Parte 3: Una dosis de realidad

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Narrador: Bryn


Por fin, había llegado la fiesta de fin de año. Todo el mundo estaba demasiado ocupado con las decoraciones. En especial Yuna, ya que ella era la encargada de organizar todo.

Sinceramente, tenía muchas ganas de que llegase la noche. Tenía las expectativas muy altas este año.

Quiero decir, era la primera vez que iba a estar rodeada de personas que no fueran mi familia en fin de año.

Y también iba a ser la primera vez en dos años que podría pasar las navidades con Nico.

Era una fecha muy esperada por ambos cuando éramos pequeños.

Me acuerdo que ya a principios de noviembre les rogábamos a nuestros padres poner el árbol y decorar la casa.

La respuesta por parte de ambos siempre era que no. Que ya habría tiempo en para eso en diciembre.

Cuando nos hicimos mayores nos enfocamos más en pasar tiempo juntos que en la decoración. Y así fue hasta que desapareció. Así que este año estaría dispuesta a pasar tiempo con él.

Eran las 6 de la tarde, todavía había mucho por preparar.

Salí de mi habitación con la idea de buscar a Yuna, quería preguntarle si podía ayudarla con algo.

De primeras, se me vino a la mente ir a buscarla a su habitación, así que eso hice.

Caminé hacia su habitación y cuando abrí la puerta lo único que vi fue a Nico tirado en la cama, mirando el móvil.

—¿Y tú aquí? Pensé que estarías ayudando a Yuna.

—Ya me dijo que se encargaba ella. Además, le gusta organizar este tipo de cosas, no necesita ayuda ninguna —me contestó dejando el móvil a un lado.

Sonreí y me acerqué a la cama. Me tumbé sobre esta y abracé a Nico lo más fuerte que pude.

Él me abrazó de igual forma.

—¿Qué te pasa? ¿Tienes la regla? —preguntó sonriente.

—No, es que llevo dos navidades sin poder estar a tu lado. Te eché mucho de menos.

—Y yo a ti también. Siempre me sentí algo culpable por dejarte sola con papá y mamá —dijo acariciándome el pelo.

—Tampoco fue culpa tuya, tú no decidiste dejarme sola con ellos.

—Lo sé, pero yo siempre era el que hablaba por los dos y el que te defendía cuando tú no podías. Por eso me asustaba el que no supieras seguir adelante sin mí. Me asustaba no poder estar ahí para cuidar de ti.

Y por esto y muchas otras razones, lo considero el mejor hermano del mundo.

Me apoyé en su pecho, aún abrazándolo y cerré los ojos.

—Te quiero mucho —susurré.

—Yo a ti también.

De repente, alguien abrió la puerta de la habitación y habló.

—Vaya, ¿así que en tus tiempos libres te dedicas a estar con otra mientras tu pobre novia está trabajando? —bromeó Yuna, dirigiéndose a Nico.

Cegada por el amor Where stories live. Discover now