligado a usar. ¿Ve que tiene un anillo en su dedo corazón, de goma dura con un rotor? Pues es un mando. Y el muy cretino está jugando con él constantemente; y mis bragas no dejan de hacerme cosquillas y temblar».

—Y tiene uñas. Un gato con uñas —añadió Minho.

«Con las que pienso vaciarte los ojos», pensó con regocijo interno.

—Oh, hombges… ¿vegdad? —Sophie lo tomó del brazo y lo dirigió a su mostrador—. ¿Tu pelo es de este colog, vraiment?

—Oui, madame —contestó Hyunjin en su perfecto francés. Hablaba cuatro idiomas; inglés, francés, italiano y ruso. Pero en Nueva Orleans, debido a la cantidad de criollos franceses que había, el francés era como una segunda lengua.

—Pues es pgecioso —dijo la pizpireta mujer. Se inclinó sobre Hyunjin y le susurró a modo de confidencia—. Yo me lo pongo rouge porque empiezan a saligme canas.

—Sophie, ¿me enseñas el pedido? —pidió Minho educadamente.

—Oh, oui oui. No os mováis. —Entró a su almacén.

Hyunjin se apoyó en el mostrador y tomó aire profundamente.

Minho se colocó tras él y lo arrinconó entre sus brazos.

—¿Cómo estás?

—Minho, deja de mover el puto anillo. —Clavó las uñas en la madera del mostrador.

—¿Esto? —con la otra mano dio una vuelta al rotor de su anillo y Hyunjin cerró las piernas. Las braguitas estimulaban su entrada y su miembro, era casi como una mamada.

—¡Minho! —gruñó entre dientes.

—Ni. Se. Te. Ocurra. Correrte —remarcó dándole un beso en el lateral del cuello—. Adoro ver cómo luchas contra tu cuerpo, Hyunjin… Me pone como una maldita moto. —Su voz sonaba demasiado ronca mientras se frotaba suavemente contra sus nalgas. Se apartó de él disimuladamente en cuanto Sophie salió con la bolsa en la mano.

—Son un pag de cogsés y faldas de diseño y es de una diseñadoga eugopea. Tienes buen gusto, cherie —miró a Minho orgullosa.

—Merci beaucoup, madame.

𝑳𝒂 𝑫𝒐𝒎𝒂 / MinjinWhere stories live. Discover now