El dragón

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Durante dieciocho años me preparé para la batalla como lo había hecho en ocasiones anteriores, estaba listo para eliminar la amenaza y luego hundir el reino en llamas. Cumpliría la promesa que hice aquella noche por todos aquellos a los que amaba.

-Obsidian, hemos terminado los preparativos -me avisó el general de los dragones. Un dragón casi de mi tamaño con escamas verde azuladas. Uno de sus cuernos se había partido durante una batalla y desde entonces lo llevaba cubierto con oro como símbolo de guerra. Herr era el mejor en cuanto a camuflaje y técnicas de batallas.

Rugí en aprobación.

-¿Acondicionaron la caverna?

Habíamos encontrado una gran caverna en el centro de la montaña donde estarían los más pequeños y aquellos que no podían pelear. En nuestro nido tanto hembras como machos se entrenaban desde pequeños en el arte de la batalla, en el nido estaban preparados para dar su vida por proteger nuestro hogar.

-Tienen provisiones para varios días -aseguró Herr-. También hemos designado algunos dragones guerreros para defenderlos.

-Los pequeños son nuestro futuro.

-Los protegeremos -juró y sabía que cumpliría con ello.

-¿Dónde está Calttia?

El general inclinó la cabeza hacia la colina. Le había ordenado a mi vieja amiga permanecer en la caverna. Calttia había dejado claro su descontento con la orden aún así no podía negarse.

-Hablaré con ella -le dije, alzando el vuelo.

-¡Por el nido! -gritó Herr golpeando el suelo con la cola.

-¡Por el nido! -rugieron los demás dragones. El sonido de sus colas contra la roca se asemejaba al de los tambores. La montaña tembló ante nuestra fuerza. Los contemplé a todos desde las alturas. Rugí junto a ellos, orgulloso de ser su líder.

Calttia estaba en la cima, mirando hipnotizada a la rosa blanca. Un pétalo cayó sobre la enredadera de espinas que la rodeaba cuando aterricé a su lado, aplastando la hierba verde.

-Siempre sabes donde me escondo -replicó.

Sonreí.

-Tus escamas reflejaban la luz desde la montaña -bromeé.

Calttia suspiró.

-Puedo luchar.

-Lo sé.

-¿Entonces por qué me mandas con ellos?

Le di un golpe suave con la cola.

-Porque no confió en más nadie para proteger a mi familia.

Parpadeó, sorprendida.

-No morirás mañana.

-Solo el cielo sabe qué sucederá cuando me encuentre con la cazadora mañana. Dejo mi bien más preciado en tus manos.

Calttia asintió.

-Eres un buen líder, Obsidian.

-Lo seré cuando nos libre para siempre de esta amenaza.

Al bajar de la cima me dirigí a donde aguardaba mi familia para despedirme de ellos. Mi hijo mayor, Vall, se había despedido horas antes para incorporarse junto a los jóvenes dragones guerreros que partirían a la ciudad. La manada escogía a los líderes por su valentía y liderazgo, cosa que el pequeño quería aprender por su cuenta para algún día seguir mis pasos. Como padre, temía por él, pero como líder, estaba orgulloso de su decisión.

-¿Están listas? -le pregunté a mi compañera.

Mi hija menor hacía aros de fuego en el aire tratando de impresionar a su madre. Al verme voló hacia mí; su color era una mezcla de rojo y negro que le conferían un tono único.

Herederos de sangre y hierro #PGP2024Donde viven las historias. Descúbrelo ahora