¿Y si Gyutaro y Ume hubieran sido los protagonistas?
Vivir en los barrios más bajos del Distrito Rojo ya determina tu futuro. Las mujeres más bellas a lo mejor y asciendan a buenas casas, pero incluso así su destino sigue siendo cruel.
Su madre nunc...
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—¿Ah?... —detuvo su caminar. —Escuché un trueno. —venía del sur, donde Susamaru dijo que había jabalíes salvajes. —Creo que Kaigaku está peleando.
—Quizás. —murmuró el albino. El río a sus costados fluía con serenidad, reflejando la luz de la luna que se filtraba entre las nubes. A ambos lados, la vegetación era exuberante, con árboles altos y pinos frondosos que se mecían suavemente con la brisa nocturna. El suelo estaba cubierto de hierba fresca, y el aroma a humedad y tierra mojada llenaba el aire. A pesar de esta hermosa noche, la amenaza estaba siempre presente.
Un cómodo silencio se instaló entre ellos. Gyutaro se percató de lo silencioso que era Rui. A veces olvidaba su presencia; no hacía ruido al caminar, en contraste con Kaigaku. Rui era un compañero tranquilo, pero eso no eliminaba la inquietud que sentía con respecto a lo sucedido anteriormente, Gyutaro quería una respuesta y este parecía un buen momento para charlarlo.
—¿Por qué eres tan...? Cómo decirlo... —apretó los labios mientras buscaba la palabra adecuada. El albino apenas lo veía de reojo. —¿Reservado? No, eh... —se enredó tratando de explicarse, sintiendo que conocía la palabra o al menos la había escuchado antes. Estaba a punto de llevar su mano al costado de su rostro para rascarse. Chasqueó la lengua y lo miró. —¿Por qué te quieres matar?
—¿Qué?
—Esta noche te vi rendirte dos veces, te quedaste resignado cuando una roca estaba por aplastarte. ¡Eres más atento que yo! Así que es imposible que no las veas. —reclamó con seriedad, algo que Rui no había visto antes. —No voy a estar ahí para salvarte todo el tiempo. Eres mi compañero y lo entiendo, pero sabes que como cazadores tenemos otras prioridades.
Rui desvió la mirada, evitando el contacto visual directo. Las palabras de Gyutaro resonaron en su mente, llevando consigo una carga de verdad que pocas veces desaparecía. La incomodidad comenzaba a surgir entre ellos. Gyutaro suspiró, dándose cuenta de que había tocado un tema que no debía de tocar en su compañero. Caminaron unos pasos más antes de que él decidiera volver a romper el silencio.
—Rui, no sé qué pasa por tu cabeza, y no es asunto mío si no quieres compartirlo. Pero cada vez que te veo dispuesto a dejarte llevar por la muerte, siento que... no lo sé, es raro. Nunca he visto a alguien esperar su muerte. —claro, Gyutaro es un superviviente, creció entre suciedad y pobreza; sus instintos lo ayudaron y marcaron para que siempre tenga que mantenerse vivo, no importa a qué se enfrente. Para él, ver a alguien como Rui es... simplemente no lo entiende. —¿Por qué quisieras morir?
Rui permaneció en silencio por un momento, su mirada fija en el suelo mientras lidiaba con sus propios pensamientos. La brisa nocturna susurraba entre los árboles, como si también esperará una respuesta.
—No lo entenderías. —respondió finalmente, su voz apenas un susurro seco y frío. —A veces eres igual de molesto que Kaigaku.
Gyutaro frunció el ceño, frustrado por la evasiva respuesta, pero decidió no presionar más.
