Dos

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Su madre ya estaba de vuelta cuando se sentó a la mesa. Para su alivio, estaba sola. Ya había llegado el primer plato y Fourth se dedicó a ignorar las miradas interrogantes de Love mientras escuchaba a su madre a medias. Algo de la hija de alguien. Muy guapa. Muy alta. ¿No quería ir a saludarla...? Estaba un par de mesas más allá.

Respiró hondo y contestó a su madre con el mejor humor que pudo fingir. No, no iba a ir a saludarla. Prefería quedarse y esperar el primer plato. Sí, tenía bastante hambre... ¿no era aquella una prima de su madre que hacía años que no veía...? ¿No debería su madre ir y hablar con ella...?

Su madre desapareció. El banquete pasó con una lentitud insoportable, pero Fourth no desistió. Sabía que la boda acabaría tarde, así que optó para recurrir al alcohol para que convirtiese una reunión insufrible en un soportable torbellino de música y vestidos de colores. De todas formas, no le haría ninguna falta guardar recuerdos de la ocasión.

Su mente todavía rondaba a la figura alta y desgarbada del fotógrafo. Hacía demasiado tiempo que no se sentía tan atraído por alguien, casi desde... desde Boston...

Reprimió ese recuerdo con eficacia. Estaba entrenado para ello.

Volvió a ver a Gemini al cabo de varias horas; reapareció entre los invitados como un espíritu. Se movía en silencio, invisible; parecía acostumbrado a que nadie se fijase en él. No tocaba a nadie, no miraba a la gente entre la que se colaba para caminar, y nadie parecía verlo, pero todavía estaba disparando fotografías. Era sorprendente y escurridizo, y le resultaba patéticamente difícil apartar la mirada.

Fourth quería ver las fotos que sacaba, casi tanto como verlo a él. Al cabo de tres copas se levantó de nuevo, dejó a Love enfrascada —de nuevo— en su teléfono y se acercó a él, que montaba concienzudamente un trípode de aspecto robusto en un rincón de la pista de baile, junto a un enorme altavoz. Llevaba las gafas de sol puestas de nuevo, pero se las levantó para mirarlo.

"Hola otra vez"

Todavía no había bebido lo suficiente como para no perder el aliento al tenerlo tan cerca, ver los minúsculos detalles de su camiseta gastada, sus ojeras violáceas y sus sorprendentes ojos verdes. Fourth se sentía casi decepcionado.

Eres tan guapo que con mi mala suerte sólo puedes ser heterosexual.

Fourth respiró hondo.

"Baila conmigo" pidió, sin rodeos. Él pareció desconcertado durante apenas un segundo; negó con la cabeza.

"...Estoy trabajando"

"Todo el mundo está borracho ya. Nadie querrá que saques más fotos"

Pero él se encogió de hombros.

"No me pagan para bailar" dijo en voz baja, volviéndose hacia el trípode donde había montado la cámara. Fourth frunció el ceño. Le molestaba su ceño fruncido, la hiriente indiferencia de su expresión.

"Estás en una boda. Podrías sonreír un poco" murmuró.

Él puso los ojos en blanco.

"Voy a contarte un secreto. Ya sé que normalmente los fotógrafos parecen estar muy contentos y alegrarse mucho por todo el mundo, pero la verdad es que no nos importa. Podrían haberse casado dos langostas y me habría dado igual. Sólo quiero hacer las fotos, cobrar y largarme de aquí, ¿entiendes? En eso consiste mi trabajo. No en charlar con invitados aburridos. He oído que hay putas que te acompañan a las bodas, pero yo soy fotógrafo"

Se mordió el labio inferior.

"Vas a tener que ser algo más que antipático para alejarme" admitió. "Los invitados de esta boda son poco interesantes"

F | geminifourthWhere stories live. Discover now