Septiembre 13 de 1994 Sábado Parte II | Hogsmeade un Cuervo Misterioso

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Parte II

Mientras el cuervo graznaba, ella lo miró y el ave le picoteó la mano una vez más antes de volar y posarse más adelante, como si quisiera que lo siguiera. Enfadada, se levantó.

—¿Quieres que te siga? ¿Acaso sabes dónde está enterrado mi amigo? Aunque, bueno, nunca lo conocí —le preguntó, notando que el cuervo se rascaba con el pico antes de volar nuevamente. Maxine lo siguió, sintiéndose algo cansada.

—Sabes, la última vez que seguí a un ave, me llevó a un lugar extraño. Espero poder confiar en ti —comentó, suspirando mientras continuaba tras el cuervo.

Maxine no quería alejarse demasiado del pueblo, pero el cuervo se posó cerca de un rosal de rosas rojas. Pensó que tal vez la conduciría a algún lugar significativo pero el cuervo negro solo graznó y se limpió las alas con el pico.

—Ahh, sí... ¿rosas? ¿Es eso? —preguntó Maxine, pero el cuervo simplemente la miró. Decidió cortar una rosa, cuidando de no pincharse con las espinas, y se quedó con ella. En ese momento, recordó que tenía que comprar una cámara, uno de los motivos por los que había venido a Hogsmeade.

Bajando la colina, el cuervo seguía a Maxine mientras ella intentaba entablar una conversación con la misteriosa ave. Al entrar a una tienda de cámaras, fue recibida por un joven y alegre dependiente, casi tan alto como los gemelos Weasley.

—¡Hola! ¡Bienvenida! ¿En qué puedo ayudarte? —saludó el joven, limpiando el mostrador con entusiasmo. —Ah, sí, buenos días. Me interesaría comprar una cámara... y si tienen también una de esas cámaras muggles, ¿verdad?

El chico se quedó pensando por un momento pero luego afirmó que sí tenían cámaras muggles y se mostró emocionado por enseñárselas.

—Ah, sí, ¿puede darme rollos para un año? —preguntó Maxine. El chico la miró extrañado, se rió y le dijo que le gustaría verla más seguido, ofreciéndole algunos rollos adicionales y un descuento si volvía el próximo mes. Maxine aceptó, pensando que, a pesar de tener dinero, un descuento siempre era bienvenido, especialmente de alguien tan carismático.

—Eres de Hogwarts, ¿verdad? Nunca te había visto —dijo él mientras empaquetaba las cámaras en una bolsa. —Soy nueva, vengo de Castelobruxo —respondió Maxine. —¡Ah, qué lástima! Me gradué el año pasado —suspiró él, pero aún sonreía.

—Soy Mouritz, por cierto. Mouritz Nigel —añadió con una sonrisa. Maxine le agradeció y se dispuso a salir de la tienda. —Muchas gracias, Mouritz. Adiós —dijo abriendo la puerta. Desde el fondo, Mouritz recordó que no sabía el nombre de la joven, así que ella le dijo que se llamaba Maxine antes de salir de la tienda con una sonrisa, agradeciendo la amabilidad del chico.

Al salir, se dirigió afuera del lugar de las escobas para buscar a Harry. Se acercó a la ventana del establecimiento para ver si él estaba dentro. En ese momento, una voz un tanto familiar la llamó alegremente. —¡Maxine! ¿Qué haces aquí? —exclamó Colin Creevey con una remera blanca y una gorra gris. Maxine se giró para sonreírle. —Hola, Colin... estaba con Harry y lo estaba buscando —se rió y se acercó a él. —¿Harry? ¡Eso es genial! Oh, espera —decía Colin mientras buscaba en su mochila. Luego, le entregó a Maxine la foto que le había tomado la semana pasada.

—¡Ahh, Maxine, ven! ¡Debes venir a Honeydukes! ¡Tienes que ver esto, hay cosas muy asombrosas! —exclamó Colin poniéndose la mochila de nuevo y sonriendo con entusiasmo, agarrando el brazo de Maxine para que fuera con él. —Bueno, es raro que seas así de alegre... —le dijo, caminando y sonriendo mientras lo seguía. —¿Qué?... siempre soy así —respondió Colin sonriendo. Maxine le dijo que era una broma, pensando que su alegría se debía a que los estudiantes de tercer año visitaban Hogsmeade en grupo.

El Diario de Maxine Borage | RD HogwartsWhere stories live. Discover now