10: Perdóname, Reese.

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Salí de mi habitación con la mochila en el hombro, el rostro cansado por no dormir bien en toda la noche buscando alguna idea para poder disculparme con Reese, pero parece que nada es lo suficientemente bueno para hacerlo

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Salí de mi habitación con la mochila en el hombro, el rostro cansado por no dormir bien en toda la noche buscando alguna idea para poder disculparme con Reese, pero parece que nada es lo suficientemente bueno para hacerlo. Se merece una disculpa oficial, algo que le haga saber que realmente lo lamento. Divago entre el pasillo hasta la cocina solo para sentir mi corazón apachurrado. No está. No está Reese preparando waffles para mí.

Observe la cocina vacía, mamá a dejado una nota en la nevera sobre salir a comprar unas cosas al supermercado, Dewey tampoco está en casa porque su cama estaba tendida cuando me desperté. Abrí la nevera para sacar leche que bebi directamente del embase, tire una mordida a una pieza dura del pan de la cena de a noche. Y finalmente me rendí.

Salí de la casa solo, no hay charlas de Reese este día, tampoco me está contando sobre ir al hoyo de los deseos, ahora añoro tener una para desear que Reese me perdone y regrese conmigo, a mi lado, para que me cuente todo, sea dulce conmigo, amable, ver esa versión otra vez. Me atemoriza que Reese vuelva a su dura versión contra mi.

El camino jamás se sintió tan largo y solitario como hasta ahora, es doloroso pero he de sufrir la ausencia por algo que claramente es en parte mi culpa. Al llegar a la preparatoria pude ubicar a Stevie quien tiene un rostro bastante serio, arrastra su silla de ruedas a velocidad hacia mi, parece traer noticias o al menos un chisme, tengo miedo de que se trata de Reese.

— Estamos... Perdidos.

— ¿Por qué dices eso? — miro a mi alrededor, no hay nada raro o fuera de lo normal.

— Reese... No está... Atacando a nadie. — dice obvio. — Escuché que... El equipo de básquet... Se burló... De él... Hace rato.

Mi corazón se estrujó.

— Esto es mi culpa. — dije lamentable. Me siento tan estúpido, soy un idiota. — Le debo una disculpa.

El timbre de inicio de clases sonó, Stevie me obligó a entrar a la clase porque no iba a quedarse solo con esos matones ahora que Reese está fuera de combate indefinidamente. La clase la paso pensando en como disculparme con Reese, de verdad le debo una disculpa grande. Ni siquiera se de qué va la clase, solo veo la boca de la profesora moverse diciendo quien sabe que cosa pero lo único que puedo escuchar es la voz de Reese contándome sus cosas ¿Me estoy volviendo loco? Debería, por estúpido patán hijo de perra.

La hora del almuerzo estaba siendo espeluznante, busque por todos lados a Reese hasta encontrarlo en el área de mesas del jardín delantero, donde no pensé que estaría después de que cruelmente toda mi clase haya esparcido los secretos de Reese pero ¿Quién es realmente el villano aquí? me siento tan mal por él, tan culpable. Me acerque inmediatamente hasta él e incluso ignore el comentario burlesco de un chico que menciono el hoyo de los deseos a Reese, riéndose en su cara. Me senté delante de mi hermano intentando disculparme. 

— Esta es una disculpa oficial. — pero Reese no me miraba. — Soy una pésima persona y lo siento. Lo que hice fue horrible, aun para nosotros. Y aceptémoslo hemos hecho lo peor. 

Silencio. 

— Escucha, te lo imploro ¡Dime que hacer para enmendarlo! Lo que sea. Solo dilo y lo hare. 

— Claro.—  se giró a verme de forma seria.— Vuela alrededor de la tierra y regresa el tiempo hasta cuando creía que nos caíamos bien.— tomo su mochila, se paró y se fue de ahí. 

¡Soy un maldito idiota! Me lo merezco en grande. Dejo caer mi cabeza sobre la mesa y cierro los ojos con fuerza, quiero llorar aunque me veré patético haciéndolo delante de toda la escuela, no importa. Dejo que mis lágrimas fluyan una vez más, inconformes con el dolor de mi corazón ahora queriendo ahogar mi mente. Me siento cansado, cansado, culpable. Termino secando mis lágrimas con brusquedad, tomando mi mochila para colgarla en mi hombro con un plan en mente: escaparme.

Ya no quiero estar aquí, ya no quiero estar en el mismo lugar donde se burlan de Reese, él me gusta y su dolor lo siento tan profundo en mis entrañas que sangra irremediable. Termino escapando de la escuela saltando el muro en cualquier dirección, a dónde sea que mis pies me lleven en esa tristeza melancolía.

Finalmente termino volviendo a dónde no debería, el hoyo de los deseos de Reese, su lugar sagrado que yo ensucie. Toco el tronco, cierro los ojos e intento sentir a Reese aquí conmigo, rememoro el momento en que escuchamos aquella canción en el festival tomados de la mano, intento sentir de nuevo su calor, su aroma, su presencia. Envolverme entre las mieles de su voz, no dejarlo ir nunca.

Irremediablemente lloro, lloro con fuerza mientras me deslizó por el tronco del árbol hasta el suelo, importandome poco si mi pantalón se ensucia y mamá me regaña. Es más importante esto. Dejo fluir cada una de mis amargas lágrimas siendo el más grande de los idiotas en el mundo porque lastime a la persona que me gusta pero sobre todo, lastime a mi hermano.

Alguien a quien amar [Wilkercest]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora