5- Definitivamente estás loca.

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Alex Hamilton

Esta pequeña chica acaba de cerrar la puerta en mi cara. No deja de sorprenderme. Es como un terremoto andante con todas esas curvas y actitud inocente. No sabía sí reírme cuando abrió la puerta y sus pupilas se agrandaron al verme, pero tan solo un segundo le basto para cerrarme la madera en la cara.

Cómo se atreve

Vuelvo a golpear la puerta está vez con más fuerza y pienso que no me van a abrir pero no me daré por vencido. Ahora más que nunca estoy seguro que hice bien en venir y no mandar a Albert a esto.

La puerta es abierta al fin por una chica vestida completamente de negro como una roquera. Menudo gusto. Hago una mueca y ella también me devuelve la mirada. Pero no le dedicó mucho tiempo ya que me topo con esos ojos azules asustados, y su boca que se abre y se cierra como una niña atrapada haciendo algo malo.

Y valla que lo hizo.

- ¿Quién eres,?- exige la chica de negro haciendo que regrese mi atención hacia ella.

Y se cruza de brazos con gesto tosco como si quisiera golpearme.

- Por qué mejor no se lo preguntas a tú amiga- la imitó con una ceja arqueada colocando ambas manos en el bolsillo de mi traje.

- Berli- se gira hacia la chica de curvas que no sabe que decir.

- Parece que a alguien le comieron la lengua- suelto divertido y me adentro haciendo un lado a la chica de negro detallando el apartamento en el que vive mi futura esposa.

Es todo lo que imaginaba y peor. Seguro su familia son unos pobretones interesados.

- ¡¿Qué haces?!- tartamudea la chica saliendo de su esturpor- Sal de mi casa no sé quién eres.

- Primero que todo no me grites- enumero con mis dedos - Segundo soy tú nuevo jefe y tercero saca a tú amiga de aquí si no quieres que le diga qué pasó entre tu y yo hoy en la audición- le guiño un ojo, sintiéndome satisfecho.

- ¡Qué!- chilla su amiga y tengo que tapar mis oídos ya que en este apartamento todo se escucha más alto.

No sé cómo alguien puede vivir así con a penas un sofá una tv, una cocinita y supongo que solo un baño y un cuarto. El techo parece que en cualquier momento se va a caer y a eso súmale un sonido molesto de alguna tubería que se sale.

- Explícate mejor- va ir contra mí la chica de negro pero ella la detiene.

- Cálmate Tara, lo mejor será que te vallas y después yo te cuento todo.-

- No Berlí, no te dejare con este extraño. Quien se cree, un dios.- gruñe y tengo que reírme sin poder evitarlo.

- Vamos Tara- la guía la chica de curvas y se despiden en la puerta quedando al fin solos.

Me giro hacia ella soltando un suspiro mientras la analizo desde los pies a la cabeza y ella se mueve de un lado a otro sobre sus pies enfundados en una medias de abejitas, que me hacen sentir raro. Ni rastro de la blusa manchada de café de esta mañana, en cambio tiene un pulober holgado de color negro que le llega a penas a mitad de muslo y se levanta con cada respiración al igual que esas tetazas que parecen más grandes que como las recordaba.

- Te puedes quedar quieta - sugiero cuando llegó a sus ojos y me siento en el pequeño sofá señalando frente a mí para que ella tome asiento.

- Entonces..- suelta después de un tenso silencio entre ambos dónde tengo que obligar a mis ojos a mantenerse en su rostro concentrado.

Maldita sea

- Estoy aquí porque tú y yo tenemos algo muy importante en común.- empiezo diciendo aclarando mi garganta.

- No entiendo a qué te refieres.

Su confesión no sé si me divierte o me enoja, confirmando la sospecha de Albert que ella no sabe nada. Pero igual no me voy a dejar convencer tan fácil he visto a personas hacer cosas peores por el dinero de la compañía.

- Mira seré directo, tú abuelo y tus padres hicieron un pacto de matrimonio con los míos - nos señaló a los dos.

- ¡De qué hablas!. Pero si ni si quiera sé quién eres- se levanta ruidosa como siempre en una diarrea verbal- Oh Dios mío- me señala abriendo su boca- No me mates maldito psicópata - me señala.

Y esto me parece surrealista. En un momento estaba sentada y al otro está dramática.

- Tranquila - me levanto enseñándole mis manos en gesto de paz y dando pasos hacia ella- No grites - indicó.

Lo último que falta es que vengan los vecinos pensado que le estoy haciendo algo a esta loca.

- ¡Ni te atrevas a dar un paso más!- me amenaza la chica tomando el cubo de palomitas frente al sofá como si fuera su arma más preciada.

Y tengo que estallar en carcajadas doblandome, de la risa. Creo que nunca había visto a nadie amenazarme con palomitas.
Incluso ella bufa y me lanza las palomitas encima, dándose cuenta de lo estúpido que fue su ataque y la atrapó en mis manos cubriendo su boca con una de mis manos, antes de que busque algo más con lo que si pueda herirme.

- Escúchame bien chica palomitas - señaló con la otra mano- No te haré nada, pero si sigues actuando como una maldita loca que enloquece por todo no me haré responsable con las consecuencias.

Creo que mis últimas palabras estuvieron de más pero me siento satisfecho en como se agrandan sus pupilas y asiente lentamente. Pero no estoy muy convencido, y eso me lo demuestra cuando en un rápido movimiento golpea mis bolas.

- Joder- exhaló agarrándome mi descendencia masculina recién arruinada.-

Maldita perra loca !

Y se para delante de mi con el móvil en una de sus manos y una pistolita eléctrica en la otra señalandome desde arriba.

- Tienes cinco segundos para explicarme quién eres antes de que llegue la policía,- sonríe señalando el número en pantalla como si hubiera hecho la gran cosa.

- Definitivamente estás muy loca-

Pero ahora con más motivos te haré mi esposa.








Curvas PerfectasHikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin