Septiembre 18 de 1994 Parte III | Amigos y Tom Riddle

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—Ahhh, ¿qué dices, Matteo? Soy adorable. Además... no estabas para nada cuando se enfermó mi amiga de gravedad. Tuve que pedirle ayuda al prefecto de Gryffindor.

Matteo se calló, reconociendo que Maxine tenía razón. Slytherin necesitaba una prefecta, quisiera él o no. —En fin, voy a vigilarte. No me das buena espina y... siempre tienes esa cara...

—¿Qué cara? —preguntó, con ganas de reírse.

—Olvidalo —suspiró Matteo, enfocándose en sus libros y tareas. Maxine sentía que su paz estaba prácticamente aplastada por el aura de ese prefecto perfeccionista y sabelotodo.

Maxine se levantó y divisó a lo lejos a Luna, sentada y concentrada en su lectura. —Luna... ¿puedo sentarme contigo a leer? Mi lugar ha sido corrompido por un ser extremadamente horrible —dijo, lanzando una mirada entrecerrada al prefecto que la miraba indignado.

Luna se rió un poco y le hizo espacio. —Oh, sí, no hay problema —respondió con su dulce voz. Maxine se sentó a su lado, tranquila, mientras el prefecto aún podía verla desde la distancia, pero se dedicaba a hacer su tarea. Ese muchacho podía ser guapo, pero todo lo que tenía de atractivo lo tenía de aburrido. "Vigilarme... ¿quién se cree que es? Ni mis padres pudieron hacerlo", pensaba Maxine mientras seguía leyendo. Hasta que, finalmente, se quedó dormida apoyada en una mesita que había en ese rincón de la biblioteca.

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Maxine se despertó después de no saber cuánto tiempo, un poco acalambrada. Luna la había estado llamando, y ella le sonrió mientras se frotaba los ojos. A lo lejos, un cucaracho merodeaba, pero lo ignoró por completo. Juntas, fueron al gran comedor bostezando, y en el camino, Maxine se sentó al lado de Draco para cenar. Se sentía feliz, ya que alrededor de su mesa todos parecían sonreír y hacer bromas.

Observó un poco a Draco, y él le sonrió llevando un poco de comida a su boca. —¿Qué pasa, Maxine?

Ella sonrió aún más. —Oh, nada. Me gusta que seas mi amigo —él se puso rojo y miró hacia otro lado, como si no hubiera escuchado nada. —Podría tener una foto tuya, Draco. ¿Podríamos sacarnos una? —Agarró su brazo haciendo un berrinche, y él pareció seguirle el juego.

—Ahhh, no lo sé, tengo que pensarlo —bromeó Draco, pero lo hizo tan serio que no pareció una broma.

Ella hizo una cara de desilusión, volvió a comer, y de repente, Draco habló. —Claro que... podemos sacarnos una. —Sonrió. Maxine propuso que podrían tomarse una foto al día siguiente, y él solo asintió.

—Ahhh, Maxine, ¿por qué no quieres una foto de nosotros también? —preguntó Gregory.

—Sí, ¿por qué no quieres una mía también? —bromeó Theodore Nott. Zabini movió la cabeza, y Pansy parecía sonreír un poco.

—Ummm, ¡de todos! —respondió Maxine de manera cursi, desencadenando risas y alboroto a su alrededor. Aunque sus amigos no estaban acostumbrados a ese tipo de expresiones cariñosas, disfrutaron del momento. Maxine se rió y continuó comiendo, feliz de tener amigos tan peculiares. En medio de la animada comida, un avión de papel aterrizó en su puré de papas. Lo miró con disgusto, pero al abrirlo, descubrió un mensaje: "¿Podemos vernos después de comer? :(" y una luna dibujada. Era claramente de Moon, y aunque no estaba segura de querer verlo, la noticia también la alegró.

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Al terminar de comer, Maxine esperó afuera, cerca del patio, aunque no podían ir más allá. Se apoyó en la pared, fingiendo mirar el celular, aunque no había mucho en él para distraerse. Observó a Moon acercarse con seriedad, y la comodidad que sentía antes empezó a desvanecerse. Sin embargo, él sonrió y extendió la mano.

El Diario de Maxine Borage | RD HogwartsOnde histórias criam vida. Descubra agora