MI VIDA DESPUÉS DE UN NIÑERO
[Secuela/Spin-off DE "¿UN NIÑERO?"] Para poder entender al completo esta historia es recomendable haberse leído el primer libro.
La historia más aclamada entre una adolescente y su niñero, por fin tiene una secuela.
Es...
Mi cuerpo pesaba como si hubiera salido de una pelea, y no victoriosa precisamente. Escuchaba voces a lo lejos, mezclándose con un ruido irritante y continuo. Me toma un tiempo poder levantar mis párpados pesados y acostumbrarme a la luz blanca cegadora.
Estoy en una habitación de hospital, más bien en un box, de espacio reducido y parecido al lugar donde ingresaron a Ana meses atrás tras el accidente. El espacio en el que estoy es sencillo, paredes blancas con suelo gris, una silla en la esquina y monitores y un gotero a cada lado de la cama. Como si de una ráfaga se tratasen, los recuerdos cruzan por mi mente. La comida, risas, la confesión de Liam, mi desmayo...
¡Oh dios!
Mis manos viajan directamente a mi barriga y palpo intentando encontrar algo, aunque no sé el qué, que me indique que todo sigue bien. Pero no encuentro nada, porque no sé qué estoy buscando.
El ruido proveniente de una de las máquinas aumenta su frecuencia y volumen, alertando al resto del mundo de mi corazón desbocado. Puedo sentir cada latido en la parte posterior de mi cabeza, retumbado como si mi curación se hubiera desplazado.
Oigo murmullos, pero nada en claro. Una linterna me alumbra alternando un ojo y después otro, pero no logro centrar la vista.
— ¿Alice? — pestañeo repetidamente hasta lograr ver con nitidez y enfoco la cara de la persona que me llama.
Es el doctor que atendió a mi hermana aquella noche, pero no recuerdo su nombre. Es posible que él no lo dijera y nosotros no preguntáramos.
Doy una mirada rápida a su bata y en el lado opuesto a su bolsillo, yace bordado "Dr. Miguel Dantas". Regreso rápido mi vista a sus ojos.
— ¿Qué ha pasado? — pregunto de vuelta.
— Alice has sufrido un desmayo — deja el portafolios de entre sus manos en la parte superior de una de las máquinas de mi derecha — Tu familia te ha traído al hospital y te hemos hecho un par de pruebas mientras estabas inconsciente — coge de nuevo el porfolio y echa un vistazo rápido a las hojas que tiene delante.
— La analítica muestra que estás baja de hierro y de diversas vitaminas — señala — Teniendo en cuenta tu estado es lo que ha podido provocar ese desmayo. El resto de resultados y constantes son completamente normales.
— ¿Entonces mi bebé está bien? — el temor se filtra con mis palabras.
— Tu marido me ha comentado que estás embarazada Alice, has evitado sufrir el golpe al desplomarse, así que no debería haber complicaciones. Pero haremos una ecografía abdominal para asegurarnos y aprovechamos para que podáis ver al pequeñín, ¿de acuerdo? — asiento.
Se encamina hacia la puerta, pero antes de que se pueda agarrar el pomo, pregunto.
— ¿En qué hospital estamos? — cuando lo conocí aquella fatídica noche, trabajaba en un hospital lejos de mi casa o ciudad.
— Hago algunas guardias en este centro durante el mes, pero paso más tiempo en el otro hospital. — asiento — ya sabes lo que dicen de los médicos, no hacemos más que trabaja — sé que intenta aligerar el ambiente y lo logra haciéndome elevar las comisuras de mi boca.
— Voy a llamar a tus familiares para que puedan pasar a verte de uno en uno mientras preparamos la sala de ecografías — me mira una última vez mientras sujeta el pomo de la puerta — Liam ya sabe las recomendaciones médicas, no son más que suplementos, reposo y nada que tenga que ver con fuertes emociones, ¿entendido?
— Entendido doctor — sonrío, nerviosa.
Si él supiera de lo que se había enterado... ¿Hace cuánto? ¿Horas? ¿Días?
Su mejor amigo, de toda la vida, había sido infiel a su mejor amiga, y no había sabido ver la ayuda que Caitlin le estaba pidiendo.
Con un asentimiento y una media sonrisa, Miguel abre la puerta y lo veo desaparecer cuando gira a la izquierda, por lo que supongo, es un pasillo.
Un torbellino de pasos y voces se precipita fuera de la habitación hasta llegar a la puerta de la habitación en la que me encuentro. Al parecer mi familia no entendió muy bien el concepto de uno en uno, ir con calma o no gritar en un hospital. Parece que estoy ante un circo.
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