10- Esperanza

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Alex Hamilton

A penas pude pegar un ojo pensando en los acontecimientos de ayer y ese terremoto lleno de curvas que ahora vive en mi espacio y no entiende de reglas. Lo primero que le dije o más bien le gruñi fue que nunca subiera a la tercera planta y justamente fue lo primero que hizo; con ese escaso pillama que debería ser ilegal por la transparencia y lo revelador. Yo creo que ni ella misma es consciente de lo que puede provocar en el sexo masculino y eso me enoja.

No puedo permitirme una distracción y menos una que tiene un cartel gigante en su frente que anuncia problemas con P mayúscula.

Así que lo siento por ti amigo- le digo a mi polla. Hay que ser racional por más que cueste. O por más que muera de bolas azules con los fantasías y mi mano.

A eso súmale que esas tetazas permanecen en mi mente y no puedo sacarlas.

Joder

Gruñó como un maldito perro.

A penas desayuné huí como un cobarde y le dejé instrucciones a mi mayordomo que le llevará el desayuno a la habitación más tarde a la señorita así como le indique al chófer que la llevará a la universidad y luego a la empresa.

Hoy arreglaría lo de darle una tarjeta y mantenerla en el área de diseño, bien lejos de mi y ocupada.

Mientras más lejos mejor, con suerte este tiempo pasaría rápido, me divercioria y todo volvería a la normalidad.

No madrastra malvada
Matrimonios arreglados
O chicas con más curvas que una carretera haciendome perder la cabeza.

#

Me encuentro en mi oficina más tarde preparándome para una reunión con los Italianos, cuando interrumpen la puerta sin tocar.

- Dije que no quiero molestias- medio grito de mal humor a quien sea que halla abierto alzando los ojos para encontrarme con esos orbes azules que me aparecen en todos lados.

- Un poco de amabilidad no te vendría mal- alza una ceja desafiandome y veo a mi nueva secretaria que se encuentra detrás con cara de cachorrito de disculpa.

- Perdóneme señor, no pude detenerla, ya llamo a seguridad- se intenta explicar la mujer tartamudeando nerviosa y la detengo con mi mano pero sin abandonar la lucha con mi querida y adorable esposa.

- No te preocupes déjanos solos- ordenó y ella asiente cerrando la puerta.

Está vez Berli va más cubierta, más de lo que estuvo ayer cuando le ví todo, cosa que no puedo evitar al detallar sus curvas está vez envueltas en un jeam de mezclilla roto y una blusa de escote blanco que contrasta con su piel y sus típicos tenis que la hacen ver adorable y juvenil como la clásica chica de Universidad. No es muy a la moda pero la hace lucir atractiva al igual que su cabello que cae en ondas hasta su cintura y me hace preguntarme cómo se sentiria entre mis dedos si lo jalara con todas mis fuerzas hasta hacerla estremecer.

No vallas ahí- me recuerdo a mi mismo.

El ruido de su garganta como una tos fingida me devuelve a la realidad y a esos ojos, está vez sus mejillas están rojas, lo que me hace pensar que me atrapó devorandola con la mirada.

- ¿Qué quieres?- suelto indiferente regresando la vista a mis papeles en el escritorio.

- Yo...mmm...- hace una pausa no pareciendo tan segura.

- Acaba de soltarlo- me inclino en mi silla giratoria cruzando mis brazos en mi pecho mientras disfruto verla retorcerse los dedos.

Y ni rastro de la chica desafiante que entró en la oficina como un terremoto, algo que me gusta de ella. Es como un libro abierto de emociones transparentes, dónde la impulsividad y la inocencia son rasgos que sobresalen.

- Quiero participar en el concurso - susurra bajito.

- ¿Qué?- lo escuché perfectamente pero quiero que vuelva a hablar.

Me esperaba cualquier cosa menos esto, es decir si la vi en las audiciones aquel día; pero no es la típica chica modelo del mercado lo que puede ser interesante por su cuerpo.

- Pensé que tú sueño era el diseño- continuó hablando ante su vergüenza que no es capaz de mirarme.

- Digo sí, siempre he querido ser diseñadora es mi carrera, pero... Na olvídalo es una estupidez- se gira para irse y me levanto deteniendola antes de que tome el pomo de la puerta.

- No des ni un paso más - gruño en una orden y me levanto acercándome hacia ella.

Su cuerpo tiembla y algo dentro de mí se remueve. Nunca me ha gustado ver a las mujeres llorar. Es como mi punto débil. Así que ni si quiera lo pienso cuando la envuelvo en mis brazos girandola hacia mi pecho, con una de mis manos en su cintura y la otra en su pelo.

Es tan pequeña que encaja perfectamente en mis brazos y se siente tan bien que a penas puedo explicar lo sentimientos que me abordan en ese momento.

Su olor es delicioso a vainilla y cupcakes recién horneados, por lo cual una parte de mí se niega a soltarla.

"Solo es un puto abrazo de empatía"- me recuerda mi lado racional.

Por lo que cuando se aparta de mi en unos minutos dejo caer mis manos obligandolas a ir a los bolsillos del traje mientras ella seca una lágrima pérdida en esos ojos que parecen más un mar tornentoso.

- Lo siento. Yo mejor me voy. Iré a trabajar - intenta explicar evitando mi mirada.

Dejando un silencio entre ambos. Cómo una pausa algo incomoda que rompo con mi voz.

- Vas a ser la nueva imagen del concurso- suelto sorprendiendonos a ambos.

- ¡Qué!- sus orbes se abren

Y ni yo mismo se lo que acabo de hacer mientras asiento de manera seria.

Para luego más tarde querer golpear mi cabeza por mis malditas ideas, cuando caigo en el veinte de que las fotos y la pasarela es con la nueva colección de lencería, lo que implica que no solo yo voy a disfrutar viendo esas curvas.

Todo el puto mundo y la maldita población masculina.

Babeando por ella

Teniendo jodidas fantasías.

Ni si quiera puedo permitirlo

Pero ya es muy tarde para virar atrás y me niego a ver nublarse de nuevo esos ojos.

Solo me queda una cosa, para evitarme un colapso mental.

Curvas PerfectasWhere stories live. Discover now