Cinco

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Fourth parpadeó. Se sintió enrojecer. "...¿Cómo?"

"Quiero fotografiarte"

Frunció el ceño.

"¡Baja la voz! Yo no soy ningún modelo. No sé posar. Seré lo más ridículo que hayas visto en tu vida"

"Claro. Es el objetivo. ¿Para qué querría fotografiar a un modelo? No voy a hacer un catálogo de ropa"

Suspiró.

"Yo no soy alguien que... alguien que se fotografíe, Gemini. Si quieres que follemos otra vez, puedes decírmelo directamente. No tienes que andarte con rodeos."

Gemini sonrió. Ladeó la cabeza.

"Oh, quiero follarte otra vez. Pero también quiero fotografiarte"

Suspiró.

"Mira, lo siento, pero no puedo" admitió "Si... si alguien de mi familia ve esas fotos, me..."

"Nadie las verá. No son para publicar"

"¿Cómo puedo saberlo?"

"¿No confías en mí?"

Contuvo la risa.

"Por supuesto que no. ¿Has visto cómo vas vestido?"

Él no parecía afectado en absoluto.

"Firmaremos un contrato de confidencialidad. Está inventado"

Sacudió la cabeza.

"Si no vas a publicar las fotos, ¿para qué quieres sacármelas?"

Él puso los ojos en blanco.

"Para pelármela con ellas. ¿Tú qué crees? Soy fotógrafo, Fourth. No necesito que mis fotografías salgan en todos los periódicos para que me guste hacerlas"

Torció el gesto.

"¿Puedo pensármelo?"

Él se encogió de hombros.

"Tampoco te estoy sugiriendo ir a vivir a Marte."

Alzó la cabeza para mirarlo a los ojos.

"Que si puedo pensármelo" repitió, impasible. Él acabó asintiendo.

"Sí, claro."

"Te llamaré al número de la tarjeta"

"Llama al de abajo. El de arriba es el del estudio y..."

"Llamaré al que me dé la gana" lo interrumpió, con una sonrisa rígida. "Adiós"

"¿Hoy no hay polvo de despedida?"

Fourth se giró para clavar en él una mirada asesina.

"Baja la puta voz" masculló, antes de escabullirse de nuevo hasta su mesa.

[...]

Phuwin se recostó en el mullido sofá rojo que presidía el salón. La habitación era grande y cuadrada, con el suelo de hormigón, y las paredes estaban recubiertas de dibujos pintados directamente sobre el ladrillo visto, pinturas sobre óleos raídos y pósters mal arrancados. Olía a pintura en esmalte, a especias, a humo y a la comida china que estaban engullendo como cena. En definitiva, olía a la casa de Phuwin. Sólo él habría podido convertir en una especie de hogar el bajo en el que vivía, que había sido un taller de mecánica y que todavía tenía impregnado un pesado olor a aceite en algunas habitaciones.

"Gemini" dijo, al cabo de un rato meditando en silencio.

Asintió. Se sentía casi ansioso.

"Gemini" repitió.

F | geminifourthWhere stories live. Discover now