1. Un día por la mañana.

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La hora del desayuno nuevamente se hizo una tortura, con los gritos de mi madre a todo pulmón mientras daba de golpes a la lavadora con un vestido arruinado que por error ella misma coloco con la ropa indebida

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La hora del desayuno nuevamente se hizo una tortura, con los gritos de mi madre a todo pulmón mientras daba de golpes a la lavadora con un vestido arruinado que por error ella misma coloco con la ropa indebida. Ella seguía discutiendo desde su lugar delante de la lavadora echándonos la culpa a mi hermano Reese y a mi quienes la veíamos sentados desde el comedor de la cocina, desayunando la medianamente decente comida que sobro de ayer en la cena.

Esto se ha vuelto un evento diario, le presta más atención a la ropa malograda que a nosotros. Ella termina arrojando el vestido nuevamente por el hueco de la lavadora inútil que está al borde del colapso por lo vieja que es, a una aterradora brusquedad que lo hace golpear en seco al laminado del fondo vacío. Todas las mañanas mamá se desquita con la lavadora echándole la culpa del mayor de sus problemas, solo así parece realmente no prestar atención a qué Reese bebe directamente del embase de la leche o que yo vacío más cereal a mi plato que de costumbre.

Tal vez no sea tan malo.

Veo a Reese ponerse de pie y yo imito su acción de abandonar la cocina antes de que mamá se ponga violenta contra nosotros por culpa de su estúpido vestido arruinado por la vieja lavadora. Es mejor apresurar marcha y que se encargue el mejor guerrero de calmar a la fiera. Por el pasillo me encuentro a papá con una sonrisa mañanera dándome los buenos días y camino a la cocina quizás a despedirse de mamá antes de irse al trabajo, como todos los días. Pobre alma en desgracia.

Entro a la habitación observando a Reese pelearse con una mosca que vuela alrededor de él, pensaría que es adoptado si realmente la familia no tuviera genes estúpidos de los que Francis, Dewey e inclusive yo presumo. A veces pienso que por esa razón las chicas se terminan alejando de mi hermano, es apuesto pero su cerebro es más torpe que el de un caracol. Sin ofender a Gary.

— ¿Nos vamos?

— Está estúpida mosca. — manotea hacia ella intentando golpear.

— Es lo mismo cada mañana, deja la maldita mosca Reese. Vámonos. — cuelgo mi mochila al hombro y no me detengo a ver si me sigue.

Al pasar por la sala puedo ver a mamá y papá hablando aún sobre quién sabe que cosa, pero tiene que ver seguramente con la lavadora vieja porque mamá parece más feliz ahora a pesar de su vestido arruinado. Papá la besa y se despide pasando de largo a nosotros. Hoy toca caminar a la escuela porque parece que a nadie le importe mucho ello. Reese abre la puerta y ambos salimos al tiempo en que vemos a papá salir de la cochera y decir adiós asomando la mano por la ventanilla.

Genial, espera que caminemos viente kilómetros bajo el sol matutino. La vida es tan injusta con almas desgraciadas como nosotros. Aún así no me quejo, al menos el idiota de Reese se divierte asustado a los chicos más pequeños de la primaría que van camino a clases, todo el camino hace lo mismo, les gruñe, los persigue, les quita dinero o el almuerzo y si queda tiempo da un par de palizas. Es un diota.

Al llegar a la preparatoria nos separamos, cada quien va por su lado, él toma sus clases y yo busco a Stevie para tomar las mías. Al menos comparto la mayoría de ellas con él. Eso lo hace menos pesado.

Stevie agita la mano en mi dirección, desde su silla de ruedas que avanza cuando con la mano la empuja, nos encontramos a mitad de camino y doblamos a la izquierda para avanzar hacia el salón de clases. Me plática sobre como está llevando la situación en casa con su padre, realmente no quiero tocar temas sensibles y él lo entiende. Pasamos por el basurero donde Reese está metiendo a un tipo escuálido que pide clemencia, pero mi hermano no es mucho de darla.

— Es un... Cretino. — estoy de acuerdo.

— Solo es Reese siendo Reese. — me encogí de hombros.

La verdad no es que lo esté justificando pero normalmente ese es el comportamiento natural de Reese y no pienso cambiarlo, bien o mal, eso me ha salvado de tipos abusivos y de burlas directas hacia mi persona. Agradezco que sea un diota con todos, aunque también lo sea conmigo. Stevie también está acostumbrado, sin embargo le sigue dando escalofríos lo cruel que puede llegar a ser un tipo duro como Reese.

La mañana es así, como todas las mañanas, con clases de acá para haya y novedades de Reese atacando gente en los pasillos o a la hora del almuerzo. Una mañana común.

Alguien a quien amar [Wilkercest]Where stories live. Discover now