Capítulo 12, parte uno

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Los amos y los sumisos deben descubrirse y reconocer que uno necesita del otro.

La instrucción era demasiado dura. Minho lo tocaba y lo acariciaba, estimulándolo para alcanzar el orgasmo, pero luego se retiraba y lo dejaba solo y abandonado.

El «piscuzzi» se había convertido en un maldito ring de tortura.

Hyunjin ni siquiera dejaba que él se acercara, y lo mantenía alejado de sí, poniéndole un pie en el pecho.

—Basta, por favor… No puedo seguir así —se quejó, mojado en todos los sentidos, hasta el alma—. De verdad, no puedo…

—Lo estás haciendo muy bien. —Minho se echó a reír, tomándole el pie que le mantenía a distancia y llevándoselo a la boca—. Sé que es duro, Hyunjin, pero es importante que escuches a tu cuerpo, y seas dueño también de tus propias sensaciones.

—No soy dueño de nada —gruñó enfadado—. Tú le das a esos botoncitos a tu antojo y me estás dejando frito. En mi vida me he sentido así. Me tiemblan hasta las pestañas, señor.

—Llevamos dos horas aquí.

—Soy un desastre. ¿Qué tipo de pilas tiene esto? ¿Las Eternity?

—No te has corrido todavía. Nunca había visto tanto autocontrol en un sumiso como el que estás teniendo tú, Hyunjin. Diría que has nacido para ser desafiado.

Hyunjin levantó la barbilla.

—Te dije que te iba a dejar con la boca abierta —replicó su lado competitivo—. No bromeaba.

—Dios…

—No te atrevas a acercarte otra vez, señor. Déjame tranquilo o deja que me corra.

—Eres tan sincero… Hablas sin tapujos y eso me encanta —gruñó tirando de su pierna para abrazarla y mantenerlo en contacto con su cuerpo.

—¡Que no! ¡Minho, no me toques!

—No te toco… Solo te sostengo —bromeó esquivando sus manos.

—¡Quieres hacerme perder!

—El torneo será así. Si caes en otras manos probarán todo lo que sepan y puedan para hacerte sucumbir, Hyunjin. No tienen clemencia.

—¡Tú tampoco!

—Yo soy bueno… —aseguró teatrero—. Mira. —Lo tomó de las nalgas, atrayéndolo hasta su erección, frotándose contra su entrepierna.

Hyunjin se estremeció, mordiéndose el labio inferior.

—Voy a correrme. —— lo dijo de un modo que no aceptaba réplica alguna.

—Yo decido cuando lo haces, Hyunjin. —Le pellizcó las nalgas y después las masajeó.

—¡Ay! —Mierda, se había ido su orgasmo, pero volvía a crecer más fuerte.

—Prepárate —susurró en su oído, manteniendo las embestidas y llevando el control—. ¿No puedes más?

—No —gimoteó agarrándose al borde del jacuzzi.

Minho valoró su resistencia. Dos horas era demasiado tiempo. Estaría muy mojado, tan listo...

—¿Quieres correrte?

—Déjame tranquilo…

—Pídemelo por favor.

Hyunjin gruñó y cedió a su pedido. Necesitaba liberarse o iba a desmayarse. A regañadientes claudicó:

—Por favor, señor.

—Entonces, estalla cuando quieras, Hyunjin.

¡Por fin! Hyunjin movió las caderas, acercándose a él, disfrutando de su cercanía y del modo en que lo abrazaba.

𝑳𝒂 𝑫𝒐𝒎𝒂 / MinjinWhere stories live. Discover now