2: La clase de Herkabe

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Siempre creí que el profesor Herkabe no podía ser más idiota, pero el tipo supera su marca cada vez que inicia una clase nueva a la semana

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Siempre creí que el profesor Herkabe no podía ser más idiota, pero el tipo supera su marca cada vez que inicia una clase nueva a la semana. Justo en este momento puedo ver (todos podemos ver) como le grita a Stevie en media clase, con las manos apoyadas sobre el escritorio del invalido y casi medio cuerpo inclinado hacia él, prácticamente diciéndole lo estúpido que es para estar en su clase y no se cansa de abrir la boca escupiendo saliva al pobre Stevie que aterrado se hunde más en su propia silla de ruedas. Todo mundo parece poco divertido con la situación tensa que Herkabe crea en la clase. Podría incluso jurar que los chicos del fondo están rezando por no ser el próximo objetivo en la mira del profesor. 

— ¡¿Cuatro meses de psicología intermedia y no puedes clasificar un simple caso de estudio?! —protesto. — Creí que tus oídos funcionaban Kenarban. 

— Reconozco... el complejo de castración... cuando lo veo.  — se defendió Stevie no bajando la mirada en ningún momento. 

Herkabe ensancho las fosas nasales. 

— Quiero que vayas más allá de los simples estereotipos. — el profesor comenzó a caminar de regreso a su escritorio. — Citando Blake, generalizar es ser un tonto. — musito a la clase, mirándolos como eso. 

— Idiota. — corregí. 

La mirada de Herkabe se posó inmediatamente en mí. 

— ¿Disculpa?

— Blake escribió, generalizar es ser idiota. — explique.

— Gracias Malcolm. — su voz escalofriantemente suave me hizo saber que estaba en problemas, él acomodo su saco color caqui al mismo tiempo en que el timbre de final de clases sonó. — ¡Mañana quiero sus reportes de progreso de sus proyectos!

Los alumnos apenas se detuvieron a escucharlo cuando él hablaba sobre la tarea, estaban más preocupados por salir huyendo de la horrible case y el terrible profesor. No los culpo yo también quiero salir corriendo de aquí. Me acerco a Stevie y me siento en la silla a su lado, veo como termina de guardar sus cosas apresuradamente. Le menciono que tengo que hablar con Herkabe pero creo que aún sigue aterrado con el profesor y termina huyendo a gran velocidad en su silla de ruedas excusándose con que tiene gimnasia ¿Desde cuanto Stevie tiene gimnasia? Es un cobarde. Y me quedo solo con el profesor. Bueno, a mal tiempo más prisa, me pongo de pie y camino hasta el escritorio de este.

— Señor Herkabe ¿Aun no me ha asignado mi proyecto? — hago saber. — Se lo he pedido a diario por un mes. 

— Malcolm, parece que yo quisiera sabotear tu impecable promedio general. — habla de forma condescendiente y fingiendo interés en unos papeles entre sus manos. 

— Deme algo por favor, para empezar. — aquello parece traer el interés del profesor a mí, baja los papeles hacia su escritorio. 

— ¿Por qué no vas a mi oficina en el almuerzo? te daré tu proyecto. — finalmente accede. 

— ¿Su oficina? — pregunto desconcertado, con una notable mueca en el rostro. Algo no huele bien aquí. 

— ¿Por qué será que todo mundo le teme a mi oficina? — menciona él con un atisbo de molestia.

Sí, ¿Por qué será? Solo asiento y salgo de ahí inmediatamente rápido, mucho más rápido de lo que admitiría para decir que no soy un cobarde. Entre los pasillos, puedo ver a Reese caminando con el rostro serio y los puños ensangrentados, parece tener la camiseta también salpicada, empuja con el hombro a todos los que se atraviesan o estorban. Pasa por mi lado hecho una furia y yo le sigo intentando igualar su paso, sus zapatos dejan pisadas fuertes en las baldosas sucias que el conserje no limpia. No le digo nada, porque eso es potencialmente peligroso.

Llegamos al baño, rápidamente espanta a todos los que estaban metidos ahí, ellos salen huyendo dejando los baños solo para nosotros. Abre el grifo y lava su mano herida, realmente no está herida solo tiene sangre de quién sabe quien. No hace muecas al lavarse, parece que incluso no está pensando en nada, su rostro se mantiene estoico y me estremece pensar en lo frío que debe ser su cerebro.

— ¿Qué te paso? — intento preguntar de forma suave. Él cierra el grifo y me mira a través del espejo.

— La di una paliza a Sanders. — ahora estoy sorprendido.

— ¿Por qué? — quiero saber. Reese se gira y se recarga en el lavabo.

— Estaba hablando de ti. — musita. Yo levanto ambas cejas incitando a seguir. — Ya sabes de qué.

— No.

— No puedes andar por ahí siendo un genio sin ser molestado. Ese idiota no sabe que puedes mezclar cosas raras en un laboratorio y hacer que le exploten los intestinos. — rueda los ojos.

— Sería genial si pudiera. — suelto una risita, me acerco y poso mi mano en su hombro. — Gracias por defenderme.

— Me las cobraré más tarde. — simplemente sale del baño y yo sé que no lo dice en broma.

Alguien a quien amar [Wilkercest]Where stories live. Discover now