Catorce

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Fourth torció el gesto involuntariamente.

"No me interesa nada de lo que tengas que decir"

"Fot, por favor. Será sólo un momento. Es importante para mí"

"Tú ya no eres importante para mí"

Lo oyó respirar hondo.

"Está bien" espetó, irritado "Di lo que tengas que decir y lárgate. No estoy solo"

"Gracias, ángel"

"No me llames eso" colgó.

Gemini estaba agarrando su mochila cuando se volvió.

"¿Qué haces?"

"¿Le dices que venga diez minutos después de follar? Eres increíble, put..."

"Quédate" lo interrumpió, intentando no balbucear "Sólo hasta que venga. ¿Puedes quedarte?"

Gemini lo miró como si estuviera loco.

"¿Quieres que me quede a saludar a tu novio?"

"No, no es mi novio. Es mi ex"

Empezó a vestirse atropelladamente mientras él todavía lo observaba con el ceño fruncido.

"No pinto nada en medio, putita"

"Por favor. Ya estaba de camino. Y lo echaré pronto, te lo prometo. Será un minuto, sólo quiero que te vea aquí"

"¿Por qué?"

Fourth acabó de ponerse el pantalón.

"Porque eres más guapo" gruñó "que se joda. Quítate los zapatos, acomódate el pelo, ven al recibidor cuando lo oigas llegar, habla poco."

Gemini levantó una ceja, pero parecía complacido.

"¿También quieres que me la saque para que vea que la tengo más grande que él?"

"No. Bueno, no sé. Te haré una señal"

Gemini reía en voz baja, pero Fourth apenas podía contener su nerviosismo. Pensó en cambiarse la camiseta; abrió su armario, pero estaba todo demasiado arrugado.

"¿Puedes traer las cajas que hay en el recibidor? Tengo que esconderlas"

Gemini frunció el ceño, pero obedeció. Volvió con las cajas en brazos apiladas unas sobre otras.

"¿Qué son?" las dejó en el suelo. Fourth gruñó.

"Sus cosas"

"...Y las vas a esconder" no parecía estar entendiéndolo.

"Sí, claro. Le he dicho que las había tirado."

Gemini sonrió.

"Cruel, putita"

"¿Cruel?" se acercó para arreglarle el cuello de la camiseta, impaciente "Espera a conocerlo"

Boston estaba más bronceado, y se había cortado el pelo; ahora lo llevaba cuidadosamente peinado hacia atrás con gomina. Llevaba traje y corbata bajo un abrigo marrón que lo hacía parecer mayor de lo que realmente era.

Estaba cambiado, pero sus ojos oscuros seguían siendo cautivadores y sus hombros seguían pareciendo el refugio perfecto en una tormenta. Ni siquiera estaba cerca y ya podía oler su colonia, y los recuerdos acudieron puntuales a atormentarlo. El gesto nervioso de sus dedos jugueteando con el dobladillo de su abrigo era tan dolorosamente familiar que tuvo que apartar la mirada.

Fourth se quedó sin habla. Fue una suerte que Gemini apareciese en el recibidor, descalzo.

Boston y Gemini se miraron como a cámara lenta. Uno impecable con traje y corbata, otro desaliñado y con marcas de uñas —sus uñas— adivinándose bajo la camiseta holgada. Boston parecía aturdido; Gemini tenía la sonrisa más petulante que había visto nunca plasmada en el rostro. Eran prácticamente de la misma altura, pero ni siquiera parecían de la misma especie.

F | geminifourthDonde viven las historias. Descúbrelo ahora