21- La mujer que amo

297 34 10
                                    


Alex Hamilton

Las fotos de Berlí se convirtieron en el boom del mercado, en a penas una semana , que para mí fue más que un infierno. Muchos de mis socios me felicitaron por lo arriesgado de incluir tallas grandes en el mercado de Europa. Debería estar contento por el éxito, pero a la vez siento una amargura y más cuando mi socio de América me pide que le seda el contacto de Berlí para una propuesta con todo pago y un contrato de un año.

Un puto año.

Ya de aquí allá nuestro contrato estaría terminando y sería perfecto para ella, y su vida profesional después de la graduación tal y como habíamos acordado. Yo ganaba el juicio, ella cumplía sus sueños. Pero a la vez se sentía por dentro de mí como un trago amargo.

Por eso a penas pude mirar su cara en todos estos días después de la sesión de fotos debatiendome en si contarle sobre ello o simplemente actuar como un egoísta.

Tal vez si la tengo entre mis brazos una vez y me acuesto con ellas se me quite está obsesión que se ha ido construyendo desde el primer día.

Pero si quiero más...

Esa duda permanece en el aire y más cuando aparece en mi oficina con ese fuego en su mirada vestida con una de sus clásicas blusas que resalta sus senos, los cuales rebotan con cada respiración mientras se acerca a mí plantandome cara y después de perder la cabeza la termino devorando en mi escritorio como un cavernícola.

Y no miento con lo que le digo que no habrá vuelta atrás después de esto.

Es Mía, hoy, mañana y no creo que pueda cambiar esta corriente que me consume cada vez que estoy junto a esta mujer, la cual jadea haciendo música para mis oídos y se aferra a mi camisa cuando la inclino más.

Estoy tentado a follarmela aquí y ahora y reclamar lo que es mío, pero sé que se merece mucho mas y cuesta todo de mí separarme con sus ojos suplicantes y confundidos en los míos.

- Está noche y no habrá vuelta atrás a nada. - declaro acariciando su cabello y se queda confundida. Pero su cerebro va procesando ya que su rostro se vuelve de un color tomate adorable y sexy.

Asiente aturdida y se baja del escritorio cuando le doy espacio.

Sonrió cuando la veo con dificultad para dirigirse a ls puerta nerviosa.

- Berli- la llamo antes de que se aleje- Ni se te ocurra huir de mí porque soy muy bueno cazando lo que me pertenece- le advierto.

Asiente aturdida antes de salir cerrando mi puerta y me dejó caer hacia atrás en mi silla acomodando mi amiguito en mis pantalones el cual está punto de reventarse.


#

La tarde se me va volando entre unas últimas reuniones, y salgo temprano mandando a preparar una suite en uno de mis hoteles favoritos.

Todo tiene que salir perfecto, no es mi primera vez con una mujer, pero casi lo puedo considerar como una. Me siento nervioso y ansioso.

Está puede ser mi oportunidad para aclarar de una vez mis sentimientos y definir que será Berli en mi vida y quizás considerar la idea de ponerle unas esposas que la aten a mi de por vida.

Y con esposas me refiero a un diamante en su dedo de verdad. Uno que no se la lleve a América, ni la aparte de mi lado. No sé si estoy preparado para eso; para más que una relación, pero solo considerarlo significa que realmente estoy jodido por esta chica.

Es como una ironía del destino o de la vida; la mujer que pensé que sería una oportunista por un tonto pacto se ha metido en mi piel lentamente.

Estoy complacido más tarde cuando estoy en la suite y todo está como lo pedí, pétalos de rosas esparcidos desee la entrada con velas que van hacia el dormitorio, un jacuzzi con olor a los pétalos, el mejor champagne, música y la cajita roja de terciopelo, mis esposas.

Compruebo que el chófer recoge a Berlí a la hora acordada y me la imagino entrando con el vestido de seda rojo vino que compre para la ocasión para ella. Mi corazón se mueve con las manecillas del reloj, así como mis nervios y mi mente que recrea también posibles escenarios dónde me pueda rechazar, y eso definitivamente no lo voy a aceptar.

No sería capaz, una parte de mí seria capaz de perseguir la hasta el fin del mundo.

Mi móvil suena con el número del chófer nuevamente y contesto de inmediato.

- ¿Es usted Alex Hamilton?- me recibe una voz desconocida a la vez que escucho sirenas de policía y ambulancias así como tráfico.

- Sí soy yo-

- Lamentamos informarle señor que su auto sufrió un grave accidente al intentar esquivar una rastra, su chofer está muerto, a penas hemos podido rescatar algunas de sus pertenencias y la chica que iba con él que se encuentra camino al hospital con graves heridas.

El móvil se cae de mi mano mientras tomo las llaves y mis oídos pitan con las palabras accidente, choque, Berlí.

Recupero el aparato pidiendo la dirección del hospital y salgo corriendo del hotel importandome poco que llueva a cantaros, estoy tan asustado de que pueda estar gravemente herida o peor.

No Berli tú tienes que sobrevivir

Esto no puede pasar.

Conduzco mi auto saltandome algunas señales, ignorando algunos que me gritan y cuando estoy en la clínica, me derrumbó al ver a Tara con los ojos rojos frente a la recepción.

- ¿Dónde está?- exigo y Tara niega con la cabeza sin poder darme una respuesta del llanto.

- Señor debe calmarse, ya le expliqué a la señorita que estamos en un hospital de nada sirve alterarse- habla la mujer mayor vestida de enfermera detrás de la recepción haciéndome perder la paciencia por su calma tan fría.

- ¿Dónde está Berlí Adams?. Fue un accidente reciente, me llamaron que la traían aquí.- explico hablando rápido.

- Ah sí, la chica del coche, paso de emergencias al piso de Cirugía urgente, miembro izquierdo inferior con lesiones de quemadura y fractura así como una hemorragia...

Nos informa la mujer haciendo que los pitidos en mi cabeza aumenten y me dirijo hacia donde indica con los sollozos de Tara en mi espalda.

Y por primera vez en mi vida no sé qué hacer, me siento tan impotente mientras la mujer que amo lucha por su vida detrás de esas puertas dobles.


Curvas PerfectasWhere stories live. Discover now