Amor y protección (+18)

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Narrador: Bryn


6 de Enero, 10 de la mañana, estaba lista para buscarlo e ir a hablar con él.

Lo busqué por varios sitios de la mansión, incluso pregunté a alguna gente del personal que si lo habían visto, pero nada, no sabían nada de él.

Solo me quedaba ir a preguntarle a la gente de mi entorno.

Preguntarle a Carla y Xiao no iba a ser una opción, solo me quedaban Yuna y Ángela.

Fui a la habitación de Yuna y como de costumbre, Nico estaba dormido sobre ella, abrazándola.

Le pregunté por él, quería saber si lo había visto, pero su respuesta no me dejó contenta.

—Estos últimos días casi no lo he visto, la verdad. Tal vez Ángela sepa donde está.

—Vale, gracias —contesté retirándome de su habitación.

Me estaba quedando sin opciones. Como Ángela no supiera dónde estaba, tiraría la toalla, definitivamente.

Me dirigí hacia su habitación y abrí la puerta mientras pronunciaba unas palabras.

—Ángela, ¿has visto a...?

No pude seguir la frase. No podía. Me quedé de piedra.

¿Estaban durmiendo juntos? ¿En la misma cama?

Ambos seguían dormidos. Sin ninguna manta que los cubriese. Ella abrazada a una almohada y él acostado boca arriba.

Me adentré en la habitación y los observé con más detalle.

De verdad... ¿Él me había hecho esto?

¿Me había engañado con su ex?

Solo le dije de darnos un tiempo, no de dejarlo.

Esto no podía estar pasando. ¿Qué había hecho yo para merecer esto?

Sentí cómo mis ojos se llenaban de lágrimas. No podía dejar de mirarlos.

Otra vez, me habían sido infiel.

¿Es que acaso tengo algo para que escapen de mí tan pronto tienen oportunidad?

Noté cómo la primera lágrima resbalaba por mi mejilla.

Me sentí traicionada, otra vez. Y no solo por él, sino también por ella.

Se suponía que era mi amiga, ella no debería de hacerme esto. Además, el día que la conocí me dijo que nunca tendría nada con él, que le parecía una falta de respeto, que no iba detrás de chicos que tuvieran novia.

Mi ojos no paraban de expulsar lágrimas.

Dios, cómo odio esta parte sensible de mí. Odio que siempre sea yo la que acabe lastimada, y solo por ser una estúpida que se cree las primeras dos palabras bonitas que le dice alguien.

Me odio. Definitivamente tenía que cambiar de mentalidad, y creo que en ese momento algo se encendió dentro de mí.

No era algo normal, era, ¿diferente?

Toda la tristeza que tenía se había transformado en ira.

Seguí mirándolos, entre triste y enfadada, cuando de repente él abrió los ojos lentamente y me vio.

Tan pronto me vio se le abrieron los ojos de par en par.

—¿Qué haces aquí...? —me preguntó, sorprendido, como si no se esperase mi visita.

—¿Qué haces tú aquí? —le grité, llena de dolor—. Se suponía que solo me querías a mí. ¿Qué haces en la cama con ella? ¿Tan rápido me has olvidado?

Cegada por el amor Where stories live. Discover now